La presidenta Cristina Fernández de Kirchner tomó nota de que encaraba su último discurso frente a la Asamblea Legislativa y en las más de tres horas y media de su alocución, dejó en claro mucho más que un resumen del “estado de la nación” que es el fin institucional del mensaje que abre oficialmente el período ordinario de sesiones del Congreso Nacional.

La presidenta entró de lleno en el espinoso tema Amia y reveló dos documentos clave que tuvo en sus manos el juez Rafecas para desestimar la denuncia del fallecido fiscal Alberto Nisman. Después de tanto barullo e intencionalidad política alrededor de la muerte de quien estaba al frente de la unidad especial para investigar el atentado, este hallazgo de puño y letra del propio fiscal puso en claro que Nisman pensaba –y así lo dejó por escrito- algo totalmente distinto a su denuncia posterior sobre un presunto encubrimiento de parte del gobierno para beneficio de Irán por la voladura de la mutual judía en 1994. Lo cual abre aún más el espacio para la especulación de por qué el fiscal hizo lo que hizo y terminó muerto en confusas circunstancias antes de poder aclarar cualquier cosa, incluso antes de su esperada exposición frente la asamblea legislativa.

También la presidenta eligió cerrar ese día histórico para su carrera política y para la institucionalidad del país, utilizando un titular de un diario que señalaba que este gobierno no dejaba un país cómodo para gobernar. Cristina Fernández de Kirchner dijo “es cierto, no será cómodo. Sobre todo si quieren quitarles derechos adquiridos a los argentinos”. Más allá de la intencionalidad política de la presidenta en su reflexión, resumió algo que en la oposición y el oficialismo se analiza: Quedarán o no en pie las conquistas sociales promovidas por el kirchnerimo en estos diez años. Esta presidenta ¿tiene tanta oposición como parece por estas medidas y proceso de ampliación de derechos o por su enfrentamiento con sectores que no están dispuestos a dejar de lado ciertos privilegios? ¿Qué pilares conservará de este proceso de crecimiento el próximo presidente? Preguntas por ahora sin respuestas que empiezan a configurar el escenario del fin de un ciclo político que por ahora no alumbra una sucesión clara.

Se quiera o se odie al gobierno y a la presidenta, habrá que coincidir que este fue un tiempo no sólo de centralidad política sino de sinceramiento político. Como pocas veces en la Argentina asistimos diariamente a la confrontación real de los poderes. A aquella idea que se resume en la frase que dice: “La política siempre la hace alguien, o la hace un gobierno a favor de la gente o la hacen las corporaciones para su propio beneficio”.

Como dijo la presidenta respecto al proceso de reestatización de las Administradoras de Fondo de Pensión, “no lo hicimos porque seamos más inteligentes, sino porque tuvimos la decisión y el coraje político de enfrentar lo que se venía”.

A nivel de símbolo del más puro peronismo para la historia del país quedarán de esta gestión la puesta en órbita del satélite Arsat I y el proyecto de ley para reestatizar la administración de los ferrocarriles argentinos, que la presidenta anunció será girado al parlamento argentino en los próximo días.