Por Federico Vega

Con más de 400 personas siguiendo su relato atentamente, la hermana Guadalupe brindó un testimonio de vida impactante, de dolor, muerte y esperanza. En el marco de la visita de la misionera de la Orden del Verbo Encarnado a la ciudad de Rosario, se organizó una charla en el Club Social Argentino Sirio. El tema: la desinformación creada en torno a la realidad de este pueblo, que sufre desde hace más de cinco años una guerra atroz.

Estuvieron en el Salón Siriano los representantes de las diferentes confesiones símbolo de la colectividad, la Iglesia Ortodoxa San Jorge, la Iglesia Católica San Jorge y la Asociación Islámica de Rosario; también el rector de la UNR, representantes del Concejo Municipal y otras asociaciones árabes hermanas.

El convencimiento de las palabras y el testimonio de la hermana Guadalupe no solamente son necesarias sino imprescindibles en un contexto de olvido de lo importante. Porque es un mensaje de fe y esperanza, aún en el contexto más desolador que ofrece el presente.

Comienzos

La hermana María Guadalupe Rodrigo, una religiosa de la Orden del Verbo Encarnado, nacida en Villa Mercedes, provincia de San Luis, hizo su toma de hábitos en San Rafael, Mendoza. Profesó sus votos perpetuos en Jerusalén y reside hace muchos años en una de las ciudades más características de la inmigración árabe siria: Aleppo.

“Es una emoción poder estar aquí y digo esto porque llevo aquí varios meses fuera de mi tierra, en Siria. Yo soy Argentina, entonces encontrarme en casa es una enorme emoción. Quiero decirles que solamente soy una transmisora de lo que está pasando allá, el testimonio es de ellos», inició su alocución. Y prosiguió: «Nací en San Luis, allí hice la escuela primaria, secundaria y empecé la universidad, pues estudiaba economía, una carrera que no tenía mucho que ver con mi actual actividad. Empecé la carrera con mucho entusiasmo, pero ya en ese primer año fui notando que no era eso lo que me llenaba el alma . No sabía qué era lo que buscaba, ese vacío me tenía preocupada hasta que hice un retiro espiritual y me di cuenta que Dios me estaba llamando a consagrarme completamente a él, a la vida religiosa, la vida misionera, yo tenía 18 años. Fue un instante que me hizo completamente feliz, ese instante dura hasta el día de hoy 23 años que no se ha interrumpido».

Por primera vez en tierras santas

«Después de los años de preparación, de formación, de estudio, uno va perfilando para que lugar va a partir, yo sinceramente no me imaginaba que iba a terminar en medio oriente, ni lo soñaba. Fue un día entonces que vinieron mis superiores y me propusieron si quería ser parte de la comunidad que partía para medio oriente, en aquel momento era a Belén, año 1996. Desde luego acepté, cómo no iba a querer ir a Belén, tierra santa, por supuesto dije, claro vamos», contó. «Estuve dos años allí, y después me destinaron a Egipto, estuve 12 años ahí, una misión muy intensa, un gran tarea apostólica, un hermoso trabajo. Tuve cargos en la congregación, viajaba mucho, tenía varias comunidades de hermanas a mi cargo en diferentes lugares, Siria, Irak, El Líbano, Jordania, Israel, mucho trabajo. Pasados estos doce años de intenso trabajo, terminé agotada, con mi salud bastante resentida. En ese momento luego de tres períodos a cargo de mi función, es cuando mis superiores me piden que busque un lugar tranquilo donde pueda descansar, reponerme», enumeró la hermana.

Siria

«Y yo elegí ir a Siria. Es decir, no puedo echarle la culpa a nadie, y esto lo cuento, para que se den una idea de lo que era Siria. Un país donde realmente uno podía ir descansar. Porque sobre todo, en general en medio oriente aun cuando es tierra cristiana, los cristianos son una minoría perseguida, sino perseguida, discriminada. Esto en Siria no pasaba, allí los cristianos y musulmanes llevaban una convivencia pacífica. Había en un grupo de amigos dos musulmanes y dos cristianos, cosa que yo no había visto nunca, y eso se percibía en el ambiente, se respiraba y por eso digo que era un lugar muy calmo, muy tranquilo ideal para descansar». «Los gobernantes no impusieron la ley islámica como ley civil, es un gobierno laico por eso había un respeto por las minorías religiosas. Por un lado, el bienestar religioso era mal visto por otros gobiernos o por sectores extremistas, pero además podemos hablar del bienestar económico de Siria, un país próspero. Siria no tenia deuda externa, independiente económicamente, autosuficiente podemos llegar a decir, no necesitada prácticamente nada. Si tuviera que graficarlo diría que  Siria no estaba bajo el zapato de nadie, pero se las han arreglado para que Siria termine bajo el zapato de alguien».

La única primavera a la que le sigue un crudo invierno

«¿Qué pasa a partir de 2011? ¿Qué sucede con este país que cuenta con estos niveles sociales, que tenía bienestar económico? Ciertamente sabemos que había sectores que podían estar descontentos, claramente no era el ciento por ciento de la población a favor de su presidente, pero eran grupos minoritarios. Y no eran grupos que querían más apertura, más democracia, sino que buscaban más fundamentalismo, más intolerancia. Tenemos este cuadro, este panorama, había trabajo, prácticamente no había desocupación, no había inseguridad, ¿pueden entender esto con la situación que vivimos aquí en Argentina? Para poner un ejemplo, quiero contar que cuando comenzó la guerra la gente comentaba: ‘ahora que estamos en guerra están robando celulares, yo decía, pero recién empiezan por los celulares, son bebes de pecho'», afirmó Guadalupe.

«Entonces ¿era una sociedad en la que podíamos pensar están a punto de salir a la calle porque la situación no se aguanta más? Uno que vive ahí, empieza a entender como esto se fue montando desde afuera. ¿Y por qué? Porque los occidentales  tenemos un problema, y es que juzgamos al oriente con nuestro criterios. Entonces escuchamos la palabra dictadura, y decimos pobre gente que vive bajo una dictadura. Esto fue pensado y diagramado para dirigir a  la opinión pública mundial. Como si los árabes, como si los sirios, hubieran tenido algo que envidiar a las seudo-democracias de occidente. Y entonces comienza lo que van a llamar primavera árabe, primavera que decimos para los árabes no tiene nada primaveral, ellos dicen es la única primavera en la que después viene el más crudo invierno», recordó.

«En 2011 comienzan las primeras manifestaciones en Siria, ustedes recordarán comienzan en un pueblo muy pequeño del sur del país, comienzan los disturbios. Se empieza a mostrar que como en un efecto dominó, también el pueblo sirio se manifiesta y pide democracia en este marco de las primaveras árabes. Nosotros veíamos la calle vacía, las plazas tranquilas», contó en su relato.

«Entonces lo que para la prensa eran manifestaciones pacíficas, luego son directamente acciones terroristas. Así siguen avanzando, tomando pueblos, organizaciones de la cuales el Estado Islámico es la más famosa pero son muchas, lo que las une es crear en todo el mundo una sola nación islámica. La intolerancia de estos grupos, que tienen el objetivo religioso político de crear un califato en la región y luego llegar a Europa, esto es lo que realmente buscan», expresó.

«Estos grupos son los que vemos adelante, los que llevan a cabo las masacres, pero detrás de ellos están quienes no se muestran. Son los que financian estos grupos, los que les suministran armas, los que provocaron la guerra los que la sostienen, por los intereses económicos. Entonces cuando escuchamos en la televisión a los grandes de esta tierra, los occidentales que se llenan la boca hablando de terrorismo y de libertades ya sabemos que son ellos mismos los que están armando a los terroristas», afirmó la hermana.

Los medios y la negación de la realidad

«Y llevamos años así, el pueblo sirio está siendo silenciado, no solamente está sufriendo por la guerra y la persecución. Porque una de las cosas que le duele al pueblo sirio es el abandono de occidente, la tergiversación de la información, que se hayan hecho cómplices con su silencio. Estando en pleno siglo XXI, con internet, los teléfonos celulares como puede ser posible que no se sepa que una ciudad de cinco millones de habitantes está siendo bloqueada, sitiada de esta manera. ¿Eso puede ser un error? No, esto estuvo pensado desde el comienzo», contó. «Como se soluciona esto, ¿recibiendo refugiados? De acuerdo, abrimos las puertas de nuestra casa, pero ¿hasta cuándo? ¿Es esa la solución?».

«Cuando salió la foto de este niño muerto en las costas griegas fue noticia, me preguntaban ¿qué piensa usted hermana de lo que está pasando en Siria? De lo que está pasando hace años preguntará usted, contestaba yo. Entonces claro, cuando la gente se pregunta, el mundo se cuestiona, se corre el riesgo de que la gente llegue a la conclusión de que lo que está pasando en Siria es una guerra, una masacre, que hay persecución, entonces una vez más los que manejan todo esto se las arreglaron para entretenernos con otra cosa, los refugiados. Y ahora el tema es: los refugiados».

La guerra y la fe

«Y después de esos ataques, casi duplicábamos la cantidad de fieles en la iglesia en las misas diarias. Nosotras decimos no son misas cantadas, son lloradas, porque todos tenían algún herido en el hospital, alguna víctima en su familia. Esta gente cuanto más sufre más reza. La prueba es más grande, más oración, más gracia, más los persiguen más creen. No reniegan de su fe, pese a lo que les pasa, descuartizaciones, chicos enterrados vivos, violaciones».

Y para el final, hace una conclusión: «Pese a todo si me preguntan qué testimonio traigo, yo digo el testimonio de la sonrisa y de la sonrisa verdadera, porque soy testigo de que sonríen con el alma, es la fe la que nos hace sonreír con el alma, no son sonrisas plásticas, sonrisas de perfil de Facebook. Esta gente sonríe , son las sonrisas que extraño».