Por Gisela Gentile

El 12 de Octubre de 2016, Berenice ingresó a a una clínica privada ubicada en calle Francia y Tucumán. La intención de la joven de 25 años era someterse a una cirugía menor para igualar el tamaño de sus pechos.

“El médico nos dijo que la cirugía era una pavada, algo simple. Es más, la llevé a las 8.30 de la mañana y debía retirarla a las 11. Antes de la operación Berenice se sometió a todos los estudios solicitados por los profesionales, los cumplimos a raja tabla y mi hija estaba en perfectas condiciones. Pero desgraciadamente todo se complicó y empezó el calvario”. Así comenzaba a narrar la triste historia que hoy atraviesa toda una familia, Marcelo, el papá de la joven que pelea por recuperar su calidad de vida.

Aquél día recibió un llamado inesperado. “A las 10 de la mañana, me llamó la mamá y me dijo que mi hija estaba en un sanatorio céntrico en terapia intensiva. Cuando llegué el cuadro era muy complejo ya que había sufrido una paro cardiorrespiratorio y un ataque isquémico que produjo muchas secuelas en su cerebro”.

A partir de entonces, la familia, conformada por cuatro integrantes, viene siendo atravesada por un desgarrador sufrimiento. “Mi hija está en posición fetal y aún a su cerebro le falta oxígeno. Ella se relaciona con la vista y con un tablero electrónico”, indicó.

En cuanto a lo judicial Marcelo Conte sostuvo: «Nuestro pedido hacia el médico y anestesista es por mala praxis. Lamentablemente, por lo que tengo entendido, ambos profesionales siguen ejerciendo. Va todo muy lento, armamos una carpeta médica que fue llevada a fiscalía en donde se citó a cinco médicos de la provincia de Santa fe, pero al no ponerse de acuerdo, la misma fue remitida al Centro Neurológico de Buenos Aires. El tema es que hace más de seis meses que fue trasladada y aún no obtenemos respuestas, lamentablemente los tiempos de mi hija no son los mismos que los de la justicia”.

Respecto a la asistencia médica de Berenice contó que “la obra social viene respondiendo muy bien, pero igualmente tenemos muchos gastos, como por ejemplo, un paquete de algodón cada vez que la bañamos, y  los traslados de ambulancia que corren por nuestra cuenta al igual que aquellos ocasionados por el botón gástrico”, señaló.

Anímicamente, Berenice está muy mal. “Mi hija está postrada, con pañales, no habla y ahora ni siquiera tiene estabilidad para sentarse en un sillón de ruedas, realmente es un panorama muy triste. Actualmente, los médicos que la ven me dicen que su situación es de alta complejidad, o sea que debería estar asistida en otro lugar y no en mi casa. Tenemos un grupo de gente que nos ayuda a atenderla como psicóloga, médico clínico, enfermero, psicopedagoga, una chica que le da de comer, pero si es de alta complejidad tendría que estar en otro sitio más especializado”.

Para concluir Marcelo enfatizó con mucha entereza pero con un dejo de profunda congoja: “Necesito que la justicia haga lo que tenga que hacer, hoy estamos en las manos de Dios. La justicia tiene que ver la realidad que sufre Berenice y toda la familia, esto es una pesadilla. Sus amigas también la acompañan mucho y entre todos tratamos de hacerle pasar mejor sus días”.