Por Alejandra Ojeda Garnero

Sin sentimiento de respeto, no hay forma de distinguir a los hombres de las bestias

Confucio.

La maldita policía también existe en Córdoba. Blas Correas de 17 años fue asesinado por una bala policial el 6 de agosto de 2020. Un total de 13 efectivos de la fuerza de seguridad cordobesa están imputados, dos de ellos por homicidio agravado por pertenecer a la fuerza y el resto por encubrimiento. Luego del crimen, modificaron la escena, plantaron un arma y dieron aviso a las autoridades dos horas después. Intentaron culpar a los adolescentes y presentarlos como «delincuentes» para justificar su accionar criminal. No es el único caso. El accionar delictivo de la policía de Córdoba, que se repite en distintos puntos de la provincia, se produce frente a un poder político que mira para otro lado.

En esta entrega de Iter criminis dialogamos con la mamá de Blas, Soledad Laciar, quien hace más de un año lucha para pedir justicia por su hijo y por otros jóvenes asesinados pero invisibilizados por pertenecer a clases sociales vulnerables.  La causa de Blas ya fue elevada a juicio.

 

Todo comenzó el 6 de agosto de 2020, que si bien regían las restricciones por la pandemia, Blas y tres amigos decidieron ir a comer unas pizzas. Luego pasaron a buscar a otro amigo para dirigirse a la casa de otro compañero y pasar la madrugada entre amigos. En el auto viajaba el conductor de 18 años junto a su novia, Blas y los dos amigos restantes, los tres de 17 años.

En el trayecto tuvieron un altercado menor con un motociclista por una cuestión de tránsito, que no pasó a mayores y continuaron su marcha.

Un retén policial los interceptó en el trayecto. Dos móviles cruzados en la arteria solo daban paso por un carril y un agente policial hizo señas para que el conductor detenga su marcha. El joven lejos de acatar la orden, aceleró y se dio a la fuga. Fue allí cuando dos efectivos dispararon a mansalva contra el automóvil y una bala impactó en el cuerpo de Blas a la altura del omóplato.

Al percatarse de la situación, los amigos buscaron ayuda en la clínica Aconcagua donde se negaron a darle atención. Volvieron a cargarlo en el auto para llevarlo a un hospital público, pero fueron interceptados a pocas cuadras por la policía, que dictaminó que Blas ya estaba sin vida.

Una odisea comenzó a partir de ese momento, ya que a la madre de Blas le informaron cuatro horas después que su hijo había muerto. La explicación responde a la conducta delictiva de la policía al modificar la escena del hecho, plantar pruebas para incriminar a los jóvenes en un supuesto delito para justificar su accionar.

Afortunadamente la secuencia quedó registrada en distintas cámaras de la ciudad de Córdoba, donde se observa claramente el accionar de todos los policías que estaban apostados en el retén y cuál fue la participación de cada uno de ellos.

El pasado 27 de agosto se realizó una marcha en contra del gatillo fácil en Córdoba, los casos son innumerables, y la lucha continúa para pedir justicia por la muerte de tantos jóvenes por balas policiales.