Los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump; y de Brasil, Jair Bolsonaro, celebraron en la Casa Blanca el alineamiento bilateral sin precedentes entre Brasilia y Washington y el «ocaso del socialismo» en las Américas, en momentos en que ambos países lideran una ofensiva diplomática para forzar la salida de Nicolás Maduro del poder en Venezuela.

En la primera visita oficial de Bolsonaro al exterior desde su llegada al poder, ambos presidentes exhibieron completa empatía. Pero aunque en el tema de Venezuela Trump dijo que «todas las opciones están en la mesa», Bolsonaro fue más cauteloso.

Al ser preguntado acerca de si cedería territorio para un ataque estadounidense contra Venezuela, el brasileño no descartó esa opción pero evitó una respuesta concreta: «Hay ciertas cosas que si se divulgan dejan de ser estratégicas, no se puede hacer público eso. Es una cuestión de estrategia y todo lo que que se habló aquí será honrado», dijo.

Desde que asumió, Bolsonaro dijo que admiraba a Trump, lo cual quedó patente en la visita realizada a Washington, la primera de su mandato, tras la cual el jefe de la casa Blanca dijo que podría nombrar a Brasil como un país aliado extra-OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte).

El apoyo al líder opositor venezolano Juan Guaidó, al que reconocen como presidente de Venezuela, fue enmarcado en un movimiento mayor por parte de ambos: la lucha contra el socialismo en Venezuela, Nicaragua y Cuba, países citados por Trump.

«Pedimos a los militares venezolanos que dejen de apoyar a Maduro, que es apenas un títere de Cuba. El ocaso del socialismo llegó al Hemisferio Occidental y en nuestro país también», subrayó.
Bolsonaro dijo que confía en la reelección de Trump el año que viene y que espera que «los que están con el socialismo puedan darse cuenta de que lo mejor es vivir en democracia».

El ex capitán ultraderechista brasileño dijo que durante dos décadas su país abandonó las relaciones con Estados Unidos, pero el dato es que hasta 2009 Washington fue el principal socio comercial de Brasl y dejó de serlo apenas tras la crisis financiera y el avance de China.

Durante su gira de tres días, Bolsonaro autorizó sin exigir reciprocidad retirar la exigencia de visas de turista de los estadounidenses para entrar a Brasil y cedió el uso de la base aeroespacial de

Alcántara, en el estado de Maranhao, para los cohetes y satélites norteamericanos. «Será más barato hacerlo desde allí, es un buen acuerdo», festejó Trump en la conferencia de prensa, en la cual le preguntaron sobre qué le daría a Bolsonaro a cambio de esos gestos.

En ese momento, dijo que respalda el ingreso de Brasil a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), que permite a economías de corte liberal ser mejor calificadas para recibir inversiones.

Y también reveló que piensa «hablar con mucha gente» para que Brasil sea un aliado extra OTAN «o hasta un miembro de la OTAN».

Trump elogió la campaña electoral de Bolsonaro en Brasil («fue muy parecida a la mía», dijo) y el brasileño le respondió: «Estados Unidos y Brasil están hermanados por la fe en dios, contra la ideología de género, lo políticamente correcto y las fake news. Queremos una América (por EEUU) grande y un Brasil grande también. Sellamos una alianza promisoria entre las dos grandes economías del continente».

Bolsonaro fue preguntado sobre cómo miraría a China, un país con sistema político de partido único y comunista. «Brasil hará negocios con el mayor número de países del mundo pero sin moverse por lo ideológico», subrayó.

Antes de la reunión en el salón oval, el magnate y el ex capitán del Ejército intercambiaron camisetas de fútbol. Trump entregó una de la selección de fútbol femenino, una potencia mundial, con la inscripción «Bolsonaro 19» y dijo admirar a Pelé.

Entonces Bolsonaro le regaló una camiseta canarinha con el número 10, pero en lugar de Pelé el apellido que brillaba en verde amarillo era el de su más soñado anfitrión: Trump.