Por Alejandra Ojeda Garnero

En la primera jornada del juicio por la explosión del edificio de calle Salta 2141 ocurrida el 6 de agosto de 2013, en la cual perdieron la vida de forma violenta 22 personas, pidió hacer uso de la palabra la impuesta Mariela Calvillo, administradora de consorcio.

Si bien estaba establecido para el inicio la exposición de las teorías del caso de la fiscalía y la querella, la mujer, quien está operada y asistió a la audiencia con un andador solicitó hacer uso de la palabra, derecho que le asiste en cualquier momento del debate. En el momento de las presentaciones la mujer dijo que se dedica al coaching ontológico y que se encuentra separada del imputado Carlos Repupilli asesor jurídico de la administración, al momento de la tragedia.

Finalizados los alegatos de fiscalía y querella la mujer expresó querer hacer uso del derecho que le asiste de hacer uso de la palabra en cualquier momento del debate. Hizo uso de su andador para acercarse al estrado, se sentó con ayuda de su abogado defensor, Víctor Corvalan y se dirigió al tribunal.

«Todo el tiempo me pregunto que estoy haciendo acá y no puedo responderme, yo también quiero justicia», manifestó Calvillo.

En un intento de defensa, algo desordenada y en momentos que las palabras pretendían salir todas juntas, la mujer dejó entrever que no hizo nada fuera de la ley, también expresó sentirse insegura jurídicamente y no entender por qué está imputada, ella y su madre.

En su relato confirmó ser la administradora del consorcio del edificio de calle Salta 2141, pero manifestó que los datos en relación a su accionar son erróneos y por opiniones que no se pueden corroborar.

En su exposición mostró algo de su vida privada, y dejó entrever que la separación de su esposo tal vez fue consecuencia de lo ocurrido en calle Salta.

Además tuvo consideraciones hacia su madre, una mujer de 70 años que llora todo el tiempo y no entiende por qué es parte de este juicio.

En un momento de su  exposición agradeció ser escuchada, y se quejó porque con datos erróneos los mostraron (a los administradores) frente a la opinión pública como «monstruos y como si fuéramos los peores delincuentes».

La administradora planteó que ante el manto de sospecha que siempre existió sobre su accionar, llegó un momento en que se planteó si había hecho algo mal.

Calvillo contó cómo fueron los momentos luego de producirse la explosión, y los calificó como «terribles». Detalló que fue inmediatamente al edificio y no podía creer la magnitud de lo que había ocurrido. Fue entonces que  comenzó a ayudar a todos.

La mujer reclamó que se expongan las pruebas concretas y no datos erróneos y pretende que se demuestre su inocencia, que no haya dudas sobre su proceder.

Manifestó además su preocupación de ser tomados como chivos expiatorios y de la existencia de datos falsos sobre su persona.

Finalmente, dijo que «nadie quiso que pasara esto, la responsabilidad esta muy clara, estamos dando vueltas con suposiciones y no lleva a la verdad ni a la justicia. Cuando termine el juicio van a saber de que estoy hablando», concluyó.

El uso de la palabra de la imputada  Mariela Calvillo estuvo integrado al alegato de defensa de su abogado Víctor Corvalan, quien expresó frente al tribunal que su defendida es inocente y que no existen pruebas que demuestren algún tipo de responsabilidad en el hecho.

En consonancia con sus argumentos solicitó la absolución de la administradora del consorcio del edificio de calle Salta 2141, Mariela Calvillo.