Xi Jinping saldrá de China por primera vez en más de dos años para viajar, esta semana, a Asia Central, donde se reunirá con el ruso Vladimir Putin, justo un mes antes de consolidar su posición como el líder chino más poderoso desde Mao Zedong.

El viaje, el primero de Xi al extranjero desde el inicio de la pandemia del COVID-19, demuestra la confianza que tiene en su poder en China y lo peligrosa que se ha vuelto la situación mundial.

Con el telón de fondo de la confrontación de Rusia con Occidente, por Ucrania, la crisis de Taiwán y una economía mundial que tambalea, Xi tiene previsto realizar una visita de Estado a Kazajistán, el miércoles.

A continuación, se reunirá con Putin en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái, en la antigua ciudad de la Ruta de la Seda de Samarcanda, Uzbekistán, según informaron Kazajistán y el Kremlin.

El asesor de política exterior de Putin, Yuri Ushakov, dijo la semana pasada que se espera que el presidente ruso se reuniera con Xi en la cumbre. El Kremlin no quiso dar detalles sobre sus conversaciones. China aún no ha confirmado los planes de viaje de Xi.

La reunión dará a Xi la oportunidad de subrayar su influencia mientras que Putin podrá mostrar la inclinación de Rusia hacia Asia. Además, ambos líderes podrán mostrar su oposición a Estados Unidos justo en un momento en que Occidente busca castigar a Rusia por la guerra de Ucrania.

«En mi opinión, todo gira en torno a Xi: quiere demostrar cuánta confianza tiene en sí mismo a nivel interno y ser visto como el líder internacional de las naciones opuestas a la hegemonía occidental», dijo George Magnus, autor de «Red Flags», un libro sobre los desafíos del líder chino.

«En privado, imagino que Xi estará más ansioso por saber cómo va la guerra de Putin y, de hecho, si Putin o Rusia están en juego en algún momento en el futuro cercano, porque China todavía necesita un liderazgo antioccidental en Moscú», señaló.

Rusia sufrió su peor derrota de la guerra este semana, abandonando su principal bastión en el noreste de Ucrania. La profundización de la asociación «sin límites» entre la superpotencia en ascenso de China y el titán de los recursos naturales de Rusia es uno de los desarrollos geopolíticos más intrigantes de los últimos años, y que Occidente observa con ansiedad.

Rusia, que en su día era el socio mayoritario en la jerarquía comunista mundial, tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, se considera ahora un socio menor de una China comunista resurgente que, según las previsiones, superará a Estados Unidos como la mayor economía del mundo en la próxima década.

Aunque las contradicciones históricas abundan en la asociación, no hay indicios de que Xi esté dispuesto a abandonar su apoyo a Putin en el enfrentamiento más serio de Rusia con Occidente desde el apogeo de la Guerra Fría.

Por el contrario, los dos líderes de 69 años están profundizando sus lazos. El comercio se disparó casi un tercio entre Rusia y China en los primeros siete meses de 2022.

La visita «muestra que China está dispuesta no solo a continuar con ‘los negocios como siempre’ con Rusia, sino incluso a mostrar un apoyo explícito y acelerar la formación de un alineamiento más fuerte entre China y Rusia», dijo Alexander Korolev, profesor titular de política y relaciones internacionales en UNSW Sydney.

«Pekín es reacio a distanciarse de Moscú incluso cuando se enfrenta a graves costes de reputación y a los riesgos de convertirse en objetivo de sanciones económicas secundarias», agregó.

Xi Supremo

Se espera que Xi rompa con los precedentes en el congreso del Partido Comunista que comienza el 16 de octubre y se asegure un tercer periodo de liderazgo de cinco años.

Mientras que Xi se ha reunido con Putin en persona 38 veces desde que se convirtió en presidente de China en 2013, aún no se ha reunido con Joe Biden en persona desde que este último se convirtió en mandatario de Estados Unidos en 2021.

La última vez que Xi se reunió con Putin fue en febrero, pocas semanas antes de que el presidente ruso ordenara la invasión de Ucrania, que ha dejado decenas de miles de muertos y ha sembrado el caos en la economía mundial.

En esa reunión, en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno, Xi y Putin declararon una asociación «sin límites», apoyándose mutuamente en los enfrentamientos sobre Ucrania y Taiwán con la promesa de colaborar más contra Occidente.

China se ha abstenido de condenar la operación rusa contra Ucrania o de calificarla de «invasión», en consonancia con el Kremlin, que califica la guerra de «operación militar especial».

«El mensaje más importante no es que Xi apoye a Putin, porque ha quedado bastante claro que Xi apoya a Putin», dijo el profesor Steve Tsang, director del Instituto de China en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de Londres.

«La mayor señal es que él, Xi Jinping, va a salir de China por primera vez desde la pandemia en el periodo previo al congreso del partido. Si hubiera conspiraciones contra él, ahora es cuando se producirían. Y está claro que confía en que los complots no van a tener lugar porque está fuera del país», indicó.

Xi, hijo de un revolucionario comunista, se dispone a conseguir un histórico tercer periodo de liderazgo en el XX Congreso del Partido Comunista que comienza el 16 de octubre. La última vez que salió de China fue en enero de 2020, antes de que el mundo entrara en el bloqueo de COVID.