Por Guido Brunet

A veces la paternidad llega de la forma en que menos se la espera. Puede darse de maneras tradicionales como por vías poco convencionales. Es que hay hay tantos caminos para ser padre y ejercer la paternidad como hombres con hijos en el mundo.

En el caso de Sebastián, tuvo a cinco hijos, del corazón. Ya que junto a su mujer  adoptaron a tres hermanos de Rosario y dos de Haití. En total tres nenas y dos varones.

El hombre recibió a Conclusión en su domicilio de Granadero Baigorria y contó la historia que atravesó unido a Paula, y los obstáculos que debieron afrontar para poder construir eso que añoraban desde hacía años, una familia.

Luego de un año de tratamientos, el matrimonio decidió continuar por el camino de la adopción. Para ello, se inscribieron en cinco registros diferentes: Santa Fe (en Rosario y San Lorenzo), Tucumán, Misiones y Mendoza.

«Antes éramos mi mujer y yo solos y luego empezaron a llegar los chicos. Fue una experiencia alucinante», describe Sebastián las sensaciones que vivió al poder conformar su gran familia. «Es como un vacío que se llenó», resume.

 

Paciencia

No hay muchas más palabras que paciencia para describir cómo sobrellevaron esos años de búsqueda. Ya que la pareja debió afrontar un duro proceso legal para poder superar cada paso burocrático. «Teníamos el número 500 en Rosario. Así que era muy difícil conseguir una chance», dice Sebastián.

Por lo tanto, ante la interminable espera que, según cuenta, difícilmente desembocaría en un final feliz, la pareja decidió recurrir a la adopción internacional. Fue por esto que dieron con una abogada de Buenos Aires, especialista en la materia.

Siete años atrás, la pareja comenzó el trámite , el cual demoró exactamente el tiempo estipulado previamente, cuatro años. Pero su camino se cruzó con el de tres hermanos de Granadero Baigorria. «En ese tiempo aparecieron los tres primeros. En medio de tanta locura llegaron los chicos«, relata Sebastián, quien se encuentra cerca de cumplir los 45 años.

«Lo bueno que tienen ahora los hace chicos felices«

La pareja se enteró de la situación de los hermanos que necesitaban un hogar e inmediatamente inició los trámites el Tribunal de Menores. Al poco tiempo pudieron recibir a los chicos, de entre uno y cinco años en aquel momento, bajo la figura de «Familias Solidarias», condición que mantuvieron durante tres años.

Luego, se les brindó la guarda provisoria y actualmente esperan por el papel que selle la adopción, que, según cuentan «debería llegar en poco tiempo». «Para algunos el cambio fue muy grande. Más allá de lo que pudieron pasar antes de llegar, lo bueno que tienen ahora los hace chicos felices«, menciona el padre.

De Haití a Rosario

El pedido de adopción internacional, por su parte, demandó unos tres años. Los chicos estaban en un orfanato y cuando obtuvieron la condición de adoptabilidad, Paula viajó una semana a Haití a buscarlos. Sebastián se quedó en casa junto al resto de sus hijos.

No había nadie que haya hecho adopciones internacionales en Rosario. «Por eso presentamos el pedido en el juzgado. Y empezó la papelería y las pericias, lo que tardó tres años en salir de Argentina», detalla Romero.

«La ley no regula la adopción internacional. Entonces uno tiene que pelear con la ley y hacer amparos«, puntualiza su mujer. «Y depende el juez que te toque si sale rápido o no». «Aunque en general las adopciones internacionales demoran menos que las nacionales. Acá lleva seis años, en Haití, dos», cierra Paula.

Los niños haitianos arribaron con tres años y medio uno, y cinco otro. Y actualmente las edades abarcan entre los 8, 10 y 11 años los de Rosario y 7 y 10 los de Haití.

 

El encuentro entre todos los hermanos, como cada vez que llega un nuevo niño al hogar, tuvo sus bemoles. «Primero hubo muchos celos», cuenta el padre riéndose. «Todos estábamos muy ansiosos y los chicos querían tener hermanos, pero cuando llegaron empezaron los celos. Aunque al poco tiempo se volvieron muy compañeros. Ahora estamos muy unidos, es como tener un jardín de infantes«, narra Sebastián.

«Los chicos querían tener hermanos, ahora estamos muy unidos, es como tener un jardín»

En cuanto a los chicos que llegaron desde Haití, el hombre comenta que «tienen un gran amor y apego diferente para con nosotros por el lugar de donde vienen. Valoran mucho lo que tienen, como el agua, por ejemplo, un bien poco común en su país«. Aunque recalca que desde la familia se intenta inculcarles su origen a los niños.

Padres por adopción

El matrimonio comparte la pasión por la música, ya que el hombre toca el piano en diversas agrupaciones de jazz, folclore y rock, mientras que Paula además de manejar su empresa de autopartes, enseña guitarra en su casa.

Con las voces de niños de fondo, Sebastián no puede ocultar su emoción al hablar de sus hijos. «Fue una alegría tremenda. Es como cuando armas un rompecabezas, pero te falta la última pieza. Y cuando la conseguí sentí que estaba completo. Es algo maravilloso. Y una experiencia nueva».

«Ser padre por primera vez es fuerte. Fue una gran alegría para nosotros y para los chicos también. Cuando llegaron y vieron la casa, los animales, fue una cosa tremenda. Y es muy lindo saber que ellos están bien, que están contenidos, tienen afecto, cariño, una casa, comida, todo», señala Sebastián.

«Es algo para todo la vida. El sentimiento nunca va a cambiar. Pueden ser los mejores o pueden cometer errores, pero el vínculo siempre va a ser el mismo». A lo que Paula acota: «La paternidad también es una adopción, es un vínculo».

Sebastián propone a todos los futuros padres no pensar en la edad, origen o nacionalidad de los niños a adoptar. «Hay que ser menos egoístas» y «perder los prejuicios», pide el hombre. «Les diría también que piensen en los chicos y no en uno. Hay que adoptar a los que realmente están solos, que hay muchos», destaca Sebastián.

«Es como cuando armas un rompecabezas, pero te falta una pieza, y cuando lo conseguí sentí que estaba completo»

La otra pata de este proceso es el Estado, que «debería cambiar y agilizar las leyes para que la cuestión sea más rápida porque los que sufren son los chicos», continúa el músico.

A tal punto llega la lentitud del proceso que aún faltan los documentos de los chicos haitianos para que tengan la ciudadanía y puedan llevar el apellido de su padre. Aunque reconoce que a pesar de las dificultades que debieron atravesar, «nos fue bastante bien dentro de todo, no a todo el mundo le sale de esta forma».

 

Sebastián vive la paternidad como un ejercicio diario y constante, sobre el que debe incorporar conocimientos a cada paso. «Aprendes a guiarlo, acompañarlo, poner límites, que es difícil, pero lo tuvimos que asimilar».

Por último, al festejo por el Día del Padre, Romero cuenta que «va a venir mi viejo y lo vamos a disfrutar juntos con los chicos. Va a ser una sensación muy rara. Porque cuando yo le decía feliz día a mi viejo no sabía qué sentía, pero desde hace varios años, siento lo mismo».

«Pienso disfrutar este día ya que este momento hay que guardarlo, debido a que se da una vez por año nada más», cierra Romero, quien demuestra que más allá de las diversas formas de llegar a ser padre, a fin de cuentas la paternidad tiene más que ver con los lazos de amor que con los sanguíneos.