La esquina de Tucumán y Corrientes volvió a lucir su tradicional buzón pintado de rojo, uno de los pocos que siguen en pie en la ciudad de Rosario y recuerdan a un pasado que quedó trunco, pero que representa mucho desde lo simbólico para los rosarinos más grandes.

«Para nosotros el buzón fue, como el cartero, la cara visible del correo. Así como el ventanillero que atiende al público, el buzón marcaba la presencia en todos los barrios, en épocas de apogeo hemos llegado a tener más de 90 buzones en toda la ciudad de Rosario, hoy deben quedar menos de 30. Con el paso del tiempo y la concesión del 1997 a 2003, los buzones fueron desapareciendo», contó el secretario de Correos, Walter Palombi.

Sobre el uso operativo del buzón, el encargado detalló: «La persona iba, ponía la estampilla en la carta y la tiraba ahí adentro. Más tarde pasaban los recolectores de buzones, empleados que iban con los móviles del Correo, y recolectaban la correspondencia».

«Muchas veces el buzón fue importantísimo porque la gente que se encontraba un documento o una billetera tirada en la calle, lo tiraba ahí, eso venía al Correo, pasaba a la sección Expedición (actualmente el Centro de Tratamiento Postal), donde se hacía el acomodamiento de la correspondencia y se distribuía a las distintas sucursales», dijo.

En este marco, agregó que «antes era costumbre que la gente vaya al Correo a preguntar si por casualidad no habíamos encontrado su documento robado o perdido. En el último tiempo, muchos buzones han sido salvajamente destruidos«.

«Incluso denunciamos lugares donde la gente los tenían para adornar un patio o un jardín. Hace cuatro años detuvieron a un matrimonio que, con un buen auto, se estaba robando el buzón de Córdoba y Santiago», sostuvo en diálogo con Conclusión.

Y siguió: «Si uno repasa las películas de antaño, en la mayoría de ellas va a aparecer un personaje apoyado a un buzón. Siempre fue algo simbólico para nosotros, ahora la mayoría no está en funcionamiento, excepto los que están en las puertas de las sucursales».

«El tema es más profundo, a partir del golpe de estado del 24 de marzo de 1976 se desreguló el mercado postal, durante el gobierno de Menem se la transformó en una sociedad anónima. En nuestro caso particular nunca pudieron privatizarlo por la lucha que dimos los trabajadores en el Congreso», apuntó Palombi en un tono más crítico.

Sobre esta circunstancia, subrayó que «le buscaron la vuelta y la concesionaron, que fue lo mismo que una privatización, con la única diferencia de que solo bastó un decreto de Néstor Kirchner para sacarle el Correo a la familia Macri y recuperarlo al Estado».

«Hace años que venimos bregando para que haya una ley de marco regulatorio postal que indique qué tarea puede hacer cada uno de los prestadores que están en el país, porque es totalmente injusto así. Todo lo que tiene que ver con la paquetería grande y a los lugares más recónditos del país lo mandan por Correo, pero para lo otro eligen las privadas. Seguimos peleando para estar en condiciones competitivas como tiene que ser«, cerró.

Una triste historia que rodea al buzón

El buzón de Corrientes y Tucumán había sido intervenido en homenaje al policía Mauro Mansilla, asesinado el 8 de marzo de 2016 en su cumplimiento del deber. El 8 de septiembre de 2016 al cumplirse 6 meses del asesinato del suboficial Mansilla la Ong “Rosario Feliz” realizó un homenaje en su memoria.

Por estos días, con la remodelación y ampliación de la vereda par de Corrientes al 400, los trabajadores debieron remover la estructura. Fue restaurada y pintada en su color original, para emplazarla nuevamente en su histórico lugar, la ochava de Corrientes y Tucumán. Si bien ya no cumple con la función de antaño, es parte de la vida cotidiana de quienes transitan por esa zona del centro rosarino.