Por José Odisio

En el fútbol las cábalas, las creencias, las cuestiones esotéricas no pasan inadvertidas. Persignarse antes de iniciar un partido o rezar, pisar el césped primero con el pie derecho, tirar agua bendita o ruda detrás de los arcos, todo vale en pos de un buen resultado. Inclusive en los vestuarios es común ver altares donde comulgan la Virgen, el Gauchito y San Expedito sin que nadie se ponga colorado. Y ni hablar si se consigue una victoria con una vestimenta en particular, ahí el rito puede prolongarse indefinidamente sin importar moda o estilo, y por un triunfo es factible vestir una campera invernal aunque la temperatura supere los 30 grados.

Y si bien en este Newell’s no hubo resultados como para mantener una cábala, hay un jugador que podría pasar a ser el talismán de la suerte para el elenco de Bernardi: Lucas Boyé. Casualidad o causalidad, con el juvenil delantero en cancha la Lepra no perdió, en realidad su presencia tiene una efectividad casi perfecta, ya que con el ex River en cancha el Rojinegro jugó 5 partidos, con dos empates y tres victorias, pero uno de los empates fue en el clásico, con todo el valor que tuvo ese resultado, y frente a Lanús, el Granate llegó al empate cuando Boyé ya no estaba en cancha! Y ni hablar que tras ser expulsado ante Huracán no estuvo presente en el bochornoso 0-5 ante Chicago, que valida mucho más la creencia de que su presencia tiene gran valor.

Obviamente hay parte de causalidad y no todo es azar o buen aura. A partir de la llegada de Boyé, el entrenador dispuso otra forma de juego, más pragmática, saltando líneas con un pelotazo sin sonrojarse, y ahí la presencia del ex River cobra valor, ya que es un futbolista que aguanta bien la pelota, tiene buen juego aéreo, no le escatima al roce con los defensores rivales, y además tiene buen manejo del balón.

Fue tal importancia de Boyé desde su llegada que hoy Bernardi duda en darle la titularidad por encima de Ignacio Scocco, como sucedió ante Lanús y si bien es factible que puedan jugar juntos (¿probará ante River a fórmula?), lo cierto es que hoy el pibe es más redituable que Nacho. Y por si era poco, Boyé se ganó rápidamente el afecto del hincha leproso. El Clásico fue su gran carta de presentación y de ahí en más sólo hubo aplausos y elogios.

Creer o reventar. Nadie duda que sólo con las cábalas o las creencias no se puede lograr un título o tener una gran campaña. Pero el fútbol a veces presenta situaciones a las que no está mal aferrarse, en especial cuando el rumbo viene torcido. Y en el Parque el talismán hoy tiene nombre: Lucas Boyé.