Cuando ocurrió el desastre nuclear de Chernóbil en Ucrania en 1986, no sólo fue una catástrofe para los humanos. Con la nube radioactiva que emergió de la explosión, la fauna del lugar también sufrió un terrible golpe que mató o lastimó a un gran número de especies animales que rodeaban el área.

Pero ahora, casi tres décadas después, la población de animales de la Zona de Exclusión de Chernóbil está prosperando de forma positiva, a pesar de la radiación persistente que aún permea el paisaje.

El hecho de que todos los residentes humanos del lugar se hayan ido tras el desastre – creando un hábitat salvaje libre de los impactos negativos que nuestra especie representa para los animales – parece estar teniendo buenos resultados para los animales.

De acuerdo con un equipo internacional de investigadores, el resurgimiento de los alces, venados, jabalís y lobos en la Zona de Exclusión de Chernóbil – de 4,200 kilómetros cuadrados – muestra que el desastre nuclear, de alguna forma, tuvo un lado bueno para las poblaciones animales del área.

Es importante recalcar que los hallazgos no son una evaluación en los impactos de la radiación en los animales – simplemente son una medida empírica de la población recabada por los censos y encuestas en helicóptero realizadas en el área afectada. Con los métodos utilizados, los investigadores descubrieron que muchas poblaciones silvestres eran incluso superiores a las que existen en reservas naturales.

“Estos datos únicos que muestran un amplio rango de animales prosperando a kilómetros de un gran accidente nuclear ilustran la resistencia de las poblaciones de vida silvestre cuando están libres de las presiones de los asentamientos humanos,” aseguró el coautor Jim Beasley, de la Universidad de Georgia.

Los resultados, publicados en el diario Current Biology, son un fuerte recordatorio de los efectos adversos que los asentamientos humanos tienen en los animales en su entorno natural. Aunque ciertamente Chernóbil era tóxico – a la larga, parece ser que la presencia humana es incluso más dañina para las poblaciones silvestres.

Los investigadores enfatizan que el hallazgo no significa que la radiación sea buena para la fauna, sólo que los efectos de la habitación humana, incluyendo la cacería, ganadería, agricultura y silvicultura, son aún peores.