Por Santiago Fraga

A través de la resolución 7/2019, publicada en el Boletín Oficial el pasado 1 de febrero, el Ministerio de Educación de la Nación informó los valores de la beca Progresar, siendo los mismos que en 2018 a pesar del 47,5% de inflación del año anterior. Esto significa que los montos van desde los 1.250 pesos para las carreras no estratégicas, en un escalonado hasta los $4.900 para carreras consideradas estratégicas como, por ejemplo, arquitectura o ingeniería.

En términos reales, la caída de los valores de la beca para terminar estudios obligatorios desde que fue puesto en marcha, en 2014, son de un 94% para estudiantes primarios y secundarios (valor actualizado de $900 a $1.250) y un 70% en universitarios ($2.300), elevándose el requisito de acceso, sin distinción de desigualdades sociales de origen y recortándose además de 12 a 10 cuotas por año.

Por esto último incluso se considera que la devaluación del programa es aún mayor, ya que la última actualización de los montos había sido en 2015 y el año pasado, si bien la cuota mensual tuvo un aumento, la reducción de la cantidad de cuotas hizo que esa suba no sea real, según precisó Lucía Cirmi Obon, economista y ex coordinadora del Progresar, al medio Página/12.

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“No alcanza para poder estudiar y sobre todo teniendo en cuenta que en la Universidad Nacional de Rosario seguimos en una emergencia estudiantil en donde tenemos deserción récord desde 2016 hasta esta parte”, indicó a Conclusión el secretario general de la Federación Universitaria de Rosario, Manuel Leiva.

Es que el congelamiento de los valores de la beca (que anteriormente era programa y su cambio a su forma actual lo incompatibiliza con la adquisición de otro tipo de beca nacional, entre otras cosas) resulta un enorme problema para los 7.800 estudiantes beneficiarios que concurren a la Universidad Nacional de Rosario, que ven cada vez más difícil costearse los estudios. Esto último resulta extremadamente preocupante, sobre todo para los que ya están “en la cuerda floja” y teniendo en cuenta que en la UNR en 2016 hubo 19.175 estudiantes menos, una cifra de deserción récord histórica, superando incluso a las de 2001 y 2005.

Al respecto, Leiva indicó que no se pueden bajar esos índices “porque tampoco hay una política contracíclica de la deserción y la situación económica no mejora”. No obstante, apuntó que “hay otra forma de resolver estos problemas” ya que “el ajuste y la crisis no son para todos”, y ejemplificó con la abismal diferencia entre las ganancias de las exportadoras y los estudiantes y trabajadores.

“Mientras a nosotros nos aumentan todas las tarifas o nos congelan la beca, que le salva la vida a 7.800 compañeros, hay un discurso de que hay que hacer fuerza, que hay que aguantar el momento, que lo peor ya pasó. Pero, si nos ponemos a hacer cuentas finas y estudiamos la realidad, en este caso, de Santa Fe, unos pocos se llevan todo y a nosotros nos congelan el Progresar. Por ejemplo, las ocho empresas más importantes que exportan cereales (Cargill, Dreyfus, Bunge, AGD, Cofco, etc.) facturan 1.810.726 pesos por minuto. Ese minuto equivale a 77.200 pasajes de colectivos. Es decir, en un minuto de las cerealeras, se financia un viaje gratuito para toda la Universidad Nacional de Rosario”, expuso el referente de la FUR, agregando que incluso está trabado “por el senador Armando Traferri” un proyecto “para cobrarles 72 centavos cada mil pesos a las cerealeras en concepto de ingresos brutos”.

“Nosotros con este congelamiento del Progresar no podemos imaginar otra cosa más que estudiantes dejando la UNR y haciendo un círculo vicioso, donde entre menos estudiantes hay menos necesidad de profesores, entre menos profesores menos presupuesto, y entre menos presupuesto universidades más chicas con una cabeza mucho más elitista”, culminó.

Por todo esto, los estudiantes realizaron una solicitud al Rector de la Universidad Nacional de Rosario, Héctor Floriani, para que interceda ante el gobierno y se actualicen los montos que permiten a muchos seguir estudiando.

“Necesitamos que sea intermediario e intérprete de este sentimiento, que es la necesidad de aumentar el programa de becas al ritmo de la inflación, porque sino los compañeros que están en la cuerda floja, que dependen de esa pequeña asistencia (porque es pequeña, no termina de resolver de fondo nada) para financiar algún tipo de gasto que tengan (como puede ser que el financiamiento del transporte o los apuntes del primer o segundo cuatrimestre de cursado) que les permite estar por lo menos un poco más aliviado para poder seguir estudiando”, detalló Leiva, para luego añadir que el Rector “tiene que tener una perspectiva contracíclica de la deserción para poder resolver este problema de fondo, que es que la UNR tiene deserción récord y que el Gobierno nacional sigue ajustando en la economía”.