El barrio de Pichincha se caracteriza, actualmente, por el auge de los locales gastronómicos y la nocturnidad. Se trata del lugar de esparcimiento y diversión más elegido por los rosarinos.

Sin embargo, para los vecinos del lugar, año tras año, es toda una odisea poder vivir, mayormente a partir de dificultades surgidas por abusos por parte de algunos comercios en torno al cumplimiento de normas, situación que torna imposible la convivencia.

Ruidos molestos, ocupación del espacio público por parte de los bares, suciedad durante los fines de semana y la inseguridad -que atraviesa toda la ciudad- forman parte del paisaje urbano de un barrio que se convirtió en uno de los puntos neurálgicos de la noche rosarina. A esto se suma, según denuncian vecinos, intimidaciones hacia quienes denuncian estas situaciones.

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«En algunas calles del barrio hay bares que todavía mantienen el esquema de ordenamiento de mesas dispuesto en la pandemia, por lo que es frecuente encontrar que el espacio de los mismos se continúa en la calle, dificultando el paso de los vehículos y la gente«, dijo a Conclusión Guillermo, un vecino que prefirió que no se publique su apellido debido a las amenazas sufridas por algunas personas.

«Lo más reciente que tuvimos fue el intento de instalación por parte del Municipio de una cantina bailable en Alvear al 100, en pleno centro de manzana. Una locura por donde se lo mire. Por pedido nuestro, el pedido de habilitación fue rechazado», continuó.

Otra cuestión importante es la de los ruidos molestos, que dificultan el descanso de la zona. Sobre ello, indicó: «Hay locales que tienen habilitación para acompañar con amenización musical, pero hay otros que violan la norma y exceden el volumen permitido, provocando contaminación sonora. Hay gente que se ha tenido que ir de sus casas por esto».

Siguiendo con la temática de los bares, expresó: «Es impresionante como queda la basura de ellos en la calle y se acumula alrededor de los contenedores, un asco».

Además, como en toda la ciudad, la inseguridad también es reinante en la zona. Guillermo sostuvo: «Hace unos quince días hubo disparos por la zona de Ovidio Lagos y Güemes, quedaron las marcas de las balas. Hay calles con poca iluminación que se transforman en una boca de lobo».

«Acá el principal problema es la falta de control, llamás y te dicen ‘no puedo hacer nada’. La Guardia Urbana Municipal (GUM) viene, observa, hace presencia, pero no fiscaliza nada, cada uno hace lo que quiere, nadie se hace cargo. Hay una clara connivencia con el Municipio, sino no se explica», concluyó el vecino.