Por Nabih Yussef* 

La búsqueda del submarino ARA San Juan se realiza en mar abierto por un equipo de rescate multinacional, donde casi una docena de países aportan apoyo logístico y tecnológico para dar con la nave. Sin duda alguna, la agenda del gobierno es dar con el submarino y atender a los familiares de los militares, sin embargo, ¿puede ser esta tragedia el puntapié inicial para detener el deterioro de las Fuerzas Armadas?

El submarino que opera en la armada nacional desde 1985, es una de las tres naves bajo el agua que operan en la Armada. Cuando el duelo pase, los números fríos indicaran que el país perdió un tercio de su flota submarina sin entrar en guerra y manteniendo un municipio de su territorio nacional ocupado por una fuerza extranjera.

Analizar el presupuesto militar en la región puede ofrecer algunas luces para advertir qué lugar le da Argentina a sus objetivos de defensa.

Brasil: el gigante ($us23.676 millones)

El gigante sudamericano inyecta $us23.000 millones de dólares americanos en su defensa militar. Celoso de sus reservas de petróleo y del acuífero más caudaloso del mundo en Amazonas, las Fuerzas Armadas brasileñas cuentan con el mayor presupuesto de América Latina, a pesar de que una gran parte del mismo vaya direccionado a sostener la estructura salarial de los uniformados.

Colombia a ritmo seguro ($us9.556 millones)

Las FFAA colombianas vienen creciendo a ritmo firme, se trata de un 47% de incremento presupuestario en 10 años desde 2006 hasta 2016[1]. Los casi 10 mil millones de dólares sostienen un ejército operativo con fuerte presencia territorial para contener y perseguir a las células guerrilleras que aún se encuentran en el país. Las FFAA colombianas poseen ventajas y desafíos. Por un lado, la ventaja de tener experiencia al frente de operaciones de fuego real, como ningún otro ejército sudamericano, lo que ofrece un atributo adicional a sus fuerzas. No obstante, la fuerte dependencia tecnológica-militar con Estados Unidos, puede constreñir los márgenes de maniobrabilidad internacional toda vez que sus intereses nacionales encuentren freno desde la Casa Blanca. A pesar de esto, la alianza con el gigante del norte parece ir estable en un mismo sentido.

La volatilidad Venezolana ($us9.222 millones)

Las FFAA bolivarianas presentan una gran volatilidad presupuestaria que se deriva de los precios del barril de petróleo y las tensiones políticas con Colombia. Estos fenómenos constantes desde el 2006, han ejercido subas y bajas bruscas en el presupuesto en Defensa. A pesar de ello, el rol de las FFAA ha crecido de manera marcada, ya que muchas dependencias del Estado se encuentran comandadas por funcionarios militares. La pérdida del control civil sobre las FFAA (uno de los principales empleadores del país), puede terminar siendo un silencioso elemento de tensión entre el Estado y los gobiernos democráticos de mediano plazo.

México en la encrucijada ($us6.020millones)

El Ejército operativo mexicano ha bajado su presupuesto de militar un 22% para este año frente de los resultados negativos que mostraron los organismos de Derechos Humanos. La “guerra contra el narco” en los Estados del norte y oeste mexicano, arrojan cifras escalofriantes, corrupción al interior de la fuerza y vínculos entre los uniformados y los cárteles de la droga. Según el periodista mexicano García Hernández, la cifra de una década de guerra lanza 186 mil muertos, “poniendo en vilo la estrategia de seguridad tanto del [presidente] Calderón Hinojosa como el presidente Enrique Peña Nieto”. Estas cifras abultadas, confirma lo que el juez Eugenio Zaffaroni subrayaba en un célebre “Estructura básica de derecho penal”, que es el Estado -incluso en tiempos “de paz”- el principal genocida, cuando deja librado sus fuerzas punitivas como la solución a todos los problemas sociales.

La modernización chilena ($us4.608 millones)

Posiblemente una de las fuerzas más modernas de Latinoamérica, Chile mantiene su presupuesto de Defensa inalterado producto de la ingeniería política diseñada por Augusto Pinochet. Desde tiempos de la dictadura, la denominada “Ley reservada del cobre”, garantiza un piso de presupuesto para la operatividad de las FFAA. Aquella ley se mantuvo secreta por 40 años, garantizando el financiamiento del Ejército al margen de la constitución y sus instituciones democráticas. Recientemente la prensa trasandina filtró el texto de la ley a la ciudadanía, donde su artículo 7° establecía textualmente que “los recursos establecidos no se incluirán en la contabilidad general de la nación”, maniobra digna de una película ficción. Esto abre el debate sobre el rol de las FFAA chilenas en el medio de las elecciones presidenciales que se encuentran en curso, lo que deja el escenario abierto para eventuales reformas en el sector. Reformas que de ganar Sebastián Piñera, podría convalidar la estabilidad financiera de las FFAA.

La agonía Argentina ($us5.209millones)

El caso de Argentina guarda similitud con la estructura militar brasileña, un presupuesto equilibrado en el tiempo, pero sobre una enorme estructura de salarios y mantenimiento, dejando un 5% del presupuesto para renovación de material tecnológico y sólo 0,20% para investigación y desarrollo[2].

En diálogo con Conclusión, el Director de Gobierno y Relaciones Internacionales de la UADE, Juan Battaleme, sostiene que “debemos encontrar una ecuación de gasto en defensa razonable para cumplir con nuestros objetivos”, y añade “tenemos que definir un rol de la defensa en la sociedad, así como lo hacemos con la educación y la salud”. Para el especialista en seguridad internacional, el problema debe ser puesto en perspectiva. El gasto en desarrollo social oscila entre 4 y 4.5% del PBI, casi triplicando el gasto en Defensa. Sin embargo, sentencia Battaleme “los resultados son igual de malos”.

Con la lupa puesta en la estructura de costos del Ejército, se observa en números rojos que gran parte del presupuesto es destinado a mantener los salarios de militares en actividad y pensiones a los retirados. Otro 17% de los egresos están reservados a sostener y actualizar unidades militares de transporte. Posteriormente, un magro 5% para compras de equipamiento y armas, y un invisible presupuesto del 0,20% en I+D.

Consultado por Conclusión, el especialista en estudios estratégicos para la defensa, Matías Ferreyra, ofrece una visión crítica sobre la reciente tragedia en mar argentino, “al carecer de los medios adecuados para buscar el submarino, aceptamos que vengan a ayudarnos los británicos, quedamos sujetos a la ayuda externa no sólo en términos tecnológicos sino también en la mirada conceptual de cómo abordar estas crisis”. Doctorando en la Universidad Estadual de San Pablo (Brasil), el investigador insiste que “aun existiendo déficit social, no se puede postergar la modernización de las FFAA, porque sin plan integral estratégico en este contexto internacional, pierdes autonomía política”, lo que para Ferreyra significaría replegar nuestros objetivos de desarrollo a largo plazo.

Una mirada rápida sobre la realidad presupuestaria de nuestros vecinos latinoamericanos, pone de relieve que lejos de encontrarse patrones de estabilidad para los presupuestos en defensa, el financiamiento a las FFAA oscila entre sorpresivas caídas, producto del estancamiento económico de los commodities; o incrementos presupuestales, fruto de tensiones políticas internas (Colombia) o externas (Venezuela).

No obstante, son excepcionales los casos donde la discusión democrática ha determinado un rol preciso para el poder militar[3]. En Argentina, el rol de las FFAA se ha constituido por oposición a lo que ellas deben hacer, esto es, no entrometerse en asuntos públicos, no participar de la política nacional, no operar en la seguridad interna, no impartir una justicia propia[4], ni constituirse en sindicatos.

Sin embargo, no hemos logrado definir un rol proactivo con consensos políticos, donde se determine el lugar que ellas deberían ocupar ante el avance del narcotráfico, la frontera de defensa ante el crimen organizado, el ciberterrorismo, o Malvinas. Al menos esta tragedia pueda ser el momento por el cual podamos definir mínimamente el lugar presupuestario que deba tener nuestras FFAA para el erario nacional. Una discusión que lejos de parecer obvia, es un interrogante permanente para los gobiernos latinoamericanos.

*Licenciado en Relaciones Internacionales y Director del Consejo de Estudios Interdisciplinarios Económicos y Políticos www.CEIEP.org

[1] Último año con datos oficiales.

[2] Datos obtenidos del Libro Blanco de la Defensa, Ministerio de Defensa de la Nación Argentina, Buenos Aires, 2015.

[3] Costa Rica representa un caso excepcional, donde sus representantes institucionales han descartado por completo la necesidad de tener unas Fuerzas Armadas operativas y optaron por su desmantelamiento completo.

[4] El Código Militar argentino se encuentra derogado.