Este jueves comenzó el juicio contra un pastor evangelista de Rosario acusado de abusar sexualmente de mujeres que formaban parte de su comunidad religiosa. La fiscal que lleva adelante la acusación, Luciana Vallarella, de la unidad de Delitos contra la Integridad Sexual, adelantó que pedirá 37 años de prisión para el acusado.

Héctor C., de 60 años, es un ex policía y  el titular de la iglesia Tabernáculo de Restauración, ubicada en la zona sur de la ciudad, en inmediaciones de Batlle y Ordóñez al 1800 y enfrente cargos por atacar sexualmente a 9 mujeres, dos de ellas menores de edad. De acuerdo a la información suministrada por el Ministerio Público de la Acusación, algunos de los hechos tuvieron lugar en el templo, otros en una fábrica de botellas de plástico que se encuentra en 27 de Febrero y Entre Ríos y otros en un descampado en Villa Gobernador Gálvez. También en moteles, en una granja de rehabilitación que la iglesia poseía y en una casa donde hospedaban a las chicas.

Vallarella detalló que además de las dos menores, había otras chicas «que eran muy jóvenes, algunas de 18 años». «Todas asistían a la iglesia evangélica que era dirigida por esta persona. Esa es la importancia de este debate, que tiene que ver con quién era esta persona y cómo, justamente por ser quién era, se abusó de la vulnerabilidad de todas estas mujeres que asistían también en situaciones de mucha necesidad a la iglesia y cómo se pudo sostener la impunidad durante tanto tiempo».

De acuerdo a la investigación, los abusos comenzaban cuando las jóvenes comenzaban a asistir a la iglesia. Los hechos que se juzgan ocurrieron entre 2015 y 2020 y todos tienen un mismo patrón. «Primero las contactaba por mensaje de WhatsApp o por Facebook, les ofrecía tener relaciones sexuales a cambio de dinero ylas amenazaba. Se secuestraron vainas en el domicilio del acusado. Él siempre portaba armas, es un policía retirado que ya tuvo una condena, bastante vieja, por apremios ilegales», detalló la fiscal que, además, señaló que eso también generaba mucho temor en las víctimas y les dificultaba hacer la denuncia. «Algunos de los abusos son agravados por haber utilizado armas de fuego».