Por David Narciso

El peronismo tiene por delante un desafío de magnitud. Desde que en 2007 existe el sistema de primarias en Santa Fe la fuga de votos es un fantasma que lo persigue comicio tras comicio. Para evitarlo esta vez, Agustín Rossi, Alejandra Rodenas y el senador Armando Traferri (artífice de la candidatura) acordaron el mismo domingo a la tardecita la línea de trabajo: el punto de encuentro entre quienes fueron adversarios será “la oposición al gobierno de Macri y el modelo neoliberal; todo lo demás será secundario”. O al menos intentarán que así sea.

Todos contra Macri

La estrategia para la segunda parte de la campaña está definida. La lista con Rossi en primer lugar y Rodenas en el segundo se ofrecerá como la “única alternativa contra el gobierno”. Se apostará a recrear una especie de balotaje 2015 a la santafesina, incluida cierta mística antimacri como en esa oportunidad, que le permita succionar votos de expresiones progresistas, como el Frente Social y Popular, Ciudad Futura y hasta del Frente Progresista (que a su vez saldrá a pescar votos en esa misma pecera e intentará quedarse con votos peronistas). Por ahora es el plan a cortísimo plazo, a octubre, pero hay quienes lo imaginan como un laboratorio de ensayo para un futuro frente Anti Cambiemos cuyos socios hoy no son imaginables.

Mientras se piensa en cómo incrementar lo conseguido, también se tiene en cuenta la retaguardia. El riesgo de que parte de los que votaron a Alejandra Rodenas opten en octubre por otras listas es real. Si bien en la campaña la ex jueza no fue nada condescendiente con el gobierno nacional, el hecho de que su candidatura haya convocado el voto peronista no kirchnerista abre el interrogante sobre cómo se procesará el hecho de que el primero de la lista sea el candidato de Cristina.

Siete a cuatro

No pocos jefes comunales justicialistas jugaron con Nuevo Espacio Santafesino entre otras cosas porque suponían a Rossi y a Cristina piantavotos. Y sin embargo en esos mismos pueblos Rossi ganó la primaria o quedó a corta distancia.

Vale la pena mirar los números. El Nuevo Espacio Santafesino, fundado y orientado por los senadores peronistas (además de sindicatos, intendentes y presidentes comunales) sólo ganó la interna en cuatro de los once departamentos: Garay, 9 de Julio, Vera y San Lorenzo.

Esa situación alimentó suspicacias. Hay quienes creen que esos senadores no jugaron a fondo, que “no repartieron boletas” (con boleta sábana y un cuarto oscuro con 57 listas hubiera ayudado), que limitaron las chances de una candidata que arrancó en desventaja por el bajo nivel de instalación fuera de Rosario. “¿Cómo puede ser que tenemos el apoyo de todos los senadores y nos ganan en siete de los once?”, se preguntaba un dirigente de ese sector el lunes siguiente.

Otros no ven mano negra alguna: afirman que la influencia de los senadores y el aparato en una primaria abierta tiene límites, que la gente eligió votar a Cristina para frenar a Macri. Y votar a Cristina en Santa Fe significaba poner la boleta de Rossi. Dicho sea de paso, los mensajes de Unidad Ciudadana apelando al bolsillo y la heladera fueron lo mejor en comunicación de campaña. Directos, claros, concisos, contundentes e identificables con la realidad del electorado al que estaban dirigidos.

Mueve Omar Perotti

Uno de esos departamentos es Castellanos, territorio de Omar Perotti, senador nacional y el peronista mejor posicionado para volver a disputar la Gobernación en 2019. Rossi allí se impuso en la primaria con el 58% de los votos sobre Rodenas, pero el resultado de fondo es alarmante para Rodenas, Rossi, Perotti y todo el Frente Justicialista, que en conjunto sumó el 20% y Cambiemos arrasó con el 37%. Incluso ganó la elección de concejales en Rafaela ciudad.

Perotti transitó la primaria en silencio y sin intervenir en la contienda. El domingo a la tarde habló por teléfono con Agustín Rossi. Transmitió las felicitaciones de rigor y quedaron en mantener nuevos contactos. Rossi es un candidato incómodo para Perotti. Y el hecho de que haya ganado de la mano de Cristina lo es más todavía.

Desde su banca, el senador nacional cultiva un rol dialoguista con el macrismo. Acompañó con su voto leyes importantes para la Casa Rosada y su opinión es consultada a la hora de definir obras púbicas o asignar fondos vía ATN en Santa Fe. Sin embargo, por más cristinista que resultó el candidato que encabezará la lista de diputados, Perotti no puede desentenderse de la suerte del partido que pretende que lo lleve a la Gobernación dentro de dos años.

La salida para ese dilema es proporcionar apoyo y mantenerse en segundo plano. Es lo mejor para preservarse él y para no complicar a Rossi, que en la campaña quiere enfocarse en Macri, la flexibilización laboral y la reforma de las jubilaciones. Hoy se necesitan mutuamente; de acá a un tiempo nadie podría decir en qué lugar del universo peronista estará cada uno. No es secreto que la ambición de Rossi excede una banca de diputado. Si hiciese buen papel en octubre, cuando llegue 2019 querrá hacer valer el capital político acumulado.

Tirá para abajo

Hay un último desafío que deberá trabajar el justicialismo para octubre. Los resultados de las primarias verifican que está incompleto el proceso de asimilación entre los candidatos a diputados nacionales y los candidatos a concejales del Frente Justicialista.

El caso más patente es Rosario. A diputados el Frente Justicialista sumó 208 mil votos y a concejales 98 mil. Más aún, Rossi obtuvo 134 mil y Roberto Sukerman, de su mismo sector, 48 mil. Si bien los datos de legisladores nacionales corresponden al departamento y los de concejales sólo a la ciudad, eso no explica semejante diferencia. Conclusión: entre los que votaron a Rossi dispersaron su voto en diferentes listas de concejales. En Santa Fe ciudad pasó algo similar, aunque la brecha resultó menor.