La declaración de la emergencia social en Rosario produjo una novedad política con la confluencia para impulsar el proyecto de concejales del Frente Progresista, justicialistas, Ciudad Futura y unipersonales de centroizquierda.

Hasta ahora esa concertación no se había dado a pesar de que en muchas situaciones hubiera permitido, como ocurrió este jueves, generar mayorías que superaran al bloque mayoritario del PRO.

Las razones por las que se dieron esas dificultades son variadas. Una es que ese espacio opositor en el que conviven cuatro variantes peronistas, Ciudad Futura, el Frente Social y Popular y la concejala Fernanda Gigiliani lejos estuvo de ofrecerse como un bloque homogéneo para interlocutar con la Intendencia. Entre que era poco negocio votar un aumento de boleto o tasas municipales y la competencia interna por diferenciarse unos de otros, a la hora de contar los votos siempre faltaban y el oficialismo entonces prefería negociar con el PRO, que en ocasiones le sacó un ojo de la cara, pero le permitía salir del paso. En ese contexto acuerdos como el de las tarifas del transporte le evitaron a la intendenta Fein el desgaste de tener que pasar a cada rato por el Concejo para conseguir un aumento.

Para la intendencia ese juego implicaba concederle el rol de “oposición responsable” pretendido por el PRO, aun cuando en un par de resonantes oportunidades retiró el apoyo a último momento (recordar la autorización para emitir deuda). Cederle ese protagonismo a quien aparece como el primer competidor electoral era el precio a pagar como parte de una apuesta más grande de la intendenta Fein con la que buscaba que el gobierno nacional le resolviera obras, seguridad y recursos. No dio frutos. En Buenos Aires fue puro reunionismo y buenas intenciones, pero ni las deudas pagaron.

Ese tablero de acuerdos fácticos es el que pareciera haberse desarmado y que se visibiliza con la sanción de la emergencia social en Rosario.

Nuevo escenario

Como herramienta de gestión, el alcance de la emergencia puede ser relativo. No así como posicionamiento ante las políticas del gobierno nacional, que en su rotundo fracaso generaron un escenario que facilita el diálogo y quizás un nuevo tiempo con más acuerdos entre las “fuerzas progresistas”, como lo llamó la concejala Norma López (PJ) en la sesión del jueves.

Hay datos objetivos que fortalecen esa posibilidad. Por ejemplo, asuntos que en otras oportunidades fueron motivo de confrontación entre el oficialismo y esos concejales de la oposición, como los aumentos de boleto, ahora están en manos de la Intendencia. También el gobierno provincial profundizó su distanciamiento con la Nación, convencido por el peso de los hechos de que no existe diplomacia ni dialoguismo que pueda sacarle agua a las piedras.

Es aventurado proyectar si todos estos ingredientes suponen el punto de partida para un reordenamiento de entendimientos en el Concejo Municipal o se extinguirá con la ordenanza de emergencia social. Después de todo, puede haber coincidencias, pero unos son oposición y otros son los responsables de la gestión.

El tratamiento del Presupuesto municipal 2019, entre noviembre y diciembre próximos, será una buena vara para medir esto fue una coincidencia circunstancial o si el oficialismo está resuelto a priorizar a otra fracción de la oposición como interlocutor.

Como se dieron las cosas, parece más lo segundo que lo primero. Basta recordar que el proyecto original de emergencia esperaba en el Concejo Municipal hace más de un año, y su activación se debió a que el Ejecutivo le dio luz verde.

Malas noticias para el PRO

El PRO rosarino sintió el aislamiento y la soledad en la que quedó. Su primera reacción fue jugar sucio con un ejército de trolls durante varios días en las redes sociales, con el socialismo como blanco preferido pero no excluyente. Luego intentó podrir la sesión del jueves jugando al límite con la provocación, la descalificación de las organizaciones sociales y sus dirigentes. Ahora retruca, a modo de devolución, con un proyecto para declarar la emergencia en seguridad.

No es una buena noticia para el PRO el reagrupamiento del resto de las fuerzas. El jueves revivió el mal trago de 2015, cuando creyó que entrar al Palacio de los Leones era un mero trámite tras haber ganado las elecciones primarias. Y sin embargo una ola de votantes provenientes de corrientes peronistas y otras expresiones populares y progresistas reeligieron a Mónica Fein, pero sobre todo impidieron la llegada de Ana Laura Martínez a la Intendencia.