Por Alejandro Maidana

Aquel viernes 23 de junio cambiaría las vidas de dos familias de manera abrupta. David y Emanuel eran dos jóvenes trabajadores que la noche anterior habían decidido salir a divertirse y jamás pensaron que horas más tarde podrían encontrar su muerte.

David Campos tenía 28 años, era metalúrgico y estaba gozando de su auto cero kilómetro obtenido en cuotas con mucho sacrificio. Emanuel Medina (32 años) tenía un local de venta de celulares en la zona centro. Ambos habían edificado una relación de amistad por más de 10 años. Una aparente denuncia de un vecino al 911 por la presencia de un vehículo con la música a muy alto nivel, desencadenaría un final devastador.

“David era un pibe bárbaro. Lo que hicieron estos 19 malvivientes disfrazados de policías no tiene nombre. Aún no pueden decirme por qué le empezaron a disparar desde el primer momento. Tengo la certeza de que ellos no se detuvieron por miedo”,  señalaba conmovido Germán Campos, hermano de David.

“Todo esto lo comienza la motorizada. Tengo la certeza de que los amenazaron y tanto David como Emanuel se asustaron y decidieron huir. Lo que sucede a posterior es abominable. Después de chocar contra un árbol, son acribillados sin mediar palabra. Esa versión no sólo la especifica el fiscal Spelta, hay vecinos que la ratifican. Los vidrios del auto estaban subidos, no existieron ni el secuestro ni el intercambio de disparos como argumentaban estos miserables que le arruinaron la vida a dos familias”, enfatizaba.

El trabajo, el fútbol, la familia y sus amigos. Para ellos vivía David, un pibe de barrio al que le arrebataron un sinfín de sueños: “Mi hermano era muy trabajador. El haber tenido que soportar el escarnio de los grandes medios de comunicación para con su persona fue muy doloroso. Repartía su vida para con la familia, le encantaba el fútbol, jugaba un torneo en una de las ligas baigorrienses con su equipo “Amigos Imeca”. Era un hijo, un hermano y un compañero maravilloso”.

En su relato, Germán hace hincapié en el destrato que sufren aquellos que se movilizan desde los barrios hacia su lugar de trabajo. Aquellos que están para garantizar seguridad, suelen llevar adelante prácticas alejadas de lo legal. “Invitaría a los medios masivos de comunicación, a esos mismos que estigmatizaron a mi hermano, a que vengan a cubrir el accionar de la policía y de gendarmería en los barrios obreros. En lo particular debo soportar cacheos violentos cada vez que me paran con mi moto, la misma que utilizo para movilizarme hacia mi lugar de trabajo. Deben frenar esta desbocada violencia estatal, hoy somos nosotros pero mañana puede ser cualquiera de todos ustedes” remarcaba.

El viernes 30 de junio al cumplirse una semana del lamentable suceso, se llevo a cabo la primera movilización que elevaría un grito desde lo más profundo del alma en pedido de justicia. Referido a la misma Campos decía “Por suerte no estamos solos en esta lucha tan dura y pesada que tenemos que dar, sabemos que enfrente tenemos al estado, pero contamos con las fuerzas necesarias para no claudicar. La Multisectorial contra la Violencia Institucional, partidos políticos, diferentes gremios, familiares de víctimas y vecinos de toda la ciudad, fueron los que nos acompañaron en nuestra primera marcha. Aun no pude llorar a mi hermano, aun no pude hacer el luto, lo voy a hacer cuando consigamos justicia por él y por Emanuel, no vamos a parar”.

Los 19 efectivos que participaron de la persecución seguida de muerte, hoy cumplen tareas administrativas. Ninguno fue apartado de la fuerza. El fiscal Spelta tiene en su poder la llave que puede abrir nuevamente esta caja de pandora que tiene a la institución policial nuevamente en la mira.

En septiembre del 2014 era asesinado en un caso con asombrosas similitudes Ivan Mafud, por el hecho 7 policías cumplen arresto preventivo a la espera del juicio. La sociedad vuelve a ser interpelada, la realidad vuelve a golpear duro. La violencia institucional debe cesar definitivamente.