Por Guido Brunet

El que busca encuentra. En Rosario por más que muchos no sepan se pueden encontrar gran cantidad de tesoros en las calles. Basta con observar atentamente y dedicarle mucho tiempo y esfuerzo.

Un ejemplo es lo ocurrido hace unas semanas en las playas de la Rambla Cataluña, donde un joven halló una macuquina, una moneda de la época colonial. El chico fotografió el descubrimiento, pero más tarde lo perdió. Días después, gran cantidad de personas se convocaron en el lugar para intentar -sin éxito- recobrar el metal.

En Rosario son unas cincuenta las personas que se dedican a esta actividad como aficionados, algunos comparten grupos virtuales, en el que intercambian información constantemente. Y cada tanto organizan búsquedas en lugares determinados de la zona. En sus recorridas han localizado balas de cañón, partes de armas, estribos, balas, hebillas y medallas jesuíticas.

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Uno de los detectoristas de la ciudad es Damian Abraham, quien con el correr de los años ha podido reunir gran cantidad de objetos producto de sus búsquedas durante casi veinte años. Un pasatiempo lleno de historia, ya que tan solo con un objeto se pueden reconstruir hechos pasados, algunos sucedidos en milenios anteriores.

 

 

En su coleccción se pueden encontrar: macuquinas del 1700, puntas de flecha de más de 2.500 años de antiguedad, encontradas en el sur de la provincia; rocas de boleadoras, en Melincué; un trozo de una campana colonial de la zona de Carreras (Santa Fe). Desde España, el recolector trajo monedas centenarias. La colección se completa con un rifle Remington calibre 43 de 1866 y sables de 1860 utilizados durante la “Conquista del Desierto”, adquiridos a diferentes personas.

En diálogo con Conclusión, el hombre comentó que “la búsqueda de objetos es mi pasión desde pequeño, iba por los campos buscando pedazos de piedra y me llamaba la atención la forma que tenían”. “Con los años compré el detector y me lancé a buscar metales”, explica Abraham.

 

Pero más allá del aparato que detecta metales, siempre está el ojo del buscador para diferenciar un objeto valioso de una basura. “A veces te encontrás con un cascotito sucio y cuando lo limpias te das cuenta que es una medalla muy antigüa”, señala el detectorista.

El hombre relata que se fue a vivir a España cuando llegó la crisis de 2001, de donde conserva gran cantidad de objetos antiguos hallados, y cuenta que “volví en el 2012 cuando el país estaba un poco mejor”.

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Con respecto a su rutina, detalla que se levanta temprano, se va a un lugar elegido previamente, se lleva un sandwich y se allí busca elementos históricos durante todo el día. Aunque aclara que realiza esta actividad cuando se lo permiten sus obligaciones laborales y su vida familiar.

 

“Investigo por internet, busco historias, batallas, fuertes, fortínes, me gustan los lugares de coloniales, de la época de la conquista. Hay gente que le gusta ir a las playas a buscar monedas o anillos, a mí me gusta la historia”, expresa Damian.

Con respecto a qué tipo de elementos le gustaría encontrar en estos momentos, indicó: “Me gustaría ir por el río ahora que está bajo, porque podés encontrar cosas de batallas navales”.

En los elementos de gran antigüedad hallados en la ciudad se puede descubrir parte de los acontecimientos del mundo y el país. ¿De quién habrán sido esas macuquinas? ¿Qué habrán comprado con las monedas romanas, cuando una vida valía un pedazo de metal? ¿Con quién se habrán usado esas armas de la «Conquista del Desierto»? Es que cada objeto esconde un trozo de la historia.