Identificar un posible ataque cerebral (ACV) y acudir a tiempo al centro médico es fundamental para alcanzar las mejores chances de sobrevida, calidad de vida y reducir el riesgo de discapacidad.

Los principales signos a los que debemos estar alerta son:

– Debilidad en un brazo, pierna o ambos

– Ceguera o trastornos visuales en un ojo

– Inestabilidad en la marcha

– Dificultades para hablar

– Asimetría en el rostro

– Principales Factores de Riesgo para sufrir un ACV

-No modificables o no tratables:

-Pertenecer al sexo masculino (mayor incidencia que en la mujer)

– Ser mayor de 65 años

– Ser de raza negra

 Modificables o tratables:

– Hipertensión arterial

– Colesterol elevado

– Diabetes

– Tabaquismo

– Obesidad

– Fibrilación Auricular

– Sedentarismo

– Elevado consumo de alcohol

 

AHORA TAMBIÉN SE TRATAN LOS ATAQUES CEREBRALES POR CATETERISMO

Una nueva técnica por cateterismo permite tratar los ataques cerebrovasculares isquémicos con mejores resultados que los conocidos mediante la terapia estándar con medicación trombolítica (fármacos que disuelven el coágulo).

Numerosos trabajos publicados avalan el éxito de este procedimiento, que ya se está realizando en algunos centros médicos de la Argentina.

Así lo informaron desde el Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI) y auguraron un vertiginoso crecimiento de la llamada ‘angioplastia intracerebral con trombectomía mecánica’, una intervención mínimamente invasiva semejante a la angioplastia coronaria.

Hasta hace algunos años, el único tratamiento inmediato disponible para el ACV isquémico, que es el más frecuente, era la administración de fármacos fibrinolíticos, que son medicamentos cuya función es disolver el trombo que está ocluyendo el vaso.

Sin embargo, su nivel de efectividad -medido en sobrevida, grados de discapacidad y calidad de vida- es muy bajo, por lo que la llegada de nuevas alternativas de tratamiento abre un espectro de esperanza para las personas con stroke.

Una investigación sobre 196 pacientes, publicada en el New England Medical Journal en junio de este año, concluyó que la independencia funcional del paciente después del tratamiento -sumado a la administración del fibrinolítico- era de 60% con la nueva intervención, contra 35% en aquellos tratados únicamente con fármacos.

En otro trabajo publicado en la misma revista médica en enero de 2015, que incluyó a un grupo de 500 pacientes más comprometidos, se vio una relación del 32,6% con la nueva técnica contra 19,1% con fibrinolíticos.

Además, el porcentaje de territorio isquémico que había experimentado reperfusión (recuperación por eliminación de la obstrucción) a las 24 horas era mayor en el tratamiento con angioplastia que en el de administración del fármaco.

El cardioangiólogo intervencionista, Alejandro Cherro, vicepresidente del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI), aseguró «con el desarrollo y la difusión de la Angioplastia intracerebral con trombectomía mecánica, se espera obtener mejores resultados y disminuir la mortalidad y discapacidad por esta patología».

«La técnica consiste en la introducción de un dispositivo hasta el sitio donde se encuentra el émbolo (trombo) que ocluye al vaso y aspirarlo mecánicamente para que se libere la luz de esa arteria. Es una intervención muy similar a la que se utiliza en el corazón ante un infarto agudo de miocardio», señaló Cherro.

Tal como describió el neurocirujano Pedro Lylyk, presidente del Colegio Argentino de Neuroradiólogos Intervencionistas (CANI), «para la realización exitosa de la trombectomía intracerebral, se requiere en primer lugar recibir el paciente a tiempo, ya que muchas veces llegan tarde a la guardia médica y el procedimiento deja de ser efectivo».

«Por otro lado, es importante contar con un equipo humano capacitado disponible las 24 horas del día, los 7 días de la semana, los 365 días del año», indicó Lylyk.

El ACV constituye la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad en la población adulta.

Se produce por el inicio súbito de un déficit neurológico debido a un trastorno generalmente agudo de la circulación sanguínea en el cerebro. Los hay de dos tipos: hemorrágico o isquémico.

El primero es comúnmente denominado derrame cerebral y se da en el 20 por ciento de los casos de ACV; en general, es causado por hipertensión arterial o debido a la ruptura de un aneurisma o malformación vascular.

El ACV de origen isquémico es el más frecuente y se origina por la oclusión en una arteria cerebral a causa de un trombo (coágulo de sangre).

«Preferimos hablar de ‘ataque cerebral, o cerebrovascular’ y no de ‘accidente cerebrovascular’, ya que se puede prevenir, y no es un accidente aquello que pudo haberse evitado cambiando algunas conductas, como por ejemplo el control de la hipertensión y del colesterol elevado, el tabaquismo, la obesidad y el estrés, entre otros», dijo Ignacio Previgliano, especialista en neurología y terapia Intensiva y ex presidente de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva.

Si bien la incidencia del ACV es menor a la del infarto agudo de miocardio (IAM) -se estima que llegan a la guardia 1 ó 2 casos de stroke por cada 10 infartos-, la ventana de oportunidad, que es el tiempo desde que comienzan los síntomas hasta que deja de ser efectivo el tratamiento, también lo es.

Mientras que en el infarto la ventana oscila entre 6 y 12 horas (de acuerdo a las opiniones Divididas de distintos grupos de investigadores), la del stroke va de 3 a 5 horas.

Adicionalmente, la persona que padece un ACV demora más en acudir en busca de asistencia médica que la que sufre un IAM.

Esto posiblemente sea debido a la sintomatología menos reconocible, que generalmente incluye debilidad o adormecimiento de un brazo, una pierna o ambos, ceguera o trastornos visuales en un ojo, inestabilidad en la marcha, dificultades para hablar y asimetría en el rostro, entre otros.

Esta nueva técnica se realiza mediante la introducción de un catéter desde la ingle por la Arteria femoral o desde el antebrazo por la arteria radial hasta llegar al cerebro.

El equipamiento necesario es similar al utilizado para una angioplastia coronaria, sumándose tecnología de imágenes (tomógrafo y/o resonador magnético); sin embargo, el dispositivo es diferente y requiere de un entrenamiento específico.

«Si bien por ahora son pocos los centros médicos de la Argentina que realizan las angioplastias cerebrales, los resultados son tan alentadores que se espera un crecimiento importante para los próximos años», agregó Cherro.

La administración de fibrinolíticos tiene indicación médica siempre y cuando el episodio haya ocurrido cómo máximo en las 3 horas anteriores; de lo contrario, no corresponde la utilización de estos fármacos.

En contrapartida, «la intervención por cateterismo se puede realizar hasta 8 horas después del comienzo de los síntomas en algunas ocasiones, y entre 12 y 24 horas en aquellos casos en que medianteimágenes se puede establecer que el déficit todavía es reversible con el uso del procedimiento», explicó Lylyk.

«La angioplastia intracerebral con trombectomía mecánica puede ser realizada por Neurocirujanos endovasculares, Cardioangiólogos intervencionistas o Neuroradiólogos intervencionistas, trabajando en equipo con Neurólogos clínicos, especialistas en Imágenes y Neurointensivistas, lo importante es que estén entrenados y especializados en el uso de la técnica», concluyó Cherro.

Entre las complicaciones posibles de este procedimiento endovascular, están las hemorragias Intracerebrales, que se presentan entre el 5 y el 10 por ciento de los casos.