Vecinos de barrio Pichincha se organizaron para elevar un reclamo a la Municipalidad de Rosario ante la falta de controles en los bares de la la zona. Según señalaron, las personas que concurren no respetan los protocolos de cuidado y hacen ruido hasta altas horas de la noche, lo que impide el descanso de varias familias.

María Soledad es una de las vecinas de Pichincha que firmó el poder con el cual pretendieron resguardarse, mediante la ley 10.000, de la falta de controles municipales y del «desmadre en el que se ha convertido el barrio».

El reclamo es arrastrado desde hace tiempo y tuvo como destinataria a la gestión de la entonces intendenta Mónica Fein, pero el escenario -dicen- tampoco no mejoró con la administración actual. «Considero que no ha cambiado en nada y que en algunas cosas incluso ha empeorado la situación del barrio. Pichincha se ha convertido en un lugar en el que no se duerme de noche y de día tampoco se puede estar en casa sin ruido», contó María Soledad.

«El bullicio de la ciudad es permanente y atenta contra la paz. Esta administración, a pesar de haber prometido mucho, hizo mucho menos que la anterior», aseveró.

Daniela Bilessio es vecina de Porter Pichincha, un bar ubicado en Güemes 2520, y lleva dos años y medio sin poder dormir tranquila junto a su familia. «Buscamos que la Municipalidad nos de una solución con respecto a los ruidos molestos, porque habilitaron un bar que tiene un lugar VIP y un patio que da a nuestros dormitorios sin ningún tipo de insonorización», contó.

Según narró, al cansancio por no dormir de noche se suma la frustración de acumular pruebas de las faltas en las que incurren los bares y no obtener respuestas de las autoridades ante los reiterados reclamos.

Otra vecina, lindera a un bar, indicó que hasta altas horas de la noche tiene gente sentada en la vereda de su casa. «Mi dormitorio da a la calle y el de mis hijos también. Estamos toda la noche escuchando a la gente que habla, grita, se ríe, canta y dice barbaridades», relató.

Los vecinos de Pichincha afirman que quienes concurren a los bares y locales gastronómicos de la zona no cumplen con los protocolos sanitarios: se mueven sin barbijo, superan el límite de personas que puede haber por mesa y comparten platos.

Ricardo, uno de los vecinos que difundió el reclamo, indicó que vive en una zona de Pichincha en la que habitualmente no circulan inspectores. «Están fijos en algunas esquinas, lejos de donde estamos nosotros», apuntó.

«Tenemos la casa lindera a uno de los bares, la gente canta, se ríe a carcajadas y anoche hasta se pusieron a tocar un tambor. Es prácticamente como tenerlos en mi cama. Además están toda la noche sin barbijo y se cruzan de mesa en mesa, porque no están delimitadas como para que haya seis personas por mesa», señaló. 

A este escenario, dijo, se suma la falta ausencia de controles de alcoholemia para quienes vuelven a sus casas manejando tras haber bebido. «Todos los que estaban tomando después se van en sus autos y motos, no hay ningún tipo de control para evitar que no manejen alcoholizados», advirtió Ricardo.

Los vecinos cuentan que, antes de asumir el Poder Ejecutivo municipal, el actual intendente se reunió con ellos para asegurarles que durante su gestión volvería «el Rosario del control y el respeto», pero hoy encuentran una ciudad «peor, descontrolada e irrespetuosa».