Fotos y video: Hernán Cabrera

 

Por Guido Brunet

Vecinos de barrio Godoy de Rosario generaron un espacio de contención para los niños de la zona, en el cual ofrecen una copa de leche, huerta, talleres y práctica deportiva. De la nada y a pulmón, sin ayuda de ningún gobierno ni institución, los propios vecinos se organizaron para darle forma a “Potrero La Escondida”, ubicado en Rivarola al 8000.

El lugar era un basural, pero con el esfuerzo de los vecinos se transformó en una cancha de fútbol, donde tres veces por semana se realiza la práctica de fútbol supervisada por jóvenes del barrio. Al lado, se creó una cancha de fútbol-tenis. Y a unos metros, una huerta comunitaria, en la que los vecinos pueden trabajar la tierra.

 

También los habitantes de la zona conformaron un taller textil, en el que varias mujeres realizan distintas prendas: confeccionan barbijos así como otros elementos que venden en el barrio.

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Además, desde el espacio se proponen ofrecer apoyo escolar a los niños del barrio. Para eso piden ayuda a la Municipalidad para la donación de útiles escolares. También solicitan de diferentes elementos como pelotas o palas para trabajar la tierra.

 

Godoy para muchos vecinos es un «barrio olvidado» por los diferentes gobiernos. Ya que son muchas las carencias que azotan al lugar. El principal problema es la falta de agua. Para obtener el líquido deben acercarse a un caño en la calle, con el que llenan cubas para poder contar con agua. A su vez, solicitan mayor limpieza, iluminación y la pavimentación de dos cuadras.

«Lo hacemos todo a pulmón. Los vecinos mantenemos limpio el terreno, pero necesitamos que la Municipalidad esté presente», comentó uno de los jóvenes que llevan adelante el proyecto.

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Diversión y contención

El lugar representa un espacio de contención para los niños del barrio de todas las edades, que tres veces por semana acuden a las prácticas de fútbol. Pero también los adultos, tanto hombre como mujeres, acuden a la huerta y al taller textil.

Uno de los impulsores del proyecto, Franco Montiel, comentó a Conclusión que “la idea es gestionar talleres, hacer cursos para sacarlos de la calle y generar acá un espacio de contención”.

El proyecto nació hace un año en medio de la pandemia, cuando las restricciones por la enfermedad hicieron estragos en los bolsillos de los vecinos. Muchos de ellos perdieron sus trabajos -en su mayoría, changas-, por lo que la ayuda mancomunada de las personas del barrio se volvió imprescindible.

 

“Fue muy dura la pandemia, se cortaron las changas y así surgieron las ollas populares y la copa de leche”, describe Montiel, quien se anima a soñar y proyectar un polideportivo para que el barrio cuente con un espacio de esparcimiento y entretenimiento, tanto para niños como adultos.

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Por lo pronto, la próxima actividad que se planea desde el colectivo es la que tendrá lugar el Día del Niño, en el que se brindará chocolatada con galletitas, juegos y algunas “sorpresas”.

“La mayoría de los niños del barrio participan, también vienen de otros barrios, tratamos de que los chicos no lleguen a cosas malas como las que ofrece la calle. Acá se sienten contenidos y se divierten”, cerró Montiel.