Por Vanesa Pacheco

En la urbe rosarina se tiende a preservar las antiguas obras públicas como parte del Patrimonio Cultural y esto pasó con la estación Rosario Central, que mantiene la estructura original del lugar, donde hoy funciona “La Isla de los Inventos”. El viejo edificio, al presente es un lugar turístico que depende de la Secretaria de Cultura y la gente puede disfrutar de un sitio público dónde conserva la impronta de una estación de trenes original.

“Este espacio se constituye como un centro cultural de la infancia y funciona desde el año 2003. Completa su oferta a la comunidad con espectáculos, presentaciones, trayectos formativos y propuestas para la investigación y allí trabajan alrededor de sesenta personas”, relató a Conclusión Marina Mesanich, del área de Comunicación del Tríptico de la Infancia.

“Lo más valioso es que mediante la Secretaría de Cultura, la antigua estación Rosario Central mantiene vagones, boleterías, vías y el techo original, que con eso te lleva a la metáfora del viaje en sí, dónde la gente puede visitar y volver el tiempo atrás”, sostuvo Marina.

La Isla de los Inventos es un lugar público ubicado en Wheelwright 1402 que recibe grupos de escuelas, turistas y público en general los viernes, sábados, domingos y feriados de 14 a 19 horas.

En los alrededores de dónde supo ser la estación de trenes se reconstruyeron restaurantes y lugares de recreación, estacionamientos y parques con mucho verde. Lugares ideales para el contacto con la naturaleza, la preservación y ampliación de prados para el uso públicos.

De la línea del tiempo al abismo de Rosario Oeste

Rosario Oeste es una estación de ferrocarril que está ubicada en la calle Paraná 1350 y presenta un estado de abandono notorio. Conclusión recorrió el lugar, donde sólo funciona el paso del tren Belgrano Carga y el personal que trabaja es el que protege las barreras cuando la formación pasa, mayormente con azúcar.

En el viejo edificio solo funciona un destacamento policial y la oficina del guarda a cargo de los empleados ferroviarios.

En el momento de la visita apenas encontramos un trabajador que no quiso dar su nombre, pero contó que trabaja desde el año 1984.

“Cuando entré a trabajar al ferrocarril había 300 máquinas y en 1990 disminuyó a 77 en total, con las que están en reparación”, destacó el ferroviario.

Además recordó: “En los 80´ un tren de Ledesma (Jujuy) con azúcar demoraba cuatro días y pasaban todos los días; pero en los 90´ la demora alcanzó a 15 días de viaje para llegar a Retiro con la carga, y cada vez fueron pasando menos, por el mal estado de las vías y la extensa demora”.

Con cierta nostalgia en su rostro contó que “hubo un bajón muy grande de los ferrocarriles de carga entre 2001 y 2008, pero actualmente con la llegada de las máquinas chinas va a ir creciendo”, se esperanza el trabajador.

Todos los días pasa un tren de carga a Retiro, y otro sale desde Rosario sin horario fijo.

En la inmensidad de la estación durante los fines de semana hay una biblioteca popular donde ofrecen muestras y talleres culturales para la gente.

Los vecinos de la zona transitan entre medio de las vías, algunos pasean los perros y otros cruzan apresurados con bolsos de almacén en la mañana de un día soleado de primavera.

La estación del primer tren a Buenos Aires

Las estaciones ferroviarias son ejemplos de racionalidad constructiva como la emblemática terminal Rosario Norte, inaugurada en 1885. Esta emblemática terminal, fue desde donde salió el primer tren que unión a Rosario con Buenos Aires, en aquella época.

Esta vía permite que Rosario esté conectada con el resto del país mediante dos empresas que realizan transporte de pasajeros. Una de ellas, Trenes de Buenos Aires S. A., de lunes a domingo se puede viajar en tren saliendo de Rosario a Retiro. La otra empresa, Ferrocentral, lleva a la capital del país, Córdoba y Tucumán.

Rosario Norte fue una estación fantasma a partir de los ‘90, gracias a esa famosa política de «Ramal que para, ramal que cierra». Sin embargo desde que la Municipalidad de Rosario hizo un acuerdo con Ferrocarriles Argentinos e instaló en la estación la Secretaría de Cultura, esta volvió a tomar vida y se recuperó completamente. El edificio ha sido restaurado como el original.

Además desde 2014 funciona un nuevo Centro de Documentación Rápida (CDR) de lunes a viernes de 8 a 20. Tiene 20 puestos totalmente digitales donde se toman las huellas, la firma y la foto de modo digital y en minutos la persona gestiona el DNI o pasaporte.

Antes de Carlos Menem

Pedro Oscar Silva tiene 78 años, es rosarino y entró a trabajar en el ferrocarril en el año 1962, cuando tenía 22 años de edad. Durante cinco años trabajó de peón en Rosario Norte, la estación de trenes que está ubicada en la avenida Aristóbulo del Valle en su intersección con la calle Callao, en Pichincha.

Silva recuerda que durante esos años era el auge de los trenes mixtos, donde se cargaba y se descargaba pescado, jaulas de gallina, huevos y había gran cantidad de pasajeros.

Luego pasó a trabajar como peón de tren de carga, apuntador y cambista, en las playas donde preparaba los furgones y hacía maniobras a los coches.

La última función fue de guarda de pasajeros en el año 1992, cuando llegó la restructuración de los ferrocarriles y tuvo que optar por el retiro voluntario, luego de treinta años de servicio.

“Me dolió irme del ferrocarril, pero tuve que seguir laburando y dejar la nostalgia de lado para empezar de nuevo, porque había una familia que mantener”, expresó el ex guarda de Ferrocarriles Argentinos.

“Con el gobierno de Menem fue un desastre, no me daba la edad para jubilarme y tuve que reinventarme, tras treinta años de servicio y con una indemnización que no me duró nada. Los pueblos murieron, y se perdió el valor del trabajo para muchas generaciones”, resaltó.

Silva sigue viajando en tren desde Rosario a Córdoba con su esposa por 120 pesos los dos como jubilados, pero espera que se pueda volver al uso frecuente del tren para unir el país y sea un transporte alternativo con las vías en mejor estado. “Ojalá mis nietos puedan disfrutarlo, no creo que viva para esa época”, enfatizó.

Entre Gabino Sosa y el Che Guevara

La antigua estación Rosario Central Córdoba conserva su señorío y sus delicadas líneas estilo francés de los años 20, tras una reciente restauración.

El imponente edificio del boulevard 27 de Febrero y Juan Manuel de Rosas, por dónde supo transitar el tren que llegaba al puerto, actualmente funciona la administración de la empresa estatal Belgrano Carga, con sus diferentes secciones como Finanzas, Recursos Humanos, Vía y Obra. Allí trabajan alrededor de 16 personas de lunes a viernes de 6 a 18 horas.

Además, en el lugar está instalado el museo de la “Asociación Amigos del Riel” presidida por Rolando Maggi, quien contó sobre el pasado y la actualidad de los trenes en el país. El presidente de la (Asociación) entidad sin fines de lucro, relató que el mítico museo abre sus puertas los sábados de 17 a 20 horas para visitar parte de la historia, que data del año 1988.

El espíritu del Museo es el Reloj central de la estación, parámetro irrefutable de la hora exacta en tiempos donde no existían los celulares para llegar a horario. También hay montada una playa de trenes en miniatura, coches, rieles, mapas y elementos de la época donde el tren fue de uso frecuente y habitual para unir el país.

Central Córdoba es la estación de trenes ubicada al sur del centro de Rosario, y en las inmediaciones del Parque Yrigoyen, con la cercanía del club de fútbol que lleva su nombre, y la escultura en homenaje a Ernesto «Che» Guevara.

El centenario edificio declarado Patrimonio Histórico de la provincia es el punto de encuentro de los vecinos que se relajan a tomar sol, pasear las mascotas y tomar mates, mientras los niños corren en la galería restaurada de un maravilloso lugar rodeado de verde, con sus vías casi invisibles.

Conclusión recorrió el lugar y habló con vecinos que se mostraron contentos de que la restauración se haya realizado, y esperan que con el tiempo funcione algo más para los vecinos, y no sea solamente un lugar de oficinas.

Yamila es vecina del barrio, y contó que durante mucho tiempo estuvo totalmente abandonada la estación, pero ahora “es común que la gente venga a tomar mates, o como yo a traer a mi perro para que corra”, indicó.

Más adelante, otra familia con chicos pequeños y muy revoltosos estaban en el borde de la galería, mientras los niños juegan con total seguridad. “Antes había palomas muertas, estaba todo sucio, los vidrio rotos y el pasto alto”, contó María, una abuela que lamenta no esté otro vecino para contar más acerca del lugar.

Las estaciones de tren de Rosario son pertenencia cultural y construcciones edilicias con fachadas particulares de años donde hubo potencia laboral, social y económica en el país. En cada una de ellas, hay una señal que refleja nostalgia, decadencia y proyectos inconclusos por los cambios de gobiernos que lo dejó trunco.