Por Lautaro Zeballos

El Frente de Todos es una construcción política inédita. Las contradicciones que concentra en su interior son casi tantas como las partes que lo componen. Sin embargo, esas tensiones carecerían de protagonismo durante su etapa de gobierno si el contexto económico y sanitario fuese otro. Así lo entiende Diego Genoud, periodista y autor del libro “El peronismo de Cristina”, un ensayo que ya va por su tercera edición. En una entrevista con Conclusión, el analista político reconstruyó las características principales de la alianza oficialista y repasó la historia reciente de sus actores centrales.

En ese marco, el redactor de elDiarioAr y LetraP analizó los roles y aspiraciones de figuras como Alberto Fernández, Omar Perotti, Horacio Rodríguez Larreta y, obviamente, Cristina Fernández de Kirchner, la líder que el peronismo no kirchnerista intentó infructuosamente jubilar.

-¿Cómo es el peronismo de Cristina? ¿Es posible definirlo en algunos ítems?

– Me parece que es un poco lo que estamos viendo: un Frente que tiene como eje central la figura de Cristina y una serie de aliados que se suman ahora y orbitan en torno a ella. Eso es lo central. Por supuesto que también hay un presidente que surge del dedo de Cristina, que ahora también busca recuperar autoridad con algunas decisiones en esta campaña, pensando sobre todo hacia adelante, donde el Frente de Todos empieza a discutir cómo sigue. No solo hacia 2023, también después.

Los últimos años de la primera Cristina, de 2011 a 2015, están muy marcados por el agotamiento.

– ¿A este peronismo de Cristina se le puede identificar cierta esencia o predomina el cambio permanente?

– Creo que fue cambiando en función del contexto: la situación económica; la cantidad de aliados con los que contaba; y los humores de la sociedad argentina. Pero, sobre todo, está condicionado por la economía. No es lo mismo la Cristina de 2007, con un modelo kirchnerista todavía exitoso que venía montado en la recuperación de los primeros años de Duhalde-Kirchner-Lavagna, que aquello que se vio después del conflicto con el campo. Eso marcó un quiebre, no tanto por el conflicto sino por el contexto en el que empieza a darse. Coincide con que, en esos años, comienza a percibirse un primer agotamiento en el cual la economía deja de generar empleo como había generado después del estallido de 2001. Los últimos años de la primera Cristina, de 2011 a 2015, están muy marcados por ese agotamiento. En 2014 fue la devaluación de (el entonces ministro de Economía, Axel) Kicillof y el conflicto con los buitres, donde Argentina buscaba regresar a los mercados, le había pagado al Club de París, pero le fue imposible. Esa estrategia quedó a mitad de camino y, con ella, el gobierno quedó bastante prisionero.

Según Genoud, mientras sucedía eso y la economía dejaba de crecer, se iba desgajando el Frente Para la Victoria con la salida de aliados de peso como Sergio Massa, Hugo Moyano y parte de los gobernadores.

En un contexto como este, otra vez empieza a mutar el peronismo.

«Está todo íntimamente ligado. Los años de mayor fortaleza del Frente para la Victoria son los años de mayor pujanza económica. En un contexto como este, otra vez empieza a mutar ese peronismo. Por un lado, se reúne y unifica en torno a Cristina, pero sobre todo por el espanto que generó Macri. Y, por el otro, las tensiones que hoy vemos son producto de la dificultad para crecer, la escasez, la deuda, la recesión y la inflación. Si Argentina estuviera creciendo; si no tuviera los problemas que tiene, las tensiones en el Frente de Todos serían anécdotas», sentenció.

-¿Los cambios también se ven en la postura que va tomando la vicepresidenta frente a qué hacer con el Fondo Monetario Internacional?

– Sí. Tanto Cristina como Néstor siempre abrazaron el mandamiento del desendeudamiento, que era uno de los grandes activos del kirchnerismo desde que Néstor le pagó al Fondo la deuda. El problema es que en este contexto no resulta tan fácil. La sociedad está muy apretada, los salarios vienen cayendo y la deuda que contrajo Macri es impagable. Igualmente, todo indica que el Gobierno va a pagar con los Derechos Especiales de Giro las dos cuotas de este año. Después habrá que rediscutir un programa con el Fondo, porque ya el año que viene sí es imposible de pagar porque vencen, solo de capital, 18.000 millones de dólares y se le suman los intereses. Eso solo en un año. Por más voluntad de pagar y tradición kirchnerista de desendeudar, la bomba que deja Macri es imposible de afrontar.

Adherentes al cristinismo impulsaban en el Congreso un proyecto para que se utilicen los Derechos Especiales de Giro -4.300 millones de dólares del Fondo que llegarán en agosto- para afrontar gastos vinculados a la pandemia, pero la vicepresidenta resolvió el debate interno con sus dichos durante el acto de lanzamientos de listas del FDT en territorio bonanerense. “No vamos a poder destinarlos a recuperar la economía”, dijo. Finalmente, en su lugar, se cancelarán los vencimientos con el organismo.

La interna santafesina

– Mientras se activaba esa bomba de deuda, hubo dirigentes peronistas que ocuparon su atención en jubilar a la expresidenta. ¿Qué pieza del rompecabezas fue el actual gobernador Omar Perotti?

– Fue una pieza importante. Por un lado, Perotti fue el candidato de Alberto. Obviamente, él tenía una tensión con Cristina que llegó al punto más alto cuando votó el allanamiento a pedido de Claudio Bonadio, pero en el marco de una unidad en la que todos tragan sapos, el cristinismo se tragó el sapo de Perotti en 2019 con el objetivo de ganar en Santa Fe y se logró. Eso no quería decir que las diferencias quedaran a un costado. La deriva, mirando este cierre de listas, es sorprendente.

Había mucho enojo de Alberto y sus colaboradores con Perotti.

– Muy…

– Claro, porque Alberto, que fue quien trajo a Perotti al Frente, termina muy disgustado con él. Primero, por todo lo sucedido en torno a la expropiación de Vicentin, donde hubo errores en el anuncio y la implementación por parte de Alberto y todo el Gobierno nacional, pero fue un primer encontronazo. Después, al Ejecutivo nacional no le causó gracia que Perotti salga a desmarcarse del cierre de exportaciones de carne, aunque pueda ser lógico que lo haga. La ley de biocombustibles y el manejo de la pandemia, donde el Gobierno lo ve a Perotti jugando junto con (el gobernador de Córdoba, Juan) Schiaretti y (el jefe de Gobierno de CABA, Horacio Rodríguez) Larreta en una estrategia peligrosa de apertura que no sigue los protocolos que marca la nación.

– ¿Qué pasó en el cierre de listas?

– Había mucho enojo de Alberto y sus colaboradores con Perotti. A eso se sumaba que el propio Perotti admitió en alguna reunión con el Presidente que los candidatos que tenía no medían y lo dejaban al peronismo muy relegado en las encuestas. Sobre todo (Roberto) Mirabella. Él mismo admitió, en reuniones con funcionarios del Gobierno nacional, que iban a perder. Que iban derecho a la derrota. Entonces, en ese marco, surge la propuesta de (Agustín) Rossi, que era inconveniente porque Perotti no lo digiere. La sospecha es que Cristina termina, vía (el ministro del Interior, Eduardo) Wado de Pedro y Josefina González, cerrando con Perotti. Esa fue la sorpresa.

– ¿Y Rossi?

– Lo que me dicen es que Alberto propuso a Rossi, pero siempre le aclaró al ministro de Defensa que iba a ser candidato si Perotti lo aceptaba, cosa que era imposible. Hay un juego de debilidades mutuas en donde el gobernador admite que sus candidatos no pueden ganar, pero al mismo tiempo resiste a Rossi, a quien terminan dejando en un callejón sin salida. Le piden que se lance, Cristina cierra con Perotti y después Alberto prácticamente lo echa por televisión.

El PJ «prolijo»

El libro de Genoud contiene tres entrevistas de profundidad con algunas patas del poder con genes peronistas: el empresario José Luis Manzano, el supremo Horacio Rosatti y el expresidente de la Cámara de Diputados durante el gobierno de Macri, Emilio Monzó. Este último, en ese diálogo con el periodista de LetraP, nombró a Perotti como uno de los dirigentes que le gustaría sumar a una tercera opción que le escape al escenario de confrontación entre el FDT y Juntos por el Cambio.

En “El peronismo de Cristina” también se narran los vasos comunicantes entre sectores que actualmente están distanciados, al menos en términos electorales. Puentes que el lente de las cámaras no suele transitar, pero que algunos dirigentes caminan. Un nombre que se repite es el de Guillermo Seita, un empresario y consultor de amplia experiencia que -tal cuenta Genoud- en 2015 asesoró a Daniel Scioli, Sergio Massa y Mauricio Macri. Cuenta con una relación de muy larga data con Schiaretti. Se conocen de cuando el cordobés era secretario de Industria de Domingo Felipe Cavallo. El empresario fue secretario de Medios de Carlos Menem y jefe de gabinete del propio Cavallo. Se conocen desde esa época.

Si Santilli gana en provincia de Buenos Aires, Larreta va haber cruzado la General Paz y va a querer construir a partir del «peronismo núcleo». 

– Nombraste a Schiaretti, Larreta y Perotti en una misma oración. Hay un cuarto nombre que parece nuclearlos. ¿Quién es Guillermo Seita?

– Seita es dueño de la encuestadora Management & Fit, que suele trabajar con Clarín. Tiene como un circuito de relaciones bastante aceitadas que muchas veces le sirve para instalar o proyectar candidatos. Una encuesta suya que ubica con buenas chances a algún candidato y sale en la tapa de Clarín del domingo genera un efecto, al menos en el círculo rojo, en el que ese candidato es reconocido y se le atribuyen ‘chances’ de ganar. Por lo menos ese fue el mecanismo que implementó durante muchos años y funcionó. Seita es una figura del poder. Si tiene tanto poder como dicen que tiene, es discutible. Sus enemigos le dan más poder del que quizás él mismo se reconoce, pero sí es cierto que está en todos lados. Estuvo atrás de Alternativa Federal y creo que, a partir de Schiaretti, Perotti terminó comprando un poco ese modelo, la marca Hacemos Córdoba, y la consultora de Seita para algún asesoramiento.

– En esa línea, una de las acusaciones de Rossi en el marco de la interna del PJ en Santa Fe fue que Perotti quiere retirar al peronismo santafesino del Frente de Todos. ¿Tiene asidero esta acusación?

– No veo que eso pueda darse. Al menos por ahora. Me parece que, si no anudan esa alternativa que supere al Frente de Todos, Perotti no va a dar un salto al vacío. Puede ser que más adelante quizás Larreta logre vertebrar otra cosa. Depende de cómo resulten estas elecciones, pero si (Diego) Santilli gana en provincia de Buenos Aires, obviamente Larreta va haber cruzado la General Paz y va a querer construir a partir de eso que yo llamo el peronismo núcleo, el peronismo sojero. La pregunta es esa: hasta qué punto hay una convicción de seguir trabajando en el Frente de Todos y hasta qué punto el Frente de Todos puede administrar todas esas realidades distintas. Cristina dio un paso para retener a Perotti dentro del Frente de Todos en detrimento de Rossi. Hoy no pareciera que Perotti vaya a dar un salto, pero en la Argentina todo es minuto a minuto. Es parte de la discusión y el proceso de unidad del Frente de Todos ver hasta qué punto puede mantener unido toda esa amalgama y ese mosaico tan heterogéneo.

Transiciones en pugna

– ¿Hasta qué punto crees que quedaron expuestos esos matices ante las muertes de Menem, en mayor medida, y de Carlos Reutemann?

– Menem obviamente es una figura fundamental de la política desde el regreso de la democracia y sin dudas todos o casi todos fueron menemistas en algún momento. Después algunos lo admiten y otros no. Creo que el kirchnerismo se construyó en base al rechazo de las ideas fuerza del menemismo. Los pronunciamientos de hoy, creo que en algunos casos tienen que ver efectivamente con que hubo relaciones muy cercanas, como la que pudo haber tenido Malena Galmarini o el propio Massa en su origen y formación con el proyecto del menemismo. Otros obviamente lo siguen rechazando. Creo que son posicionamientos que no terminan de definir hacia adelante para dónde van a ir cada uno de esos actores. Más allá de las declaraciones, posturas, cómo se ubica o sobreactúa cada uno en su relación con ese pasado, la tensión permanente que se da en el Frente de Todos es hacia adelante.

La gente que está con Alberto está confiada en la reelección. Están convencidos de que no va a poder (imponer a Kicillof).

– ¿Cuál es esa tensión hacia adelante?

– Si hay una redistribución del ingreso y un conflicto con actores de poder en función de poder hacerlo como sueñan algunos cristinistas, o si hay una salida de mercado como la que quiere el establishment. Es la que Menem dejó vacante, parte de lo que cuento en el libro es eso. Desde que se fue, nadie pudo encarnar bien esa demanda.

– Algunos integrantes del Frente de Todos manifestaron en distintas oportunidades que este es un gobierno de transición. ¿Tenés idea de si la vicepresidenta tiene definido hacia dónde o hacia quiénes?

– Si fuera por ella, la transición sería hacia un candidato propio que no pudo poner en 2015 ni en 2019. En 2015 fue Scioli, quizás hasta por un error del cristinismo, por rendirse a las encuestas o porque no le dieron la oportunidad a (Florencio) Randazzo. Lo cierto es que Randazzo era más parecido a Cristina que Scioli, pero terminaron optando por él. Después, en 2019, Alberto claramente no era un candidato de la lealtad cristinista porque se había alejado durante diez años. Creo que, hacia adelante, si pudiera, Cristina elegiría a Kicillof. Hay que ver si puede. Es cierto que no le alcanza. Es cierto que, así como Cristina tiene mucho poder y es una figura central de la política, también hay mucho que no puede decidir ni hacer por sí sola. Tanto 2015 como 2019 lo demuestran. Cuando uno habla con la gente de Alberto, están convencidos de que no va a poder (imponer a Kicillof). Dicen que es imposible que el actual gobernador de Buenos Aires construya una mayoría porque justamente es muy del núcleo duro. Una cosa es ganar la provincia y otra distinta es ganar el país.

– ¿Y entonces?

– La gente que está con Alberto está confiada en la reelección. Aunque para los que estamos muy empapados de la política pueda sonar hasta descabellado hablar hoy de la reelección, ellos apuestan a un triunfo del Frente de Todos que Alberto capitalice para que Cristina no pueda desligarse de él hacia adelante. Todo es un juego de especulaciones y hay que ver. Creo que las elecciones van a ser importantes. También lo será cómo llegue el Frente de Todos a 2023.

– En la región hubo estallidos sociales con fuertes protestas. ¿Fue el peronismo la malla de contención que evitó un escenario similar en la Argentina?

– Creo que sí. Primeramente, el Estado argentino desplegó una red de contención que es única en América Latina. Más allá de que la inflación siempre se devore los ingresos, lo cierto es que, si uno compara con otros países que estallaron, ninguno de ellos tenía la Asignación Universal por Hijo o el Salario Social Complementario, que más allá de que no alcanzan, son transferencias a los sectores más vulnerables. Por un lado, ese Estado que nació del estallido tiene esa red de contención, y por el otro lado el peronismo está presente en todos lados a través de distintos tipos de organizaciones, ya sea del propio Estado, las intendencias, las organizaciones sociales o la Iglesia, que también cumple un rol. Creo que lo cumplió incluso durante el gobierno de Macri, no es solo cuando está en el poder. Tampoco a Macri le estalló la economía o el país, más allá de que sus últimos dos años se transitaron a puro padecimiento. Después creo que hay una cuenta más a nivel social, donde nadie quiere que esto termine de explotar. Pienso que hay algún temor o experiencia, algunos pensarán que es sabiduría popular, no sé qué es, pero evidentemente hay algo en la base de la sociedad que impide que esto, más allá de que la situación sea crítica, se desborde por completo.