Por Florencia Vizzi

¿Decime la verdad: Luis llega a Luis? Esa frase surgió del audio de una escucha reproducida este miércoles en la sala de audiencias del Centro de Justicia Penal en el que se dirime el primer tramo de la causa 913/12. El primer Luis refiere al subcomisario Quevertoque, que revistaba en la Brigada Operativa Judicial, el segundo es Luis Medina, un supuesto «empresario»  ligado al narcotráfico, que fue acribillado a balazos, junto a su novia, en la zona de Ayolas y Acceso Sur en diciembre de 2013. Y el autor de la frase no es otro que Germán Almirón, un ex policía, subalterno de Quevertoque, que actualmente cumple condena por extorsionar a la esposa de un supuesto integrante de la banda a fin de facilitar su fuga. Germán Almirón fue llevado a declarar este miércoles pero su nombre ya había aparecido en varias ocasiones. En su testimonio, brindado de mala gana luego de que se reprodujeran las escuchas, Almirón dio cuenta de filtraciones en la Brigada Operativa Judicial y dejó entrever que al menos uno de sus superiores, tendría algún tipo de relación con Luis Medina. Almirón relató que, mientras él andaba corriendo por todos lados, «haciendo un trabajo muy bravo» eran, probablemente, los propios jefes quienes «soplaban» los operativos. Aunque aclaró que no tenía pruebas de eso y que hay muchos «dimes y diretes». También remarcó en varias ocasiones que «no tiene garantías en la Justicia Provincial» y todo lo que tenía para decir lo iba a hacer, en su momento, en el Juzgado Federal, donde también se tramita una causa en su contra.

El hilo que se corta por lo más delgado

Germán Almirón se mostró incómodo en todo momento y, cuando le preguntaron, dijo no saber por qué razón estaba en la sala de audiencias. También, interrogado por Fausto Yrure, uno de los representantes de la defensa, sobre sus compañeros y jefes de la Brigada manifestó no saber quiénes eran Chely y Toto, aunque si recordó a Ramonda (José Luis) y a Lotito padre e hijo (Ariel y Germán). Los letrados solicitaron entonces que se pasen los audios de las conversaciones que mantuvo Almirón luego de que se filtrara información que frustró un importante allanamiento.

Escucha 1:

—(Almirón) Tiene que haber sido yo o mi jefe, porque el único que sabía es mi jefe.

—(Ramonda) Vos no, ya sabemos que vos no. Pero es para avivarte a vos que tengas cuidado.

— ¿Y cuando fue qué le avisaron, ese mismo día?

—Si ahí al toque, al toque cuando vos avisaste. Pará que te voy a pasar con él.

—¿Viste que vos nos avisaste que en una hora llegaban? Bueno, le avisaron a Lutman y éste le dijo: ‘loco tomate el palo que en una hora va a estar toda la Brigada acá’.

Escucha 2:

—¿Lutman, quién es Lutman?

—Medina…

—Hablá tranquilo, hablá tranquilo que este está bien, no pasa nada.

—Luis Medina

—¡Ah! Ya está entonces, listo, ya sé quien fue…

—Le avisaron a él y él les dijo  tomate el palo que en una hora va a estar toda la brigada ahí abajo

—Ya está listo. Cuando vuelvo hablamos tranquilos, pero ya se quien fue, el subjefe de la Brigada.

Escucha 3:

— Chely ¿me escuchás?

—Si te escucho

—Yo estoy en Buenos Aires y recién me llamó la mina que anda con Chamorro. El sábado mismo a la tarde le avisaron a Luis Medina de adentro de la Brigada que nosotros lo íbamos a ir a tumbar a ellos y Luis les avisó a todos.

—¿De la Brigada salio?

—Sí de la Brigada nuestra salió. Le avisaron a Luis y Luis les avisó a todos porque están trabajando para él.

—¡Hijos de mil puta! ¿Y vos a quien le avisaste el otro día?. ¿A Luis (Quevertoque) y a quién más?

—Y a vos. Tres no más sabíamos… Chely, ¿vos a Luis Medina no llegás?

—No no llego.

—Decime la verdad ¿Luis llega a Luis?

—Y no sé que decirte, que se yo. Viste como es esto. No se que decirte.

—Si Chely, pero me estoy arriesgando la vida me van a meter un petardo para que estos se llenen los bolsillos, son unos hijos de mil puta, Chely, no es así, me estoy arriesgando y estoy arriesgando mi familia al pedo… no puede ser. Llego hablo con Romero y me pido el pase…

—¡No no! ¿sabés lo que vamos a hacer? Cuando toque la próxima llamame a mi.

—Estoy llorando de la bronca, me estoy embarrando hasta la mitad del cuerpo loco. No pueden hacer eso.

—Vos en la próxima no le avisés a nadie. Vos y yo no más. No avises a nadie más.

—No, no, si yo no le avise a nadie. Lo primero que hice lo llamé a Luis (Quevertoque), lo llamé al Toto y te llamé a vos. Ah! al Toto también le avisé.

—Ah! ¡El Toto! Ja…

Finalizados los audios y azuzado por los abogados, finalmente Almirón recordó que Chely es José Luis Ramonda, y Toto le decían a Ariel Lotito, el encargado del trabajo de calle de la BOJ.

«Había un dato, se filtró y a mi me dijeron que lo filtró un superior mío», señaló el testigo. «Con exactitud no se sabe, uno lo que hace es trasladar con la información que tiene. Pero son dimes y diretes. Por lo que a mi me dijeron, yo creí que era el subjefe de la Brigada», explicó.

Sin cejar en su empeño, el letrado volvió a preguntarle sobre esa pregunta referida a la llegada de Quevertoque a Medina y las probabilidades de que él o Lotito hubieran filtrado esa información. «Yo estaba tratando de corroborar lo que se decía», respondió Almirón. «Porque estábamos haciendo un trabajo muy bravo y se filtraba información. No vaya a ser que se filtre algo y nos terminen pegando un tiro».

Luego de negar rotundamente que él mismo hubiera dado el aviso del frustrado operativo, Almirón recordó que muchas veces había pedido el pase porque veía cosas que no le gustaban. «Yo no las voy a declarar acá porque no tengo ninguna garantía. Acá el hilo se está queriendo cortar por lo más delgado,  que en este caso soy yo».

Un hombre con prontuario

El nombre de Germán Almirón no es desconocido para los seguidores de las crónicas policiales y judiciales, y a pesar de su condición de ex policía, ha acumulado unas cuantas causas judiciales.

En el año 2010 fue detenido, señalado como el líder de una banda que se dedicaba a «mejicanear» a otros delincuentes. Estuvo detenido en la comisaría 17ª y fue acusado de robo calificado, privación ilegítima de la libertad, hurto, adulteración de la numeración de dominio, incumplimiento de funcionario público y malversación de caudales públicos”. Almirón intentó huir golpeando a un compañero. En relación a ese hecho se refirió el pasado martes otro policía, imputado en la causa, Sergio Blanche, quien fue el encargado de impedir esa fuga y formarle causa. Blanche relató que cuando Almirón fue puesto en libertad, sobreseído lo amenazó diciéndole que «ya se iban a encontrar y que iba a tener un vuelto». 

A pesar de esos antecedentes, la División Judiciales, cuyo jefe era el comisario Cristian Romero convocó a Germán Almirón a sus filas, donde trabajó, según sus palabras, desde el año 2013. Pero, unos meses después, el policía, que parecía haberse redimido,  se vió implicado en otra causa. La fuga de un hombre, acusado de pertenecer a la banda Los Monos, de la mismísima oficina de la Brigada Operativa Judicial, en Jefatura.  Se trató de Juan Domingo Ramírez, quien fue detenido el 14 de enero de 2014. El hombre debía pasar la noche allí y por la mañana sería trasladado a los Tribunales Provinciales. Pero, antes de ello, logró huir. La pareja de Ramírez señaló a Almirón como el responsable de pedirle un auto y dinero para ayudarlo con esa fuga. Por ese hecho, fue condenado recientemente a seis años de prisión.

Pero no termina allí su legajo, ya que también es investigado por el Juzgado Federal Nº 3,  por un supuesto plan para asesinar al juez Juan Carlos Vienna, al fiscal Guillermo Camporini y a Luis Quevertoque. Dicha investigación surgió de la intervención de la línea telefónica de Almirón, que reveló conversaciones con otro hombre que también prestó testimonio en este juicio, Cesar Arón Treves, alias el «Ojudo». Almirón también fue procesado por brindar protección a la banda dedicada al tráfico y comercialización de estupefacientes que lideraba Reina Isabel Quevedo.

El entramado es aún más complejo, mucho más complejo que lo anteriormente relatado, los nombres van y vienen y se entrecruzan en un sinfín de acusaciones entre superiores y subordinados. Día a día, lejos de los cientos de conflictos sociales que se multiplican en diversos puntos del país y de la ciudad, como en un mundo paralelo, los debates se desarrollan a su propio ritmo.  Sin embargo, algunas de las cuestiones que se dirimen dentro la sala de audiencias y, bien vale reconocerlo, también afuera,  podrían extrapolarse a esa dura realidad social. Hay necesidades, miserias, corrupción, connivencia, negociados, injusticia, ley por mano propia, poderosos inescrupulosos… En el último eslabón, el más débil y del que casi nadie se acuerda, ni dentro ni fuera de la sala, están las víctimas de un entramado que no sólo fue posible por una amplia red de complicidades en todos los estamentos, sino por el entramado socioeconómico de una ciudad y una región que nunca logró reponerse de los estragos del neoliberalismo.

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