Londres, la capital del Reino Unido, votará el 5 de mayo un nuevo alcalde tras ocho años de un gobierno conservador que no cumplió con sus promesas iniciales, y puede ceder el mando de la ciudad a un musulmán laborista de humilde origen, Sadiq Khan.

La elección significará el fin para el conservador y neoliberal Boris Johnson, que no es candidato a alcalde en estas elecciones pero se postuló a las elecciones de la Cámara Baja en 2015, una posición más elevada.

Sin embargo, el hombre que los Tories proponen para ocupar su cargo, Zac Goldsmith, arrastra una pesada herencia de incumplimiento de promesas electorales.

Los temas que más ocupan las discusiones son la construcción de viviendas sociales, el transporte público suburbano y la lucha contra la criminalidad, informa la agencia de noticias DPA.

En los ocho años que Johnson ocupó la alcaldía la ciudad sumó 900.000 residentes, pero la construcción de viviendas se mantuvo estática, según el diario consevador The Telegraph en base a fuentes oficiales.

El Telegraph hace notar que entre 2014 y 2015 se agregó un 14% de residencias adicionales, un valor que sigue siendo un 5% inferior al vigente cuando Johnson asumió su cargo.

Los Tories libran batalla contra el descreimiento de los londinenses, a quienes Johnson les prometía en 2008 «alentar la construcción de viviendas más accesibles, adoptando soluciones prácticas».

Su candidato, Zac Goldsmith, hace su campaña a partir de que el propio Johnston reconoce, en 2015, que la ciudad había quedado muy por detrás de lo esperado en la construcción de viviendas accesibles.

En consecuencia, los precios de una vivienda en Londres, que en promedio costaba 337.000 libras en febrero de 2008, llegaron en febrero de 2016 a 524.000 y no tenían miras de bajar en lo inmediato.

El valor de la vivienda, a su vez, determina el piso del nivel de alquileres porque determina la suma que el propietario debe amortizar.

El aumento de ese costo en un 55,5% contrasta con el de 30,9 en el resto del Reino Unido y es el más flojo de los puntos de Goldsmith, un millonario británico de origen judío, en la compulsa local.

La cuestión de la vivienda es tan sentida que desde 2008 se desprendió de los Verdes un pequeño partido, el «Partido de la vivienda», que solo presenta un candidato, el periodista Terry McGrenera, quien obtuvo entonces poco más de 8.000 votos a un cargo menor, con la consigna de evitar que Londres se convierta en una «ciudad de los ricos», señala la BBC.

Otro punto crítico de los Tories es el incremento en el uso del transporte público. Durante los ocho años de Johnson la inversión en el tema se quedó muy atrás de la «Londres con trenes y buses que puedan competir con lo mejor que hay en el mundo» que prometía la propaganda electoral.

Pese a la exitosa campaña para promover la bicicleta, los londinenses siguen prefiriendo, por lejos, el automóvil particular por más que se vean cada vez más necesitados de trasladarse por medios públicos, en los que la cantidad de viajes por día subió un 9,2% con respecto a 2008.

En cuanto a la caída de la criminalidad, el panorama no es mejor que el del conjunto del país, por lo cual tampoco este eje de 2008 dio un resultado real satisfactorio.

El candidato laborista, Sadiq Khan, hijo de un chofer de ómnibus nacido en Pakistán, se convierte así en el favorito, y podría convertirse en el primer alcalde musulmán de Londres.

La campaña nacional contra el supuesto antisemitismo del ex alcalde londinense laborista Ken Livingstone -hasta ahora el principal apoyo del líder nacional laborista Jeremy Corbyn- no parece haber mellado hasta ahora a Khan.

El pakistaní aparece como el campeón de las populosas barriadas que se encabalgan sobre la ribera del Támesis desde el centro de la ciudad hacia el Oeste, donde confían en que por su humilde origen podrá resolver sus problemas mejor que Goldsmith.

Tanto Goldsmith como Johnston, por lo tanto, tratan de ganar votos en los suburbios, más acomodados, a partir del referéndum sobre la salida de la Unión Europea (UE), o «Brexit», gran tema de las elecciones británicas.

Khan, como todo su partido, se opone a la ruptura, mientras que ambos candidatos conservadores tratan de aprovechar el planteo euroscéptico, que tan buena actuación le hizo tener al xenófobo Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) en las últimas parlamentarias. El candidato del UKIP en Londres, Peter Whittle, no tiene chances.

Si, contrario a lo que se estima, Goldsmith ganara las elecciones, esto serí­a considerado una señal para los impulsores del «Brexit» de cara al referéndum, señala la agencia de noticias DPA.

Es que si bien el principal foco de interés son los comicios en Londres, las elecciones municipales abarcan prácticamente el país entero, y serán un test para medir la popularidad de los dos partidos más grandes, los conservadores y los laboristas, y las perspectivas de consolidación del UKIP.

En la campaña a favor de la ruptura, Johnson rozó el racismo cuando trató de desacreditar el apoyo del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a la permanencia del Reino Unido en la UE, atribuyéndolo a su origen kenyano.

Este racismo difuso, que se solapa con el más explícito del UKIP, no asustó a los partidarios de Johnson, que lo quieren por decir exactamente lo que piensa.

Johnson puede enfrentar el referéndum con relativa tranquilidad: según DPA, gane o pierda el «Brexit» tiene buenas posibilidades de llegar a primer ministro a más tardar en las parlamentarias de 2020.

Londres, en cambio, lo más probable es que salga europeísta y laborista de las próximas elecciones. Ningún otro candidato tiene probabilidades de ser electo, ni siquiera el propuesto por el partido «La marihuana es más segura que el alcohol» (Cannabis is Safer than Alcohol), Lee Harris.