Por Alexander Dugin

El nuevo documento de defensa y política exterior que ha sido publicado por Londres identifica a Rusia como su principal enemigo geopolítico. Por lo tanto, podemos decir que Inglaterra ha declarado abiertamente la guerra contra Rusia. El hecho de que alguien te declare como su enemigo significa que esta en abierta confrontación contigo. Pero era algo de esperarse. La victoria de Joe Biden en los Estados Unidos implica que se ha reanudado el enfrentamiento entre los partidarios del mundo unipolar contra los partidarios del mundo multipolar. El Imperio Británico siempre fue el mayor rival del continentalismo ruso desde la época de los zares. Posteriormente, Gran Bretaña fue uno de los principales representantes del bloque occidental, tanto durante la Segunda Guerra Mundial como durante la Guerra Fría. Debido a todo esto podemos concluir que Inglaterra es en cierta forma uno de los epicentros del atlantismo y hace parte del Nuevo Orden Mundial y de la globalización. No es de extrañar que, ahora que los Estados Unidos se encuentran enfrentando una grave crisis interna debido a que los liberales radicales se han hecho con el poder mediante el fraude electoral y el engaño, Gran Bretaña actué como un aliado fiel y se convierta en el principal representante de la dura línea en contra de Rusia. Aún así, el documento publicado ayer no considera que Pekín sea una amenaza.

Para nosotros resulta muy claro que Occidente, junto con Biden, esta decidido a iniciar una batalla a muerte en contra de la humanidad, especialmente en contra de esa parte de la humanidad que no está de acuerdo con el papel que desempeña hoy en día Occidente. Esta guerra va dirigida contra todos los que cuestionen la universalidad de los valores estadounidenses y occidentales. No se trata realmente de los valores norteamericanos, sino de los valores globalistas que interpretan la democracia como el dominio de las minorías sobre las mayorías y de todos aquellos que dicen que no existe otra clase de libertad sino definida por el liberalismo.

En las guerras híbridas e informáticas, es necesario tener en cuenta que la victoria no se mide por cuánto penetra un ejército enemigo en tu territorio, sino cuán lejos ha calado la ideología del enemigo en las estructuras del Estado, en las redes tecnológicas y en la economía. Si Estados Unidos es el representante del poder duro y de la fuerza bruta dentro del unipolarismo (ya que es el Estado que conduce todas las guerras), entonces Inglaterra es el representante del poder blando. La estrategia británica es más bien sutil y efectiva, ya que esta conectada a la élite financiera.

No resulta sorprendente que la élite financiera rusa esté integrada a Inglaterra. Además, la City de Londres es una pieza clave en la estrategia de los globalistas y los partidarios del mundo unipolar, ya que ellos desean reformatear la conciencia de las élites rusas e introducir a través de ellas todo su sistema de valores liberales. Precisamente, es a Inglaterra a donde huyen todos los que desafían la soberanía política de Putin. Londres alberga una enorme colonia que esta llena de oligarcas rusos e incluso de ciertos personajes que formalmente se declaran seguidores de Putin, pero que están a la espera de que la situación política cambie.

En la capital de Gran Bretaña encontramos cientos de exiliados que escaparon de Rusia después de haberle robado al Estado y nuestro pueblo. Todos ellos huyeron con nuestro dinero. Además, muchos empresarios rusos e incluso funcionarios públicos envían a sus familias a Inglaterra.

Desde Inglaterra se extiendes las redes de los enemigos abiertos de Rusia (los oligarcas), pero también toda una serie de redes muy peligrosas que hacen parte de la burocracia y de las grandes empresas que ejercen una influencia muy importante dentro de Rusia.

Estas dos redes conforman un solo conjunto compuesto por toda clase de liberales, partidarios de la globalización y opositores a la soberanía rusa que hacen parte de la sexta columna. La quinta columna no es tan problemática. Por supuesto, resulta muy desagradable que unos cuantos marginales salgan a la calle a pelear y gritar, pero, la verdad, no resultan muy intimidantes. La sexta columna es mucho peor: se trata de personas que son aparentemente leales a Putin y que están involucradas en ciertos proyectos económicos, pero en la práctica ellos hacen parte de las redes liberales que tienen su origen en Londres. Se trata de una red de negocios, intereses y entretenimiento pro-inglesa. Sus representantes incluso van y vienen todo el tiempo desde Inglaterra.

Es una élite colonialista que considera a Rusia únicamente como un lugar para explotar y extraer recursos con los cuales enriquecerse, pero son completamente indiferentes a nuestro país y no les interesa para nada la soberanía de Rusia ni tampoco las políticas presidenciales o la realidad cotidiana.

En caso de que estalle una guerra abierta, estas redes serán una especie de bomba de tiempo que ya ha sido implantada en nuestra estructura económica: son ojivas nucleares. Tampoco se les puede reprochar abiertamente que son liberales, o que son nuestros enemigos, pero esa es la realidad. Cualquiera que defienda el liberalismo se identifica más con Londres o Nueva York que con Rusia. Estas dos ciudades son los lugares desde donde se crean todas las herramientas ideológicas que promueven al movimiento LGBT y toda clase de valores que destruyen a la familia, la cultura y los distintos pueblos. Todos aquellos quienes sirven a esta ideología dentro de Rusia trabajan para estas redes. En el momento en que surgen los problemas, estos representantes reciben un ultimátum proveniente de los países occidentales que les dicen: si quieren salvar sus cuentas, sus bienes raíces y sus empresas, entonces deben envenenar a Putin, proteger a Navalny, organizar toda clase de sabotajes, expulsar del poder a los patriotas y quitarles cualquier influencia que puedan ejercer sobre el gobierno. De lo contrario, incautaremos sus cuentas bancarias. Es de ese modo que incluso los representantes de la élite económica y, en algunas ocasiones, la política, terminan por convertirse en los rehenes de nuestros enemigos externos.

Por lo tanto, ahora que Inglaterra nos ha declarado como sus enemigos, debemos prepararnos para una intensificación drástica de la guerra informática, económica y psicológica. De todas maneras, es importante tener en cuenta que únicamente estamos refiriéndonos a Inglaterra, un país que ya no es miembro de la Unión Europea y que siempre ha sido el socio y el aliado más importante de los Estados Unidos. No hemos escuchado declaraciones igual de radicales provenientes de las potencias continentales más importantes de Europa, como los son, por ejemplo, Francia, Alemania e Italia. Claro, muy a menudo estos países siguen a Inglaterra en muchos de estos temas. Incluso los países de Europa del Este también se dejan llevar por sus tesis rusofóbicas. Pero, todavía no ha sido ese el caso hasta ahora y eso se debe a que Inglaterra “dejó” la Unión Europea. Este abandono de la UE ha dejado en los demás países una impresión extremadamente negativa de Inglaterra, especialmente en todo lo que tenía que ver con las iniciativas que iban dirigidas en contra de Rusia. Tampoco podemos asegurar que Polonia, que no siente ninguna simpatía por Rusia, apoye posiciones tan radicales como las de Inglaterra. Aunque todavía no podemos estar seguros.

Ahora, el énfasis principal de los globalistas se centrará en convencer a Francia y Alemania de cambiar sus intereses y de ese modo terminar de construir un frente unido en contra de Rusia. Creo que vamos a enfrentar cambios muy drásticos en la política internacional y estos cambios comenzarán muy seguramente en Ucrania, donde se producirá un posible ataque de las fuerzas armadas ucranianas contra el Dombass.

Resulta inconcebible que Rusia no intervenga en caso de que ese ataque se produzca, pues de lo contrario acabaría completamente desacreditada y eso llevaría a la desaparición del Estado ruso como Estado soberano. En caso de producirse esa intervención, es muy probable que el Nord Stream, que es nuestro proyecto más importante con Europa, acabará por ser cancelado.

Todo esto nos lleva a la siguiente conclusión: Inglaterra nos ha declarando la guerra y tiene en sus manos una herramienta que es mucho más poderosa que cualquier clase de sanciones que puedan imponernos los estadounidenses o el uso de misiles, satélites de rastreo informático u otras tecnologías. Inglaterra tiene acceso al núcleo mismo del Estado ruso: puede influir en los centros de poder y en la élite política liberal, quienes se movilizarán como una especie de fuerza a su favor.

Vale la pena recordar que justo después del ataque japonés a Pearl Harbor, los estadounidenses enviaron a campos de concentración a todos los japoneses que vivían en los Estados Unidos. Esta decisión la tomaron debido a circunstancias extraordinarias. Igualmente, después del estallido de la Segunda Guerra Mundial, los fascistas británicos en Inglaterra fueron arrestados y encarcelado solo por si acaso. Si se está librando una guerra en contra de un régimen fascista, entonces es necesario mantener bajo control a los simpatizantes de esa ideología. Esto sucedió con el fundador del fascismo británico, Oswald Mosley, quien declaró ser un nacionalista. Por eso fue neutralizado con tal de volverlo inofensivo. Y ahora que Inglaterra afirma que Rusia se ha convertido en su principal enemigo, entonces ha llegado el momento de hacer lo mismo. Es necesario crear un campo de concentración para internar temporalmente a todos los liberales rusos. Pero no debemos encerrar a los liberales insignificantes, que no son un peligrosos para nadie, sino a los liberales importantes. Cuando la situación cambie y ya nadie nos considere como una amenaza, entonces ellos podrán ser liberados.