Por Elisa Soldano

“A mí los golpes ya se me curaron, no me duele el cuerpo. Pero lo que me hizo este tipo psicológicamente, me arruinó”, contó a Conclusión Valeria, una mujer de 28 años que desde marzo de 2020 hasta la fecha radicó treinta y nueve denuncias contra su expareja por violencia verbal, física, económica y psicológica. La fiscal que lleva adelante el caso solo recibió cinco de estas acusaciones.

El femicidio de Úrsula Bahillo, una joven de 18 años que fue asesinada a puñaladas por su expareja policía en la localidad bonaerense de Rojas, puso en la mira el accionar policial y judicial ante las denuncias por violencia de género. La víctima había denunciado dieciocho veces a su femicida, pero nada se hizo para evitar este desenlace.

El triste rol de la justicia y de la policía en este caso generó también que muchas víctimas de violencia de género expongan su situación de vulnerabilidad ante un Estado que no da respuestas. Este fue el caso de Valeria, una mujer nacida en la localidad bonaerense de Belén de Escobar pero que desde hace años vive en Rosario, quien en los últimos meses denunció treinta y nueve veces a su expareja por insultos, amenazas y agresiones físicas. Sin embargo, el sujeto continúa hostigándola y ahora ella junta dinero para poder irse de la ciudad.

“A mí la Secretaría de la Mujer todavía no me dio respuesta. Me dijeron que me podían financiar la mudanza pero después me dijeron que era un poco caro. Pero si a mí me matan, mis hijos quedan solos. Me quiero ir de Rosario porque si lo meten preso a él, su familia y sus amigos van a venir en mi contra”, contó a Conclusión Valeria.

En las últimas horas, la mujer se reunió con la fiscal del Área Violencia de Género que está a cargo de su caso, Luciana Vallarella, quien mostró su preocupación ya que sólo había recibido cinco denuncias de las treinta y nueve.

“Yo iba y denunciaba. Si tenía una amenaza telefónica o me insultaba, lo denunciaba, no me quedé quieta con eso. Pero de las comisarías filtraron un montón de denuncias. A la fiscal le llegaron cinco y a la segunda lo imputó porque me había roto el ojo derecho y en el izquierdo tuve desprendimiento de retina y fractura máxilofacial”, explicó.

Sin embargo, detalló que su agresor, Mariano B., –quien tenía tres órdenes de restricción- nunca fue detenido ni se le dispuso prisión preventiva porque al ser un golpe en el ojo “el médico forense dijo que no estaba en riesgo mi vida”. No obstante, la vida de Valeria sí estuvo en peligro cuando, según su testimonio, el 22 de marzo último el agresor la “apuntó” y le “gatillo la cabeza”.

El pasado jueves, la joven decidió exponer su situación en redes sociales, a través de un posteo acompañado de imágenes de los golpes y las denuncias. Ante esto, las intimidaciones por parte del sujeto y su entorno se hicieron más fuertes, según contó Valeria a este medio.

“Hace dos días vengo teniendo secuencias en la puerta de mi casa. Ayer una vecina me dijo que (Mariano B.) está merodeando y anoche vinieron a gritar en la puerta, llamé al 911 pero no dormí en toda la noche. El que gritó debe ser alguno de los amigos. Antes vivía re tranquila, pero desde que lo escraché empezaron los gritos. Puede pasar con un arma, cagarme a tiros y yo estoy con criaturas”, relató.

Desde diferentes organizaciones sociales y feministas decidieron abrir un CBU (Nº 3100056877388811 alias: coreo.roca.rapo.mp), para juntar fondos que permitan que Valeria y sus hijos puedan mudarse a otra ciudad.

Muchas denuncias y pocas respuestas

La primera vez que Valeria denunció a su agresor fue en marzo del 2020, cuando ya estaban separados. Desde entonces, repitió este accionar otras 38 veces, pero nada impedía que el sujeto continúe hostigándola y violando órdenes de restricciones.

Las denuncias de que Valeria realizó se repartieron entre las Comisarías de la Mujer, la 32º, 5º, 2º y algunas fueron realizadas virtualmente. Sin embargo, las únicas que llegaron a manos de la fiscal Vallarella fueron las 5 realizadas en la Comisaría de la Mujer. Esto lleva a preguntarse qué pasó con las 34 acusaciones restantes.

“La fiscal me trató diez puntos, se puso a mi disposición y hablamos detenidamente de todo. Yo la entiendo porque le llegaron cinco denuncias nada más. Acá la falla viene desde la policía, desde la comisaría en donde las hacés”, destacó Valeria.

Y agregó: “Mi mensaje es que si hacen una denuncia en una comisaría, al día siguiente vayan a la Fiscalía, porque las denuncias se pueden perder, pueden no cargarlas o pueden pasar un montón de cosas”.

La denuncia pública que realizó Valeria sirvió para que la fiscal conozca la gravedad de la situación e inmediatamente organice un encuentro con la joven para conocer en profundidad el caso y tomar las medidas necesarias. Mientras aguarda por un botón antipánico que se está tramitando en el Juzgado, en los próximos días se presentará en Fiscalía con las constancias de las 39 acusaciones realizadas.

Tras su encuentro con Vallarella, la mujer destacó: “La fiscal se comunicó con el 911, les pidió que hagan su trabajo y que cuando yo los llame que tengan la más rápida respuesta. Ayer cuando los llamé porque me gritaban en la puerta estaban en conocimiento del caso. La fiscal se está moviendo, el secretario de ella se comunica conmigo para preguntarme si está todo tranquilo. Tendríamos que poner más en conocimiento a los fiscales, llegar más a ellos. Mi error fue manejarme directamente con las comisarías”.

Y, en relación al rol de las fuerzas de seguridad, agregó: “La policía se te caga de risa. En una oportunidad él (Mariano B.) violó la perimetral porque quería retirar a su hijo y llamó al 911 diciendo que yo tenía una restricción de acercamiento. Les dije a los oficiales que él estaba imputado por intento de homicidio, que cómo lo iban a traer a la puerta”.

“Ante esto, el oficial del 911 me dijo que vaya a hacer la denuncia. Cuando voy a la Comisaría 5º de Rosario, Mariano me estaba denunciando ahí. Lo atendieron y me dijeron que eran denuncias cruzadas, que yo iba a quedar demorada. Él violó una perimetral y no iba a quedar detenido -cuando los mismos policías fueron testigos de la situación- pero yo sí iba a quedar demorada”, continuó.

Relato del calvario

Valeria y su expareja se conocieron en el año 2013, cuando ella trabajaba en la guardia del hospital de Belén de Escobar y él era chofer de la base municipal. “Empezó siendo una excelente relación. De a poco él me empezó a decir que tenía que dejar el celular y estar más con mi hija. Yo tenía 21 años, vivía rodeada de mis amigas. Me decía que deje de dormir un poco, que me ponga a limpiar. Cuando mi mamá lo enfrentó, ahí empezaron las peleas entre ellos. Él me decía que yo ya había formado una familia, que no la iba a desperdiciar por mi mamá, me empezó a alejar de mis papás y de mi círculo familiar”, contó la víctima.

Sin embargo, luego de separarse de su agresor, Valeria se volvió a contactar con sus padres y se disculpó por su alejamiento. “Yo tengo el cargo de la culpa todavía. Mi papá me dijo «gorda, volvete y déjate de joder, dale que nos comemos un asado»”, manifestó.

La mujer reconoció que en los primeros dos años de relación la violencia psicológica fue una constante, pero que a partir del 2015 comenzó la violencia física. “En septiembre de 2015 él me pego estando embarazada de ocho meses. Me pegó porque no había limpiado la casa y porque no tenía su uniforme (de una empresa de seguridad) listo”, detalló.

“El 17 de octubre del 2015 llegamos a Rosario y el 20 ya empezaron las palizas, la violencia psicológica, la violencia económica. Yo limpiaba casas y él me pedía la plata para administrarla porque decía que yo no me sabía administrar”, relató Valeria.

Valeria es madre de dos hijos y, consultada sobre cómo viven los pequeños esta situación, expresó: “Ayer le pregunté a mi hija cuál era su recuerdo de chiquita, y me respondió que era cuando Mariano me corrió con un cuchillo y me lo puso en el cuello. Yo le pedí perdón llorando, porque no se acuerda que yo le hice un disfraz de princesa, se acuerda cuando me pusieron contra una pared con un cuchillo en el cuello”.

“Yo a mis hijos les hablo mucho de lo que es el abuso físico y psicológico. Cuando me mude voy a buscar psicólogos para que me ayuden a sacar a los chicos adelante y otro para mí, que me va a tener que acompañar por mucho tiempo”, agregó.

Otros testimonios

Al enterarse de esta situación, una expareja de Mariano B. se comunicó con Valeria para brindarle su apoyo. Durante la relación que mantuvo con el sujeto, esta mujer también fue víctima de estafas –un delito que denunció ante la justicia- y de importantes hechos violentos que incluyeron, según su relato, golpes y hasta un aborto.

“Primero se hacía el hombre perfecto, pero de a poquito y sin que me dé cuenta, me empezó a desvalijar en demasía, a sacarme fortunas. Un día llegó a fingir que habían secuestrado a su hijo para sacarme $20.000”, relató la mujer a Conclusión.

Y agregó: “Hace menos de seis meses se volvió a comunicar conmigo por Facebook para decirme que era pastor evangélico, pero lo bloqueé. Me enteré de todo lo que le estaba haciendo a Valeria y me comuniqué con ella. La voy a ayudar porque no voy a parar hasta que el tipo termine en cana”.