Por: Osvaldo La Spina

Es uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad. Enclavado en la esquina de bulevar Oroño y Avenida Pellegrini, el Museo Castagnino es un ícono de la cultura rosarina. En el último tiempo, fue más noticia por su cambio de color en la fachada que por su función en sí. Por eso, Conclusión llegó hasta el museo para recorrerlo y para ver cómo, de a poco, vuelve a su color primerizo en su exterior.

«Fue polémico pero también fue lindo porque todos se preguntaron qué es y qué no es una obra de arte», destacó mariana Lafuente, encargada de Prensa y Difusión del Museo Municipal de Bellas Artes Juan Castagnino.

«Y fue eso una obra de la artista Mariana Tellería. Hizo una propuesta artística que era pintar de color negro para que el Museo tome visibilidad hacia el exterior en el marco de ampliación. Me gustaría aclarar que a raíz de esto la ciudadanía se quejó por los gastos realizados. Pero nada que ver. Existe una empresa muy conocida que nos provee la pintura en forma gratuita cada vez que realizamos algo relacionado con el arte de estas características», expresaron desde el Museo.

«Estamos contentos por las visitas que se reciben a diario; si bien está abierto de 14 a 20 todos los días, las escuelas primarias y secundarias pueden pedir un turno telefónico para programar las visitas guiadas y no solo hablar sobre las obras sino de los artistas que son muchos por suerte», comentó la titular del área de Prensa.

«El patrimonio que posee en la actualidad es de más de 4.200 obras, que la hace a la Colección Castagnino+Macro a una de las más completas de la región, contando con la colección de arte contemporáneo argentino más relevante a nivel nacional», agregó Lafuente.

El Museo Castagnino+Macro, principal museo de Bellas Artes de la provincia de Santa Fe, es considerado hoy uno de los museos más destacados del país.

Su primera sede, el Museo Municipal Juan B. Castagnino, surge de la colaboración entre el gobierno municipal y la iniciativa de un grupo de intelectuales y coleccionistas de arte de principios del siglo XX, cuyo desafío fue hacer de Rosario un polo cultural trascendente para el país.

El Museo Castagnino es la sede que contiene la colección histórica, heredada del primer Museo de Bellas Artes inaugurado en 1920 y acrecentada a lo largo del siglo XX gracias a la generosidad de numerosos donantes, destacándose los legados de las familias Castagnino y Astengo, las adquisiciones hechas por los gobiernos, tanto municipal como provincial, y las realizadas desde la Fundación Castagnino.

El incremento de su patrimonio, debido a un plan permanente de adquisiciones, resultó en la necesidad de contar con un nuevo edificio, razón por la cual surge el Museo de arte contemporáneo de Rosario: el Macro.

El Macro fue inaugurado el 16 de noviembre de 2004 y es considerado un símbolo del cambio permanente. Su edificio, unos antiguos silos restaurados al límite de la barranca del Paraná, muestra su actitud de riesgo al ubicarse en un lugar estratégico, compartir el vértigo del cambio constante, como el río. Su fachada, decidida a no estancarse, se anima a mutar acorde a las nuevas tendencias.