JUEVES, 03 DE OCT

En las conductas violentas “hay una influencia social de contagio”

Numerosos casos colman a diario la crónica policial. Golpes, puñaladas y balazos son algunas de las opciones que eligen los individuos para resolver los conflictos. En diálogo con Conclusión el psiquiatra forense, Carlos Elías dio algunas pautas sobre violencia doméstica. 

Por Alejandra Ojeda Garnero

La crónica policial diaria da cuenta que muchos conflictos de la vida cotidiana finalizan de la peor manera, llegando a casos extremos como terminar con la vida de la persona con la cual se mantiene alguna diferencia.

Las causas que originan el pleito son las más diversas, desde una mirada que no gustó, pasando por problemas con una medianera, un caño roto o la música fuerte pueden ser el detonante para el inicio de una discusión que con el paso del tiempo puede ir in crescendo hasta llegar a un desenlace trágico.

Para desentrañar el tema y tratar de comprender y en cierta forma prevenir o hacer reflexionar sobre algunas conductas Conclusión dialogó con el psiquiatra forense Carlos Elías que brindó, a través de su vasta experiencia (27 años) trabajando en el Cuerpo Médico Forense de Tribunales, algunas pautas para entender el fenómeno de violencia doméstica.

En este sentido el profesional explicó que “la intervención nuestra en violencia doméstica es para determinar si la persona actúa bajo influencia de alguna enfermedad mental o si lo hace bajo su libre voluntad y albedrío”, y en la mayoría de los casos “no lo hace por una enfermedad mental”, es decir que podría haber resuelto en conflicto de otra manera.

En cuanto a las causas que provocan determinadas reacciones violentas en algunas personas dijo que “hay una influencia social de contagio». «Si fulano de tal mató a golpes a la mujer, es porque se puede hacer. Entonces se puede inferir que hay un ‘contagio’. Estos casos tan tremendos aumentaron porque se imitan las conductas. Fulano le pega yo también le puedo pegar”, explicó el profesional.

De este modo “queda demostrado que las leyes no sirven para prevenir el crimen, el aumento de la pena para el femicidio o las modificaciones de Blumberg aumentaron las penas y el delito no bajó, con la declaración de femicidio como homicidio calificado lejos de disminuir, aumentó. Esto demuestra que hay una idea que se cree que de un plumazo se resuelven las cosas”. La persona que comete delito no está pensando en el Código Penal.

Con respecto a campañas de prevención debe evaluarse por expertos en tal temática y determinar hacia dónde apunta y qué metodología. En relación a “la restricción de acercamiento” dijo que se puede pensar que “si no existiesen esas medidas en vez de 100 crímenes habría 150, es sólo una especulación” de alguien que vio muchos casos de violencia familiar.

Es frecuente en los últimos tiempos, la presencia de casos policiales entre vecinos, amigos, familiares o conocidos que terminan con la agresión física. En muchos casos para poner fin al pleito, se recurre a los golpes, puñaladas o disparos de arma de fuego, que en ocasiones terminan con la vida de una persona. Pero ¿Por qué la gente reacciona violentamente ante la presencia de un problema?

Al respecto, Elías manifestó que según su experiencia “lo que hemos observado es que en casi la totalidad de los casos los golpeadores y homicidas carecen de patología mental. Son personas que estaban capacitadas para actuar de otra manera. No han sido llevados por un impulso irresistible de una enfermedad mental. El sentido común dice que la gente que nosotros vamos evaluando, que tiene problemas con la adición, con cuestiones delictivas o problemas con la ley son personas muy carentes, vulnerables que ya están jugadas de alguna manera. Son carentes de amor y en los casos de adictos con muy poco interés en dejar de drogarse. Y la droga va frecuentemente asociada a la violencia”.

De todos modos no existe una regla y como ejemplo, el psiquiatra citó que “si tomamos cien individuos que no se drogan, a lo mejor hay diez violentos, pero si tomamos cien individuos que se drogan, seguramente son muchos más. Están los que consumen y no son violentos y los que no consumen y son violentos. No se puede afirmar que es violento el que se droga o si la droga hace al violento, probablemente es una sumatoria de cosas,  entonces puede pasar que el que consume no es violento”.

Sin embargo, el profesional reflexionó que en general la violencia está instalada en la sociedad, desde tiempos remotos, de todos modos destacó que “parece haber aumentado el nivel de violencia en la resolución de conflictos, pero el mundo siempre fue muy violento, mucho más que ahora, incluso. Hubo dos guerras mundiales, Vietnam, Camboya, Los Balcanes. ¿Dónde hubo un mundo sin violencia?, se preguntó y al mismo tiempo se responde a sí mismo que “los romanos eran violentos de por sí. Existía la modalidad de resolver todo con la violencia, eso no es de ahora”.

En cambio, destacó que “lo que sí aumentó es la violencia doméstica, mucho más que en otras épocas”, reflexionó.

Por otra parte, remarcó que “la Justicia es un mundo de violencia, la gente se acerca cuando hay un problema, un pleito que  puede ser, entre dos vecinos por una medianera, por violencia doméstica, por un homicidio, un robo, violaciones. Este es un mundo (la Justicia) donde se ve expuesta más que en ningún otro lugar la violencia. Y la experiencia en ver violentos, nos demuestra que la gran mayoría, casi la totalidad son personas imputables, que han elegido ser violentos. No hay un designio, ‘este pobre hombre nació con una personalidad violenta’. Después habría que discutir la personalidad si a uno le vino como herencia desgraciada o favorable o si se fue forjando desde su niñez. Puede ser una combinación de cuestiones casi genéticas y otra que es cultural, social, de aprendizaje”, reflexionó.

En cuanto a la personalidad no existe una teoría única, cómo explicar, por ejemplo que hermanos que crecieron en el mismo entorno tengan rasgos de la personalidad completamente diferentes, ante este interrogante el profesional citó  “que es la teoría del abanico, personas con aparente historia igual son totalmente diferentes y personas con historias totalmente diferentes son muy parecidos. Esa es la multidiversidad, no hay un determinismo lineal en la personalidad, es muy complejo el proceso de crecimiento, de desarrollo y de formación de la persona”.

En relación a la creciente ola de violencia que afecta a la sociedad en su conjunto, subrayó que “la miseria es tremenda, pero la violencia ha excedido a las clases sumergidas. Es difícil tomar un par de elementos para decir esto viene por esto o por lo otro”,  y agregó “otros dicen que viene porque las leyes no son severas, eso se escucha siempre ‘una vez que entra no tiene que salir más, hay que darle 150 años de cárcel’, y pensar que con las leyes se va a resolver, no es así, eso no sirve para nada” porque “el que comete delito no está pensando en la punición, lo hace y después piensa en lo que hizo. Prueba de ello son que las leyes se han endurecido y los delitos no bajaron. Ahora quieren bajar la edad de imputabilidad, pero la pena no es la solución”, precisó.

La toma de conciencia de los derechos individuales en algunos sectores de la sociedad puede ser uno de los detonantes, los seres humanos ya no son tan dóciles y se resisten a someterse a la autoridad del otro. Como ejemplo, Elías citó algunos casos de la vida cotidiana, que se pueden dar en el seno de un hogar, como puede ser que “el hombre quiera mantener relaciones sexuales con su mujer y ella no quiere, entonces él se siente herido en su machismo y reacciona violentamente, tal vez antes no se resistía y hacía lo que él quería”, especuló.

Por otro lado, la violencia entre vecinos “aumentó notablemente, y uno de los factores puede ser el efecto contagio, imitar conductas”, y en este sentido, aseguró que “no es poco importante la prensa en este sentido, los medios de comunicación son más importantes de lo que uno se imagina, generan modos de pensar, de sentir, de dialogar, ocultan cosas para que aparezcan otras más banales y a la inversa. La prensa exhibe un mundo violento, incluso más de lo que realmente es”, remarcó el psiquiatra.

En relación a la prevención o detección de estas situaciones o individuos violentos, el profesional indicó que en general “esto ya viene con el hecho consumado”, y agregó “en todo caso si alguien toma una medida y se le da intervención a la Justicia, puede ser que intervengan a tiempo pero eso es una minoría. La mayoría se desencadena en un ámbito cerrado donde no hay acceso del Estado”, subrayó.

En cuanto a la forma en que se manifiestan las personas violentas, ¿es posible distinguir o detectar algunos rasgos o comportamientos para prevenir un posible ataque?

Las personas violentas tienen, en general, algunos rasgos y entre ellos el principal es que “cuentan con un desequilibrio entre el reflexionar y el actuar”, es decir que primero actúan y luego reflexionan sobre lo que hicieron.

Sin embargo, aclara el médico, “la expresión ‘te voy a matar’ se ha popularizado como una ‘simple’ amenaza, más allá de una eventual concreción”.

De todos modos, resaltó que “en los casos extremos, es obvio que entre los que amenazan hay más que cumplen que entre los que nunca amenazan”.

Por lo tanto, añadió que “el que profiere amenazas es más fácil que actúe, que el que nunca ni siquiera le pasa por la mente decir algo así”.

En consecuencia, ¿cuáles son los detonantes que provocan la ira en una persona y lo ciega a tal punto de cometer un delito?.

Al respecto, Elías aseguró que “cualquier cosa puede ser el detonante de una conducta agresiva”, pero resaltó que “nada justifica la violencia. Pero obviamente hay provocaciones y cuando la vida de un ser querido está en peligro hay reacciones que son esperables en todo ser humano”, indicó Elías para diferenciar de otras situaciones.

En tal sentido, aclaró que “en otros casos, el detonante puede ser la forma de actuar de una persona y la otra se siente agredida, la ofensa al pudor, las amenazas, una interpretación errónea de algo que hizo el otro. Otros factores pueden ser internos, como la inseguridad, el rencor, el recelo, la impotencia”.

La diferencia reside en que “frente al mismo factor desencadenante, una persona actúa con violencia y otra con reflexión”, apuntó Elías, y a la vez aclaró que “la mayoría de la gente reflexiona y no llega al acto de violencia, pero lo cierto es que se vive en un estado en el que se cree que todo se resuelve con violencia y eso es falso. Muchas cosas se resuelven sin violencia, la mayoría de la gente es buena”, precisó el especialista.

Sin embargo, Elías afirmó que “la experiencia dice que la marginalidad favorece la acción, en cambio en la cultura del aprendizaje, la palabra reemplaza al hecho violento, es decir quién sabe hablar, en el cabal sentido de la palabra, tiene muchas menos posibilidades de actuar con violencia porque una persona, primero se habla a sí misma y dice ‘qué gano yo agarrando a trompadas a este imbécil’ y se responde ‘me gano que me van a juzgar por lesiones’, entonces la persona traga saliva, medita. Tiene otra realidad quién ha leído, quién conoce. Las condiciones de vida de alguien, siempre son absolutamente significativas en sus actos”, detalló.

“Lo cultural tiene mucha incidencia”, si bien las condiciones socio-económicas influyen en las posibilidades de desarrollo de las personas, no resultará lo mismo si un ser humano recibe contención, amor, educación que si no lo hace. La experiencia muestra que estos factores influyen de manera determinante en las conductas humanas.

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