Por José Odisio

Las novelas en general tienen sus capítulos finales en noviembre, pero en el mundo del fútbol diciembre es el mes preferido para los culebrones y Newell’s no es la excepción, con protagonistas que se repiten en cada receso.

Como sucede en los últimos años el actor principal para las novelas rojinegras es Ignacio Scocco, que tiene asegurada su actuación en cada libro de pases. No importa que Nacho haya tenido una mala temporada, al fin y al cabo los actores siempre tienen algún desliz. Y si bien Scocco fue responsable y muchas veces no se estudió la letra, a su favor hay que decir que los guiones con Gallego y Bernardi fueron bastantes confusos.

Pero el atacante tiene un currículum que juega a su favor, con labores merecedoras de premios, como los dos títulos con la Lepra y dos temporadas como máximo artillero del fútbol local, y entonces no le faltan ofertas laborales.

Esta vez el villano es River, que ya conoce el papel de malo, porque no es la primera vez que le quiere ‘soplar’ el jugador a Newell’s. Al parecer el Millo aún no levantó el teléfono, al menos eso dicen por el Parque, aunque en los próximos capítulos la llamada está cantada.

River no es el único villano de la novela para los hinchas leprosos, que siguen ansiosos lo que sucede. Esta vez apareció el abogado del grupo Soldini, un tal Hernández Larguía, que una semana dijo que Newell’s se lo quería sacar de encima (palabras más, palabras menos), y a la otra cambió el libreto y dijo que «Newell’s pedía mucha plata y no quiere desprenderse del jugador». Obviamente es un juego de partes, como sucede en cada receso, para que la novela tenga sentido.

¿Se va o se queda? Los hinchas siguen la trama y quieren anticipar el desenlace. Pero esta versión no está disponible en Netflix y deben esperar. Algunos incluso están enojados con Nacho, es que acostumbrados a sus discursos desde el corazón rojinegro que llenaron de lagrimas a más de uno, esta vez su silencio genera dudas sobre su verdadera intención.

A Scocco hay situaciones que no le cierran, tal vez el final de torneo con dos bancos consecutivos donde el papel principal fue para un joven actor que sedujo a todos (Lucas Boyé) le generó dudas. Y el presente deportivo del equipo tampoco ayuda. Al fin y al cabo, si finalmente se queda, seguramente tendrá preparado un discurso final que emocionará a los hinchas, y el periodismo, una vez más, será el culpable, el que inventó todo el culebrón.

Lo único cierto es que la dirigencia leprosa no le cierra la puerta a venderlo, pero para que eso suceda River deberá venir con mucha plata sobre la mesa para llevarse a uno de los mejores actores que tiene la Lepra. Es que si Nacho se va, la dirigencia deberá traer un reemplazante de su mismo nivel, una tarea que no será sencilla, porque está claro que buenos actores no sobran.

El final de la novela esta vez es impredecible. River tiene ganas de que el villano por una vez triunfe. Scocco no se ve tan entusiasmado con un final feliz. El guión que prepara Bernardi es incierto. Y la dirigencia leprosa analiza cuál es el mejor desenlace y no lo tiene muy claro. ¿Y los hinchas? Otra vez rehenes de una novela veraniega de la que por momentos parecen cansarse, pero el final no se lo quieren perder y nadie duda que el último capítulo tendrá picos de rating.