En un mundo que se expresa cada día más individualista, la solidaridad entre los argentinos parece dormir la siesta eterna. Pero increíblemente en los lugares más necesitados, en las peores circunstancias, la ayuda comunitaria asoma y se convierte en el sostén de tantos necesitados.

El comedor Ojitos Felices, en el barrio La Tablita de Villa Gobernador Gálvez, asume tan noble tarea desde hace ya ocho años. Son alrededor de 250 chicos, a veces más, nunca menos, quienes diariamente acuden en busca de contención y un plato de comida. También la vestimenta y el afecto tienen su protagonismo entre las principales dificultades.

“Gracias a Dios todavía funcionamos”, expresa a Conclusión Silvia, una de las fundadoras y detalla: “Cocinamos los días lunes y miércoles y los domingos los chicos vienen a compartir con los profesores una merienda, chocolate, masitas, golosinas”.

La realidad es que todos los días quiere sumarse un chico nuevo. Ojitos Felices, a pesar de las dificultades y las carencias, vuelve a abrir sus puertas para brindar lo que ningún niño del mundo debería padecer. Esas necesidades básicas que todos merecemos tener cubiertas.

Además del alimento, el comedor realiza distintas campañas solidarias. La última vez, previo al comienzo de clases, realizaron un colecta de útiles escolares y entregaron 358 mochilas y guardapolvos. Esta vez, el objetivo es el calzado. Nuevo o usado, pero en buenas condiciones.

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Ojitos Felices comenzó funcionando en casa de Olga, una de las representantes de la organización. Hoy se trasladó a la ex casa de Silvia, quien donó el espacio luego de mudarse a otra vivienda.

“Hay que ponerse en el lugar del otro”, dice el dicho popular. Y aunque difícilmente pueda uno comprender tales necesidades sin haberlo padecido en carne propia, vale la pena el intento. Ser solidario es gratis.

Para contactarse con el comedor pueden hacerlo a través de la página de Facebook “Ojitos Felices”; enviando un e-mail a [email protected] o llamando a Silvia al 156- 942271.