Por Diego Caputo

Inaugurado en 1917 en una ciudad en plena expansión, el Cine Imperial forma parte de una serie de edificios ubicados sobre una de las arterias más vitales de Rosario. La escasa protección patrimonial municipal no lo protege de ser convertido en una torre de más de veinte pisos, mientras días atrás avanzó la iniciativa en la Legislatura santafesina para expropiarlo y convertirlo en cine público.

El proyecto presentado por la diputada provincial Mónica Peralta, integrante del GEN-Frente Progresista Cívico y Social, surge a raíz de la iniciativa que diversos sectores de la sociedad buscando organizarse para evitar su desaparición. La iniciativa fue juntando adhesiones a través de la plataforma Chance.org bajo la consigna “Salven al cine Imperial”, donde pidieron por la recuperación del edificio.

El proyecto fija en su artículo 1 que se “declarase de utilidad pública y sujeto a expropiación el inmueble ubicado en la calle Corrientes 425”, mientras que más adelante establece que el bien “tendrá destino a la preservación del patrimonio histórico arquitectónico e historia de la provincia, así como la realización de actividades culturales y artísticas con eje en la experiencia cinematográfica y/o audiovisual”.

La iniciativa ahora deberá contar con el acompañamiento y la firma de la mayoría de los legisladores, pasando antes por una serie de comisiones, y luego conseguir la aprobación en el recinto. Más adelante será el Ejecutivo quien tendrá a su cargo el contralor y la efectividad de la expropiación.

La concejala de Iniciativa Popular, Fernanda Gigliani, en diálogo con Conclusión, fue contundente al afirmar: “Hoy dependemos de una ley provincial para expropiar. Una ley que declare el interés social del inmueble, y a partir de allí que la Legislatura lo vote, y a partir de ahí se avanza con la expropiación”.

En esa misma línea fueron varios los pedidos de informes desde el Concejo requiriendo respuestas sobre el estado de conservación y el grado de protección del edificio del Imperial. “El inmueble está dentro del catálogo de protección. Tiene una protección 2B que protege el “envolvente”; es decir que tienen una obligación sí o sí de conservar su fachada, de procurar recuperar sus elementos ornamentales”, sostuvo Gigliani, añadiendo que la preocupación surgió “a partir de un artículo periodístico donde se adelanta que en ese inmueble se va a llevar adelante un proyecto de viviendas de dos torres de 22 pisos, y donde ya vimos un cartel de demolición”.

 

Joya de la ciudad

La calle Corrientes es una de las principales arterias comerciales de Rosario. El corredor concentra parte del patrimonio histórico más representativo de la ciudad. Desde la escuela Normal N°1 Nicolás Avellaneda hasta su desembocadura en la fusión de Jujuy y Wheelwright, su tramo más fuerte es el que se extiende entre San Juan y San Lorenzo.

El área acumula varias joyas arquitectónicas y símbolos rosarinos, entre las que se destacan la Bolsa de Comercio, el ex Cine Imperial, el ex Hotel Roma, la casa Castagnino, Sanguinetti y Cía., el Normal N°1 y Plaza Sarmiento.

La sala del Imperial llegó a tener una capacidad para 1.000 espectadores y fue la primera en la ciudad en contar con un sistema de aire acondicionado. Allí funcionó hasta la proyección de su última película, en 1987.

Fue inaugurado en 1910 en Corrientes 126 bajo el nombre de Café Imperial Cinematográfico. En 1912 mudó sus instalaciones a Corrientes 451 y cambió de denominación, pasando a llamarse Biógrafo Imperial. Recién en 1917 sus titulares compraron los terrenos de Corrientes 425, donde se erigió en forma definitiva como uno de los íconos cinematográficos de una ciudad que seguía en expansión.

Siempre se destacó la fachada art deco del Imperial -que incluso mereció elogiosas palabras del arquitecto catalán Oriol Bohigas, el proyectista del Parque España, en su visita a la ciudad.