El poderoso sindicato alemán de la metalurgia IG Metall comenzó este lunes con paros laborales un pulso social que se anuncia como uno de los más duros de los últimos años en Alemania, en una industria clave para el país.

Decenas de huelgas parciales se registraron el lunes en todo el territorio, en particular en la industria automotriz, para reivindicar el derecho a la semana laboral de 28 horas y aumentos salariales.

Basándose en una estrategia muy eficaz, los paros de actividades afectan a empresas bien elegidas, entre ellas Volkswagen, Porsche, Otis y Bombardier en Renania del Norte- Westfalia (oeste), donde se prevén 700.000 huelguistas, en Baden- Wurtemberg (sur) y en Brandeburgo, Sajonia y Berlín (este).

IG Metall estudia aumentar la presión el martes llamando a paros de actividades en 143 empresas. El movimiento durará al menos una semana y estuvo precedido de «paros de advertencia» muy localizados, como en Porsche, la semana pasada.

Con 2,3 millones de afiliados, IG Metall -que defiende a los trabajadores de todas las categorías de la industria, desde la siderurgia (Siemens, Thyssenkrupp) hasta el sector automotor (VW, Daimler, Porsche) pasando por la electrónica y el textil- es el mayor sindicato de Europa.

Desde octubre, el sindicato exige para los 3,9 millones de empleados del sector de la metalurgia un aumento salarial del 6%. La federación patronal, Gesamtmetall, propone el 2%.

Esta disparidad no es algo raro en las posiciones de partida de las negociaciones salariales en Alemania. En general, las partes encuentran un punto intermedio.