El reconocido periodista y conocedor del mundo del fútbol y los medios de comunicación, Eliseo Trillini, saca a la luz un nuevo libro de su autoría, donde apunta directamente al entramado que existió entre su paso por el diario La Capital y los negociados con las dirigencias del fútbol rosarino.

Durante el recorrido de sus páginas, La mafia detrás de la Pelota muestra cómo fueron los hechos que lo marcaron para siempre por ser un «periodista rebelde» y no entrar en el juego de la corrupción y el poder. La publicación se presenta este viernes 15 a las 19 en el centro cultural Fontanarrosa con entrada libre y gratuita.

Conclusión dialogó con el autor, quien se encargó de graficar la historia que lo llevó a plasmar en tinta y papel sus pensamientos y verdades que se encuentran lejos de todas las alegrías que este deporte le brinda a los que lo practican y lo siguen fanáticamente.

– La Mafia detrás de la pelota, un título fuerte…

– El título le pertenece a Dachi Fandiño. El título iba a ser El enemigo del sistema, porque soy el enemigo del sistema. El sueño de un pibe que se convirtió en pesadilla por ser rebelde, y Dachi dijo: ¡No, no!. Y en realidad, La Mafia detrás de la Pelota es un libro que representa la peor mugre y la pudrición que existe entre los personajes que hay en los medios de difusión y que utilizan el fútbol y la política para hacer negocios. Es una mafia. Eduardo López, Daniel Vila… ¿Y nosotros queremos que nos saque adelante Alberto Fernández, que le dio Edesur a Daniel Vila? Está en América. ¿Y Manzano? Toda la mierda que nos dejó el menemismo, representada por esta gente. En una parte del libro yo digo que la misma mafia que lo mató a Cabezas, me enterró vivo a mí. En el caso de Cabezas con Yabrán, y en mi caso con Vila y Manzano.

– ¿Por qué dice que lo enterró?

– Desde el `77 que entré en el diario El País, que creo que fue la mejor redacción que integré porque estaba mi maestro El Negro Cardozo, Jorge Brisaboa, Manolo Tabares, entre otros, toda gente de primerísimo nivel. Empecé cebando mate, escuchando la deportiva y cortando cables. Me largué por el lado del deporte amateur, que me gustó mucho. Creo que los juegos Odesur que se hicieron en el `82 en Rosario tuvieron mucho que ver con la difusión que le dábamos nosotros. Después, pasé por La Tribuna, donde estuve con Callegari Marelli y llegué a trabajar con el Pollo Palacios. En el `80, entro en La Capital, hice radio, televisión, y mi carrera venía en alza. En el `98, subjefe de Deportes de La Capital y luego jefe, lo que había sido mi sueño, y en marzo del 2000 me caigo al abismo, como escribió Carlitos del Frade en su libro Ciudad Goleada, porque de la noche a la mañana me dejan afuera, me entierran, no me pagan la indemnización, me cierran las puertas por todos lados. Me entierra Daniel Abba, jefe de deportes, y me liquidan López y Vila.

– ¿Cómo fue este trato que tenía con Vila y con López?

– A Eduardo López lo conocí en el 94 con el Chucho Stracia, cuando hacíamos Deportes de Primera, y él se preparaba para postularse como presidente de Newell’s. Pero como a él le gustaban las sombras, los vidrios polarizados, nunca aparecía. Él manejaba los hilos desde atrás, otros hablaban por él. Entonces nos llama al Chucho y a mí porque nos quería apoyar. El programa era exitoso. Yo venía en una lucha con Cattáneo (ex presidente de Newell’s). López nos dice que nos compra el editado pero teníamos que decir lo que él quería y nos dice: “Chicos aprendan, yo compro palabras y silencios”, y le dijimos que por nosotros se podía ir a la puta que lo parió, pegamos media vuelta en el bingo y nos fuimos. Ahí, conocí al diablo como digo en el libro. En el 99 Vila y Manzano llegaron a Rosario sin plata, se metieron en el diario como si se meten en tu casa y nunca te pagan. Al Bocha Lagos le terminaron de pagar hace poco con dos edificios de LT8 y LT3. Se pusieron al lado de López, y él ya había arreglado con Orlando Vignatti para que lleve la camiseta el sponsor de El Ciudadano. El día del debut de Newell’s, López había arreglado protección total. Él no se bancaba cinco tapas de La Capital, el bingo era ilegal, lo que pasa que el gobierno socialista lo bancaba. López era un testaferro de Núremberg y del estudio Cerutti, que fue el que puso con el Trucha Vanrell. Todos los jueces en Rosario hacían lo que querían. López le saca todas las camisetas y les saca toda la publicidad. Ahí empieza la relación de López con La Capital y empieza a publicarse el semanario Pasión rojinegra. Abba me pide que escriba y le dije que yo no me hablaba con López. Pasaron unos días y le digo a Abba que si él se comprometía a hablar con López lo hacía. Empezamos a hacer el Pasión, los primeros tres números trajeron material, después López aumenta las páginas, ya se necesitaba más gente porque no había manera de llenarlo y nunca quise que los periodistas trabajen gratis.

– ¿Qué fue lo que pasó con López?

– Me hace llamar por Jorge Simadoni y me dice que Eduardo quiere hablar conmigo. Voy y en esa mesa grande me tira un papel y me dice: fijate lo que están cobrando por el suplemento. Dos mil pesos por semana, fijate que te están choreando. Ahí empieza la historia. A mí López me respetaba y me trataba bien, me mandaba regalos y yo los tiraba a la calle, me quería dar celulares, y yo le decía que hacía el suplemento y nada más. Nunca me dejé llevar por eso. Veníamos bien con López hasta que una vez viene Abba con un papel con dos nombres. Le pregunto qué es y me dijo que lo mandaba Casero, el gerente general de La Capital. Me dice que estuvo comiendo con López, Vila y Manzano, y López le dijo que ninguno de esos dos podía escribir más en Deportes. Primero hicimos una reunión con los chicos de deportes porque siempre fui muy democrático. Llegué a una redacción muy desganada. Yo logré motivarlos, ir a comer asado y conocerlos a todos íntimamente. El grupo, como se dice en el fútbol, es fundamental. Hablo con los muchachos y vamos a hablar con Moyano, el gerente de recursos humanos para decirle que nadie iba a firmar más nada de Newell’s, y Moyano nos dice que el diario no nos lo iba a permitir. “El día que ustedes tengan un diario hagan lo que quiera, pero esto hay que firmarlo porque López paga los sueldos”. Entonces me voy a hablar con López y le digo por qué te metés en Ovación, si nadie habla mal de vos. Aparte si hay que hablar mal yo soy el primero que voy a hablar mal de vos. Yo una vez puse un recuadro y se armó un quilombo bárbaro, a propósito lo hice, para ver hasta dónde llegaba. Entonces me dice: Yo compro palabras y silencios. Y le digo «volviste a cometer el mismo error conmigo. No trabajo nunca más con vos». Me dice “¿Te vas? Cuídate en Ovación”.

– ¿Por ese motivo lo despiden?

– En marzo del 2000 hicimos una gran investigación de gente que entraba gratis a la cancha de Newell’s. Teníamos todos los datos de las entradas que vendían en la AFA. Registraban 3 mil o 4 mil y entraban 40 mil. Se habló con la Policía, con controles y todos nos dijeron que entraban gratis. Eso lo dañaba económicamente al club. Resulta que la nota se pasó a secretaria y me dicen que López no quiere que salga la nota. Pasan quince días y me dice Abba que la publique, en la contratapa de Ovación. Pregunto por López y me dicen que López tiene que poner un palo verde y que Vila llamó porque había que apretarlo de esa manera. El lunes a la mañana me llama a mi casa la secretaria de López y Eduardo me pregunta si le saqué las firmas a la nota, que me iba a echar de La Capital y yo le digo que él no tenía nada que ver con La Capital. Y yo se las había sacado para proteger a los compañeros. El lunes todos me esquivaban, no me hablaban, el martes menos y el miércoles a la mañana estoy sentado en un bar con Moyano, teníamos muy buena onda, y me dice que me iba a llegar el telegrama de despido, que me entregaron todos.

– Eliseo, ¿todo esto va a estar en el libro?

– Fui despedido en dictadura y censurado en democracia. Me hicieron echar de Télam, de Radio Dos, de La Tribuna y voy a hablar de Patricio Daniel Gorosito. Y anécdotas. Yo descubrí a Sampaoli y cuando se bajó del árbol no me dio más bola. Este libro es mi vida, es mi lucha, pero los periodistas jóvenes tienen que saber con qué se van a encontrar.