Empalme Graneros viene sufriendo un cadena de actos delictivos que han hecho que el barrio pierda la calma y los vecinos estén en constante alerta y temor cuando salen a la calle.

Días atrás, una camioneta estacionada fue baleada, lo mismo que un comercio la semana pasada bajo la misma modalidad: en moto, al paso, con escape raudo y destino inadvertido.

La crisis de transporte público reflejada en la baja frecuencia de colectivos por el barrio hace que tanto vecinos que deben llegar a sus trabajos como estudiantes que en época de escuela deben asistir a clases, vivan con miedo de transitar o esperar por las veredas de la zona.

Conclusión entrevistó con el presidente de la comisión vecinal Osvaldo Ortolani, quien se refirió a la realidad que atraviesa al barrio.

«El cambio de las formas de la inseguridad aqueja y molesta y hace mal. Empalme Graneros, como toda la ciudad de Rosario, pero en especial los barrios periféricos lo sienten y mucho. Lo peor de todo es la angustia que genera cada hecho«, expresó referente barrial.

Ortolani argumentó que «el hecho de que a un comercio lo hayan tiroteado, no sabemos bien ni porque ni como, si lo amenazaron, si le han pedido algo, sea como sea, a plena luz de día. La desvirtuación y que la sociedad lo tome como natural, es extremadamente malo«.

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Al consultarle por posibles reuniones con los responsables de la seguridad en la ciudad, Ortolani especificó: «Tuvimos charlas con el ministerio de Gobierno hace un mes, hubo un par de hechos violentos, y empezó a haber más patrullaje. Pero la cantidad de hechos delictivos y las formas en que lo hacen, deja a la gente con miedo. Uno habla con los comerciantes y tienen miedo. Los negocios cierran antes por las dudas. No se puede vivir así. Cada vez se acrecienta más el problema».

El dirigente barrial comentó, en relación a los hechos delictivos, que «empezamos a ver que hay chicos que dejan los estudios por el miedo del robo. La gente que trabaja de noche, tenía que ir a tomar un colectivo y esperar 45 minutos, encima ahora no hay colectivos, pasan cada dos horas y media. Una persona que va a trabajar y capaz lleva un sándwich de mortadela y queso y un celular chiquito y le rompen la cabeza para robárselo. La gente que sale a trabajar de noche se pone de acuerdo y paga un remís entre varios. Es preocupante«.

Y agregó al respecto que «quien delinque es cada mucho más joven, con problemas de adicciones, andan regalado y se torna más peligroso todavía y uno no sabe cómo van a reaccionar. Eso se torna en mucho más temor«.

Ortolani concluyó: «No sé si tienen que tener nuevas planificaciones o cambiar las cosas. Nos dicen lo que están haciendo, nos cuentan que están haciendo cosas. No es nuestro interés eso. Los vecinos vemos la realidad, si llueve me mojo y yo no discuto con el meteorólogo. Lo que queremos es vivir en paz y vivir más tranquilo para poder ofrecer un proyecto de vida«.