La corrida de toros, considerada patrimonio cultural de España, vuelve a estar en el debate del país ibérico, luego de que el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, anunciara la cancelación del Premio Nacional de Tauromaquia de este año y que está agilizando los trámites para su anulación definitiva.

El ministro de Cultura había referido en reiteradas ocasiones su rechazo a espectáculos que considera que están basados en el maltrato animal y, de hecho, la medida ha mostrado coherencia con lo reunido en el programa electoral de Sumar, el partido del que forma parte el ministro, donde se planteaba la derogación de la protección cultural y patrimonial de la tauromaquia, así como la supresión de su financiación pública.

La semana pasada, en una entrevista televisiva, el titular de Cultura señaló que «hay una mayoría de españoles que se preocupan cada vez más por el bienestar animal y que no comparten el maltrato animal».

Además, añadió que la mayoría de españoles cada vez entiende menos que «se practique la tortura animal en nuestro país» y que sean «premiadas con medallas que van asociadas a premios dinerarios», es decir, que se le dedique dinero público.

La medida del Ministerio de Cultura tuvo reacciones inmediatas por parte de espectro conservador de la política, incluidos algunos sectores del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) del presidente Pedro Sánchez.

Pero encontró oposición en el Partido Popular (PP) y Vox, como es lógico, la noticia fue recibida con un profundo malestar por el mundo taurino, así como en formaciones políticas de derechas, Gobiernos regionales y algunos barones socialistas.

Uno de los primeros en manifestarse fue el vicepresidente del Gobierno de la Comunidad Valenciana, Vicente Barrera, del partido de ultraderecha Vox y extorero. Barrera aseguró que «el señor Urtasun es amigo de la censura y del sectarismo cultural» y que le cuesta «digerir la pluralidad y la libertad cultural».

En el lado contrario del espectro ideológico, el presidente de Castilla – La Mancha, Emiliano García-Page, del PSOE, se apresuró a anunciar que en su región crearían unos premios de tauromaquia, con la ambición de «ser compartidos con otras autonomías» y la pretensión de que tengan alcance nacional.

Desde la Comunidad de Madrid también se mostraron beligerantes con la medida. Su consejero de Cultura, Mariano de Paco, del Partido Popular (PP), calificó de «lamentable» la decisión. El alcalde de la capital, el también popular José Luis Martínez-Almeida, sostuvo que «Madrid, orgullosa capital del toreo, lo defenderá siempre frente al sectarismo».