El domingo 18 de septiembre de 2011, Paula Perassi recibió una llamada telefónica en su casa alrededor de las 20. Minutos después, dijo que iba a buscar la tarea de uno de sus hijos y salió sin dar mayores explicaciones. Esa fue la última vez que su familia supo de ella.

Durante los siguientes siete años, la investigación por su desaparición tuvo idas y vueltas en caminos que se tornaron oscuros y escabrosos. Las líneas que siguieron los investigadores condujeron a una relación extramatrimonial que la mujer de 34 años tenía  con un pujante y conocido empresario de la zona, Gabriel Strummia. Y días después se confirmaba que Paula Perassi estaba cursando las primeras semanas de un embarazo, fruto de dicha relación.

Según avanzaron las pesquisas se pudo saber que luego de la confirmación de ese embarazo, realizada en una institución privada en la ciudad de Rosario, el contacto telefónico entre Paula Perassi y Gabriel Strummia aumentó. Y si bien al principio el empresario negó la relación con la joven, terminó admitiéndola una de las tantas veces que fue interrogado por la policía.

Sin embargo, la investigación terminó convirtiéndose en un pantanal cuando empezaron a aparecer pistas falsas y maniobras de encubrimiento cada vez más evidentes. Esas maniobras se atribuyeron a la supuesta relación del empresario Strummia con el ex efe de la agrupación cuerpos, Adolfo Puyol.

Luego de mucho andar, y sobre todo, luego de la incansable pelea de los padres de Paula en búsqueda de justicia, que llegaron a encadenarse varias veces frente a los Tribunales, en abril de 2015, el juez Juan José Tutau ordenó la detención de nueve personas, entre ellos cinco efectivos de la fuerza policial.

La hipótesis era que Strummia, en acuerdo con su esposa Roxana Michl y un empleado del empresario, Alberto Díaz, secuestraron a Paula y la llevaron a Timbúes para que una partera de la zona, Mirta Rusñisky, le practicara un aborto.

La Fiscalía pidió la detención de los cuatro por el delito de aborto sin consentimiento seguido de muerte y privación ilegítima de la libertad. Además, se acusó a Adolfo Puyol y otros cuatro policías, Jorge Krenz, Gabriel Godoy, Aldo Gómez y María José Galtelli, por los delitos de encubrimiento e incumplimiento de los deberes de funcionario público.

Los fiscales Ramón Moscetta y Donato Trotta consideraron que Paula Perassi fue engañada para que acudiera a un supuesto encuentro con Strummia y luego llevada a la fuerza a la casa de la mujer que le practicó el aborto. Se presume que durante dicha práctica, la joven falleció y los responsables hicieron desaparecer su cuerpo.

Todos, excepto Díaz, fueron detenidos por Tutau y el 19 de mayo de 2015 se les dictó el procesamiento, embargo de bienes y prisión preventiva.

Sin embargo, poco después, en un fallo sorprendente, el juez de Cámara Adolfo Prunotto Laborde les revocó la prisión preventiva y concedió la libertad de ocho de los imputados. Fallo que fue luego revertido por la Corte Suprema de Justicia, en marzo de 2016. Y en mayo de ese mismo año, el camarista Carlos Carbone ordenó la prisión preventiva efectiva de los tres civiles y del ex jefe de Cuerpos. En tanto dictó arresto domiciliario para los otros efectivos.

Fue el juez Carbone el que hizo una fuerte crítica a quienes llevaron delante la causa, a la que calificó de «desmadre», y quien en noviembre de 2016 revocó el sobreseimiento de Díaz, el ex empleado de Strummia y le repuso la imputación de aborto sin consentimiento seguido de muerte.

Los huesos de mi hija

Durante estos siete años, Alberto Perassi nunca se dio una tregua. Se impuso a sí mismo la obligación de buscar a su hija. El costo fue alto, sufrió varias amenazas y ataques a su casa y lugar de trabajo, y desde hace mucho tiempo lleva un chaleco antibalas y tiene una custodia permanente que se han convertido en parte de su vida cotidiana.

«Lo único que quiero es encontrar los huesos de mi hija». Esa frase ha sido repetida hasta el cansancio por el padre de Paula que ha pasado por todos los estados posibles, pero que nunca se dio por vencido.

Sin pelos en la lengua y sin miedos, Perassi logró, a fuerza de golpear puertas, que en la búsqueda de Paula intervieniera el Equipo Argentino de Antropología Forense que también utilizó un georadar de la Gendarmería Nacional con teconología de avanzada, sin ningún tipo de resultados positivos.

Este 18 de septiembre, nuevamente Alberto Perassi pidió por los huesos de su hija. Su lucha fue reconocida por la Legislatura provincial y le dio al caso trascendencia nacional. También el Concejo Municipal de la ciudad de Rosario emitió una declaración en apoyo a la lucha de los padres de Paula. Sin embargo, a día de hoy, la causa no tiene fecha de juicio.