Por Alejandra Ojeda Garnero

Recta final en el juicio por la muerte de Franco Casco. El defensor oficial Martín Gesino expuso la segunda parte de su alegato donde se refirió a los temas médicos, la causa de muerte, los cuestionamientos a los resultados de distintos estudios complementarios, y especialmente y de forma minuciosamente detallada, explicó en una línea de tiempo las declaraciones de las personas detenidas en la seccional y sobre las que se basan los acusadores para sostener la autoría del delito, que no existió y por lo cual piden 14 condenas de prisión perpetua. Desarticuló uno por uno cada uno de los testimonios, con lo cual dejó sin teoría del caso a los acusadores.

Gesino representa a nueve de los acusados por los delitos de “desaparición forzada de persona agravado por la muerte de la víctima, e imposición de torturas a persona privada de su libertad seguida de muerte. Cecilia Contino, Walter Benítez, Fernando Blanco, Rocío Hernández, Marcelo Guerrero, Ramón Juárez, Romina Díaz, para quienes la Fiscalía pidió penas de prisión perpetua e inhabilitación perpetua, por su participación en calidad de autores. A Rodolfo Murúa, acusado como partícipe secundario, para quien se pidió una pena de 14 años y 10 meses e inhabilitación por el mismo plazo. Y a Pablo Siscaro, de Asuntos Internos acusado de encubrimiento y con un pedido de pena de 5 años y 10 meses de prisión. Para Walter Ortíz la Fiscalía pidió la absolución.

“Los detalles”, en ellos centró el análisis de los testimonios, considerados “piedra angular de la acusación”, para demostrar que los testimonios que se tomaron en cuenta no se referían “no a esa noche, ni a ese chico”. También dejó en evidencia, cómo se manipularon los testimonios, al utilizar dichos completamente contrarios a los declarados por los testigos.

Además, quedó demostrado que solo se utilizaron los testimonios de algunos internos que abonaban a la teoría acusatoria, descartando de plano los que mencionaron que “la comisaría era un penal iglesia, era tranquilo, y nunca habían recibido maltrato”. También descartaron a cinco testigos que negaron categóricamente que lo plasmado en las declaraciones escritas, «jamás lo dijeron”. Declaraciones que se realizaron de forma completamente irregular, sin control de partes, y a personas que no sabían leer ni escribir, o que no tenían DNI.

Temas médicos

En la segunda jornada de su alegato el defensor oficial Martín Gesino continuó con su minucioso desglose de detalles, pero esta vez sobre las prácticas realizadas sobre el cuerpo de Franco Casco. «Tres fueron las autopsias e infinidad de estudios complementarios, más una junta médica».

La explicación la dividió en cuatro capítulos: «mecánica de muerte, datación de la muerte, constatación de lesiones, ADN y sus resultados».

En cuanto a la mecánica de muerte explicó que » se han postulado tres teorías, la más novedosa es la ensayada por la fiscalía en su alegato de manera única, que es la asfixia seca por compresión antebraquial. Apoyados para eso en una opinión de la Dra. Creimer. Las querellas se mantienen en la opción tradicional que la muerte fue por un traumatismo, que no explica muy bien si fue un golpe, patada o golpe contra la pared, eso no fue explicado. Y finalmente la opción de asfixia por sumersión sostenía por la defensa con aval médico, de estudios complementarios porque ninguna autopsia por si misma da ese resultado. Pero si aparecen muchos indicadores patognomónicos de asfixia por sumersión».

Una muerte, sin consenso entre los acusadores 

Según dijo el fiscal en su alegato «como consecuencia de la violencia recibida Franco casco murió por asfixia, en las instalaciones de la comisaría séptima, tal como lo explicó la Dra. Creimer en esta audiencia», del 13 de mayo de 2022, donde esbozó distintas teorías sobre mecánica de muerte, pero ante la pregunta del defensor Gesino sobre la compresión antebraquial que produce el desmayo, muerte que estimó entre 5 y 7 minutos, ¿le consta que esto haya ocurrido con Franco Casco? preguntó Gesino en aquel momento, y la respuesta fue totalmente contraria a lo que expuso el fiscal en su alegato, «no, estaba hablando de generalidades sobre los casos de asfixias mecánicas, es decir muertes violentas por compresiones extrínsecas del cuello», respondió Creimer en la decimosexta audiencia de este juicio. «Así fue la presentación del caso que hizo la fiscalía y la falta total de aval de su propia perito respecto de esta hipótesis», remarcó Gesino.

El defensor continúa analizando las afirmaciones de la Dra. Creimer, quien acostumbra a firmar informes médicos avalando los procedimientos de autopsias, pero luego ante los medios de comunicación realiza otras afirmaciones. «En las declaraciones que brindó para una nota de Sebastián Ortega, para Revista Anfibia, titulada ‘Los desaparecidos del Paraná’, Creimer dijo «la tortura se repartió en turnos: los agentes entraban en grupos de tres o cuatro, le pegaban patadas, golpes de puño, lo insultaban y se iban. Al rato, entraban otros y la sesión se repetía.  Así estuvieron durante toda la noche y la mañana siguiente. Cerca del mediodía del 7 de octubre llegó el último grupo. La misma secuencia: insultos, patadas, gritos. Y un golpe final. Después, el silencio», Gesino remarcó que «no existe coincidencia temporal de lo que habrían sido las supuestas golpizas», es decir Fiscalía y su propia perito difieren en la mecánica de muerte y en los horarios en que se habría producido el hecho.

Asfixia por sumersión 

Sobre los indicadores de la asfixia por sumersión (ahogamiento), el defensor analizó los estudios que se realizaron para determinar esta causa de muerte.

«El primero refiere a la ausencia de diatomeas, más allá de creer o no lo que dijo la Dra. Creimer que había cuatro tipos diferentes, no es así», aseguró Gesino.

La explicación la brindó con claridad y argumentos científicos, la bióloga Nora Maidana, quien declaró el 28 de abril de 2022 y dijo «que no había posibilidad de detectarlas porque la muestra era muy escasa. Se le envió menos de medio gramo cuando en realidad necesitaba diez gramos como mínimo. Entonces esto desató un sin fin de suposiciones, y culpas hacia las defensas, que no existían en ese momento».

Vale recordar que todas las medidas de prueba se realizaron sin control de parte, porque se llevaron durante los tres años donde no había imputados y por ende defensores, ya que los policías fueron detenidos el 4 de septiembre de 2017 y procesados al día siguiente.

La ausencia de diatomeas fue un elemento clave para que la acusación sostenga que murió bajo tortura y fue arrojado sin vida al agua. «De la extracción de la muestra de médula participó el Dr. Moglia que es el médico que eligió el propio Dr. Ganon para que extraiga esas muestras», aunque en el acta del procedimiento de extracción detalle que «procede a extraer la médula ósea según protocolo de toma de muestras de la Dra. Nora Maidana del laboratorio de Diatomeas continentales del Conicet». Sin embargo, la bióloga explicó en la audiencia «que lo que indica el protocolo es que se necesitan mínimo diez centímetros cúbicos. Pero están las firmas de todos, inclusive Ganon. Una muestra mal extraída». «La muestra es tan escasa que ni siquiera se puede hacer una progresión», aseguró la especialista.

Plancton negativo

Para realizar este estudio se toman muestras de la cavidad cardíaca, del esternón y fémur coxal, «todas dieron negativo», explicó Gesino. Además «se tomó muestra del tejido pulmonar, pero curiosamente no se utilizó ese tejido que es el primero en tomar contacto con el agua, pero no se utilizó». «Era la muestra más importante para este estudio, sin embargo, se utilizó para toxicología», detalló el defensor y a la vez aclaró que estas fueron decisiones del Cuerpo Médico Forense, no de las defensas no de los imputados.

Existen otros indicios indicativos de asfixia por sumersión como causal de muerte, tales «la existencia de dientes con tinte rosado, infiltrado hemático en la zona del tímpano, que no fueron refutados por las acusaciones», detalló el defensor. «Es cierto que estos puntos no definen la asfixia por sumersión, pero son indicativos, son muchos y son coincidentes. Infinidad de profesionales trabajaron y al día de hoy la causal de muerte es indeterminada, con orientación a asfixia por sumersión».

Data de muerte

Otro aspecto trascendente «es la datación de la muerte y en caso de ser posible lo que es la muerte en sí misma y el agua». Muchos peritos brindaron información sobre este punto, es el caso del Dr. Rodríguez del Instituto Médico Legal dijo en su declaración «nunca menos de cinco días en el agua a unos 26 grados. En este punto se necesitan precisiones y llegaron, no fueron observadas, pero están».

En ese sentido, el Dr. Minucci «parado a la orilla del río Paraná al momento del hallazgo dijo aproximadamente siete días, sin haber hecho ningún estudio; luego la pericia del Dr., Speranza que data de 10 a 20 días, la muerte y presencia en el agua. Eso fue corregido durante la audiencia con mayor información y lo fijó entre 16 y 20 días. La Dra. Creimer dojo entre 15 a 20 días y es allí donde cobra relevancia qué es lo que pudo haber pasado entre la noche del día 6 y sabemos que el día 8 estaba encaminado para la casa de su tía y los días 10 o 15 de octubre, estimada por los dos peritos como fecha aproximada de muerte y sumersión», explicó. Queda claro que entre los días 8 y 10 o 15 de octubre no se pudo saber qué pasó con Franco Casco, y la acusación tampoco lo explica, porque nunca investigaron otra posibilidad que no sea la responsabilidad policial.

En cambio, las defensas «tenemos precisiones periciales sobre ese punto. ¿Qué pasó? ¿Dónde estuvo? Tenemos forma de saberlo.

Lesiones

Ya se habló en la primera parte sobre las canastillas óseas de los dientes y las costillas rotas. En este caso el defensor se refirió a las autopsias «la que realizó el Cuerpo Médico Forense, señala lesiones traumáticas que encontraría como antecedente, la escoriación del labio superior. Es la tercera autopsia», indicó.

Al mismo tiempo, señaló que «se sostuvo que la pericia de la Universidad Nacional de Rosario es falsa, porque detalla que faltan dos piezas dentarias cuando en realidad faltaban tres, pero lo realmente importante es que no hay una relación causal demostrada entre la escoriación del labio superior y la perdida de tres piezas dentales. Principalmente porque esa escoriación es reciente en cambio las microfracturas de las canastillas óseas reconocían un proceso de reparación de entre 6 y 14 días, es decir que se produjeron cuando el chico estaba en Buenos Aires». La acusación «necesitaba que la pericia odontológica fuera falsa para poder sostener esta relación causal. Pero la foto cero del sumario es categórica. Será por eso que la Fiscalía abandonó la hipótesis por golpe y abrazó la de la asfixia seca», se preguntó el defensor.

Como se observó a lo largo del juicio, por parte de las acusaciones no hubo un interés por la búsqueda de la verdad, sino buscar el impacto. «La puesta en escena a través de la colaboración del personal de la Fiscalía, fue impactante. Espantoso porque cuál era la necesidad de inventar una nueva teoría en esas condiciones. Todos riéndose, filmando. Nunca pensaron en la familia, en el papá que estaba viendo y escuchando esto mismo mientras los demás se mataban de la risa. Imaginándose a su hijo pasando por eso. No tuvieron ningún respeto. Tiraron una nueva teoría sin ningún fundamento científico, y fue la propia Creimer que dijo, ‘yo estaba hablando de generalidades’, eso nos trajeron a juicio», enfatizó Gesino.

ADN

«En su alegato el Dr. Maciel insistió con mucha intensidad en que el resultado negativo del ADN era culpa de los imputados, sus defensas o del Instituto Médico Legal. Pero cuando el Dr. Hazan evaluando las pautas de los artículos 40 y 41, dijo que la pena debe incrementarse por el sufrimiento causado a la familia porque el ADN fue negativo. Pero no leyó el expediente, había que leer la causa, solo había que preguntarse ¿por qué dio negativo? El 3 de junio de 2015, se hizo otra exhumación, Re autopsia y otros puntos a peritar. Las medidas deberán realizarse por intermedio de la Dra. Creimer».

Los dos primeros estudios de ADN dieron negativos, luego los otros tres dieron positivos. Aquí el punto clave del estudio de ADN y es saber sobre qué muestra se trabajó.

Una muestra fue tomada en la autopsia 3, dos segmentos óseos, uno de los cuales debía ser retirado por Creimer en Gendarmería, que aparentemente perdió la cadena de custodia. «En ese momento no había defensas, estaba solo la Dra. Creimer, dio negativo, pero la culpa es de los imputados». «Sobre la segunda muestra no hay rastros, se perdió», aclaró Gesino. Los últimos tres estudios de ADN que dieron positivos, porque las muestras fueron extraídas correctamente.

Testimonios de los detenidos 

Como es conocido, las acusaciones tomaron como prueba fundamental las declaraciones de los testigos presos que estaban, en su mayoría, cumpliendo condenas en los penales de la comisaría séptima en el momento de los hechos que se ventilan en este juicio.

«Numerosos testigos dijeron el fiscal en su alegato, vamos a ver si son tan numerosos, quiénes son, qué dijeron y cómo, y por qué en algún caso», comenzó el defensor.

En total fueron 33 los internos que declararon en 2015 en cuatro oportunidades, en la etapa de investigación, y sin control de parte porque en ese momento las defensas no existían ya que los acusados fueron detenidos y procesados en septiembre de 2017, tres años después de la muerte de Franco Casco.

Puntualmente, el fiscal «toma once testimonios para su alegato, sin embargo, hay otros 12 que son invisibles, porque no convalidaron nada de lo que dijeron los otros, y quedan unos cinco que al contrario de lo que se esperaba por lo que habían declarado supuestamente en estas declaraciones tan raras que hubo en instrucción, se desdijeron, ‘eso no lo dije’ manifestaron» en la audiencia frente al tribunal.

Es importante aclarar que en la etapa de investigación todas las medidas que se realizan debe existir el control de partes, es decir todos los involucrados deben estar presentes. Esto no ocurrió en la etapa de investigación de este caso, ya que todas las declaraciones de estos testigos que la fiscalía toma como «piedra angular» de su acusación, se tomaron sin presencia de los defensores de los hoy acusados. En estas circunstancias se puede afirmar que las declaraciones «no poseen el valor probatorio de una declaración testimonial, en tanto no fue realizada ante la autoridad competente, con las formalidades y consecuencias y contralor de las partes» citaba el fiscal en otra causa. «Justamente tal como se hicieron en la etapa de instrucción», en este caso.

Esa noche, ese chico

Así, comenzó a desmenuzar una por una las declaraciones, explicar las implicancias que tuvieron en la causa y que algunas de ellas, falsas, pretenden justificar la detención de muchos de los acusados. «Lo importante son los detalles, de esa noche y ese chico», remarcó el defensor.

En primer lugar, el detenido Pablo A., un joven con varias condenas por estafa, el testimonio «más frondoso en cuanto a datos». «Realizó dos declaraciones escritas, más las versiones que brindó en la audiencia de este juicio, concretamente seis versiones de la detención les dieron a ustedes -tribunal- en la cara Pablo A.», dijo el defensor.

En la audiencia de este juicio sostuvo Pablo A., dijo de «esa noche, ese chico». Cuando declaró por escrito «el 11 de junio de 2015 no menciona a Franco Casco, en audiencia el 10 de junio de 2022 dijo ‘recuerdo haberlo visto por una hendija de la puerta’, cuando se le preguntó cómo sabía sobre el caso, dijo ‘porque después lo vi por televisión’, y agregó ‘a Franco lo vi desde la cuadra, lo vi por las dos puertas, se podía ver lo mismo’, todos estuvimos en esa comisaría y pudimos apreciar la imposibilidad de observar desde las dos puertas. Las pericias demostraron que es imposible observar tal como lo expresó el testigo.

A la derecha de la imagen la puerta de la cuadra desde donde Pablo A. dijo haber visto a Franco. La jaulita se encuentra al final a la izquierda, en la pared opuesta.

 

«Yo estaba en el penal dos hasta más o menos unos veinte días antes del traslado a la Unidad 3», dijo el testigo. «El traslado se produjo el 10 de noviembre, es decir que 20 días antes nos sitúa entre el 20 y 24 de octubre, lejos de la fecha 6 o 7 de octubre». según la declaración escrita.

En cambio, en la audiencia de juicio dijo «al otro día o a los dos días de los hechos me llevan a la Unidad 3», entonces estaba entre el 8 y 9 de noviembre, es la tercera versión de Pablo A.

Otra referencia, que dio Pablo A., es que la primera noche que estuvo en la cuadra traen cinco chicas de la terminal, en el libro de guardia no aparece nada, pero el sábado 18 de octubre aparecen tres femeninas detenidas. La segunda noche, dijo «cae Cristian», buscamos en el libro y encontramos a Cristian B. pero no coincide la fecha, o será Cristian O. que fue ingresado el día 19, el día que jugó Central Newell y el día de la madre.

Otra vez en la versión escrita, contó que «la tercera noche pasó algo, pero no me dejaron ver». La cuarta noche, el 23 de octubre, «cayó un chico que tenía gorrita», pero esa noche no hubo detenidos. Cuando se le preguntó en audiencia dijo «no recuerdo la vestimenta porque desde donde yo estaba lo veía pasar para el calabocito», ante la referencia de su declaración escrita, afirma «era Franco Casco», a quien no había mencionado en la versión escrita.

No conforme con ello, agrega más precisiones en una cuarta versión: «el día anterior a la visita de mi mujer fue lo de Franco», pero la visita fue el 27 de octubre. Dos o tres días antes de los de Derechos Humanos fueron los hechos. Como ya se dijo, el 28 de octubre fueron todos a la comisaría a raíz de la supuesta llamada anónima que afirmaba que Franco todavía estaba detenido en la comisaría. «El testigo dio referencias de hechos puntuales que no llevan a ningún lado».

«Pasó algo con ese chico porque unas horas después me fueron a preguntar», dijo Pablo A. en su declaración, sin advertir que «estamos hablando de entre 21 y 33 días de la supuesta noche del 6, en ningún momento mencionó el 6, «todas las referencias temporales que hizo lo alejan cada vez más de los hechos».

Aníbal C. y Hugo B., dos detenidos que comparten información de trascendencia en sus declaraciones. En este punto, es importante tener en cuenta el plano de la comisaría realizado por Siscaro y Escobar.

Aníbal C., contó que «vivía bajo los efectos de la droga, y que un día más de su detención le duraron los efectos». Dijo que vio a «un pibe en la cuadra, que nunca le tomaron declaración en un lugar oficial, cuando le dieron el dato para declarar le dijeron que era anónima, la señora me dijo, explicó el detenido», en su versión escrita del 14 de septiembre de 2015. No se sabe quien es la señora.

Pero sobre «ese chico, esa noche», Aníbal C., en la versión oral dijo: «yo llevaba unos meses detenido cuando trajeron a uno, fue el único que hizo un quilombo bárbaro», en la escrita dijo «una noche escuchamos gritos de un pibe que se quería ir, gritaba que no quería estar preso, fue de madrugada. Una gordita, petisita, pecosa, morochita de piel blanca, policía que es cabo de cuarto, le decía que estaba por doble A (Averiguación de Antecedentes) y que ya se iba, se escuchaba que el pibe golpeaba las rejas, estaba en el incomunicado que le dicen freezer».

Lo llamativo de estas declaraciones, mencionó Gesino, «es que a cada preso que declaraba le mostraban un plano de la comisaría, detallando el lugar donde estuvo detenido Franco, un procedimiento totalmente irregular, y sin control de partes. ¡¡Nadie se dio cuenta!!». A cada preso que le hacían identificar los lugares, le aclaraban perfectamente «calabozo donde estuvo Casco».

Sin embargo, en la audiencia dijo «no lo vimos, fue en el patio de visitas o en el freezer, del sector del sum se escuchaba». Entonces «ese chico estaba en el sum». «Había un inconveniente, seguro, se ve en diagonal por la mirilla, nosotros lo veíamos por la mirilla», dijo el testigo. En cambio, Gesino explicó «claro porque lo que está enfrentado es el sum que tiene su mirilla, ellos lo veían desde el penal a través de la mirilla, entonces el chico estaba en el sum», algo que es imposible porque Casco estuvo en el transitorio, que está sobre la misma línea que los penales y es imposible ver hacia ese lugar. «Esto dijo Aníbal C. en audiencia delante de ustedes -tribunal- y ese es el pilar fundamental de la fiscalía y las querella para pedir 14 perpetuas», remarcó.

El fiscal intentó hacer cambiar la declaración del testigo, que había dicho que estaba en la cuadra, pero en la declaración escrita decía en el frezzer. El testigo, dijo «no se si lo escribieron o interpretaron mal, pero yo siempre dije que fue en el sector de la cuadra, nunca me equivoqué, siempre le detallé que era la parte de la cuadra». El fiscal desistió de más preguntas. «Esa es la calidad de información en la que Fiscalía sustenta su pedido de 14 perpetuas y construye su verdad», remarcó Gesino.

La declaración de Hugo B. no difiere demasiado de Aníbal C., hay que tener en cuenta las fechas, ya que fueron detenidos los dos juntos. La primera declaración de Aníbal C. surge de la declaración de Hugo B.

«A los pocos días de esto salió el informativo por lo que habíamos visto en la tele sobre la desaparición y el pibe que habíamos escuchado en la madrugada», dijo el testigo, esto nos sitúa cerca del día 27 de octubre, explicó Gesino. Aníbal C. es una de las personas que recibió la visita de su defensor oficial el día 29, también el día 20, pero nunca le mencionó esta situación a nadie.

Por su parte, Hugo B. no sabe leer ni escribir, pero en el acta testimonial tomada en esas condiciones, sin control de las partes, dice «previa lectura y ratificación», «no sé cómo lo van a explicar», se preguntó Gesino sobre esta irregularidad.

«Mientras estuve ahí no supe nada, cuando me trasladaron vi las noticias en la tele, me enteré cuando estaba en la subsegunda, cuando vi las noticias saque cuentas y creo que el día que me trasladaron fue cuando lo llevaron a ese muchacho a la séptima, porque yo no me lo crucé», dijo Hugo B., en su declaración.

Pero al contrastar con la prueba concreta, «vemos en el libro de guardia que lo trasladaron viernes 17 de octubre, 11 días de diferencia con lo que postulan las acusaciones, es insalvable», remarcó Gesino.

Pero eso no es todo, el testimonio de Darío N. se analiza en conjunto con el de Daniel B., donde se empiezan a notar patrones de regularidad de los «famosos 11 que hablan mal de la policía, pero hay casos que son llamativos porque fueron detenidos por la comisaría séptima, y uno de ellos es Darío N.».

En la versión escrita dijo «me enteré por la tele que lo habían matado a Franco Casco y que días antes había estado en la séptima». Cuando se le pide en la audiencia que especifique la fecha dijo: «la verdad no me acuerdo, al tercer o cuarto día se escuchó el lio ahí afuera y salió por la tele, familiares eran seguro». Nos sitúa en el 26 de octubre, 20 días después de lo que postula la Fiscalía sobre la supuesta detención el 6 de octubre.

Pero no sólo eso, el defensor resaltó el video del Dr. Ganon «en la producción televisiva del Estado Nacional Argentino que el chico permaneció varios días detenido en la comisaría, también lo dice Darío N.».

Otro punto muy llamativo de la declaración de Darío N. fue que «escuché que un policía le fue a preguntar los datos y escuché el apellido, el chico dijo Casco», cuando es sabido que Franco dio el apellido materno, Godoy, al momento de ser detenido. Primero había dicho que se enteró por las noticias, ahora dijo que lo escuchó. En la audiencia oral dijo que el nombre era Fernando Casco, y lo determinaron por el noticiero «apareció que mataron a un muchacho y ese estaba acá, pero al momento de la noticia no había aparecido el cuerpo, cómo sabía» se preguntó Gesino, una construcción narrativa sin sustento.

«No sé por qué lo llevaron, pero lo dejaron como una semana cinco días», dijo el testigo, pero «nos vamos al 31, y el habeas corpus el día anterior», se preguntó otra vez Gesino. Y remarcó: ¿Qué hicieron con esta información las acusaciones?, las pasaron por arriba rápidamente.

«Los detalles son los que definen la verdad», remarcó Gesino, y en esta causa es imprescindible sacar a la luz los detalles.

«Me acuerdo que quería agua y uno de los policías le tiró un baldo como de veinte litros de agua», dijo en su declaración escrita, pero en audiencia oral dijo que no recordaba el episodio, «a mí no me tiraron agua, no sé si a él le tiraron», y a la pregunta del fiscal sobre si estaba con o sin ropa, «el caballo blanco de San Martín intentó hacer el fiscal en la audiencia, para pedir 14 perpetuas, y no darle ninguna respuesta a la familia, porque con estos datos se tendría que haber bajado de esta causa, no podía seguir adelante con esta información y sin embargo siguió. No le importó nada la familia -de Franco- ni las 19 familias que están sentadas ahí», en referencia a los acusados, enfatizó Gesino visiblemente ofuscado.

Pero no es todo, siempre hay más. En la versión escrita continúa Darío N., «lo llamé para pasarle masitas y café y no respondía, el muchacho pedía que le lleváramos cosas, le llevaba la autoridad, café, pan, no sé si se lo daban, tenía hambre y nos pedía cosas, no íbamos a hablar mucho con él. De día lo llevaban a otro lugar», dijo «acá en audiencia» remarcó Gesino, «adelante del tribunal, ustedes lo escucharon», y continuó la declaración del testigo, «para mí lo llevaban a otro lado de día, porque no se escuchaba. Esa noche cayó más gente, pero las mandaron a la oficina», por lo tanto «no es ese chico ni esa noche», afirmó Gesino.

Luego, la declaración de Daniel B., condenado por el Tribunal N° 3, «más o menos sabe leer y escribir», contó que «nunca fue a la escuela» y también dijo que «no recordaba si le leyeron ese papel». También habló de «agua fría». en su declaración escrita. También dijo «me enteré por televisión que lo habían encontrado en un rio a Franco Casco y ahí me di cuenta que era el chico habían detenido, dijeron que había estado en la comisaria y que había aparecido en el rio».

En la audiencia oral, dijo «al otro día cayó Derechos Humanos, me enteré con ellos que lo mataron». Esta declaración remite al día 28, fecha en la que estuvo el personal de Derechos Humanos, el día anterior es el 27, por lo tanto, nuevamente 21 días de diferencia con la fecha que Fiscalía postula como día de detención. Por lo tanto, otra vez «no era esa noche ni ese chico».

Otro de los testimonios donde se sustenta la acusación es el de Cristian O. quien declaró por zoom. Fue detenido por la comisaría séptima. En la versión escrita dijo: «cuando escuchamos la noticia, sacamos cuenta según lo que decía el informe de cuando había estado desaparecido», la noticia decía desde el 7 de octubre.

En audiencia oral se le consultó ¿cómo sabe de Casco? y respondió: «Nunca dije que sabía que era él, todos escuchamos y a los días nos tomaron declaración, a la semana vino Asuntos Internos». Si sacamos cuentas, siete días, 28 de octubre, siempre cerca del 26. La detención según Cristian O., fue el martes 28.

«No sé qué pasó en esa comisaría, no vi nada, solo escuché algunos rumores, no vi solo escuché gritos y sé de una guardia tremendamente abusiva. Lo de los golpes no se si fue día se semana o un finde, dijo el testigo, a lo que Gesino criticó: «Esta es la calidad de información en la que quiere sustentar la acusación, pedido de 14 perpetuas».

Daniel R. dijo que «estaba en la cuadra la noche de los sucesos, lo citaron cuatro o cinco veces por este tema, la última vez en el centro, porque era un testigo protegido, fue a una peatonal, no está muy claro que pasó ahí».

En su declaración escrita, dijo «cuando pasó lo de Franco, es decir cuando me enteré, no recuerdo bien quienes estábamos en la cuadra». Pero, ¿en la cuadra no estaba Pablo A.?, se preguntó el defensor, «que por eso pudo ver por las dos puertas, incluso por la que no se ve», cuestionó Gesino. «Ahora se disputan el lugar con Daniel R.», criticó el defensor.

Cuando en la audiencia oral se le preguntó cómo tomó conocimiento del caso dijo «porque al pasar el tiempo se corrió la bola de lo que había pasado con él». «Es cierto que con un ‘se corrió la bola’ vamos a sustentar una hipótesis acusatoria, vamos a intentar sostener un caso», cuestionó.

«No enteramos porque al otro día o a los dos días fueron todos con los carteles», decía el testigo, «28 o 29 de octubre», aclaró Gesino que en la audiencia le preguntó: ¿Quién más estaba con usted en la cuadra?, pero dijo «el que estuvo antes de lo de Franco fue uno por estafa», dijo el testigo. Era Pablo A. Pero Pablo A., dijo que había estado en el mismo momento que pasó lo de Franco, y que lo vio.

Al intentar aclarar esta situación en la audiencia dijo: «yo dormía en la cuadra con Cristian O. y con Javier L., los tres salíamos (tenían salidas laborales)», por eso dormían en la cuadra, pero no se termina de comprender si estaba Pablo A., que dijo que estuvo solo o estos tres que ahora también dicen que estuvieron en la cuadra la noche de los hechos.

Miguel N. fue muy poco lo que aportó en su declaración escrita, pero en la audiencia oral se le consulto sobre «esa noche, ese chico», y respondió; «No recuerdo, una noche fue, antes de la noticia de Casco, un día antes, estamos hablando del 29 de octubre», 23 días después de la fecha que pretenden imponer como el día de la detención.

Este testigo es quien dice que «estaban todos los policías alborotados, que hubo un corte de luz», entonces la luz se había cortado el 29 no el 6.

Diego M. «cayó detenido por el personal de la séptima». «Nunca mencionó ni a Franco ni a Casco, eso fue armado a través de preguntas, por la Fiscalía», dijo Gesino. Este testigo brinda tres fechas de detención, la primera sería 17 días después de los hechos, es decir 23 de octubre.

«Me enteré por televisión que había un chico había estado en la comisaria y lo encontraron muerto en el río», dijo el testigo, es decir se enteró el 30 de octubre, según la declaración escrita y agregó «Nosotros entre cinco y siete días antes de madrugada escuchamos unos gritos que venían de la jaula. La policía le batía cualquiera y el pibe gritaba, creo que decía que le paren de pegar». Al ser consultado si sabía quién era la persona sometida, dijo: «No escuché nombre y apellido, pero si escuché golpes, siempre de madrugada». entonces el fiscal le pregunta, como sabe que era Franco Casco a esta persona que jamás había nombrado ni a Franco ni a Casco. ¿Manipulación de los testigos?, la respuesta la tiene el tribunal. Este testigo, cuando se le tomó juramento en la audiencia oral dijo: «Voy a decir la verdad, depende lo que me pregunten». ¿Qué credibilidad puede tener este testigo? De todos modos, la fecha que referencia el testigo es el 23 de octubre.

Según los testigos, los sacaban uno por uno para tomarles declaración, pero el cuerpo apareció al día siguiente, «entonces ya no había forma de hacer coincidir las aseveraciones con hechos comprobados», dijo el defensor. ¿O acaso alguien esperaba que el cuerpo no apareciera nunca?

Continúa la declaración escrita: «le estaban dando una paliza bárbara, se escuchaban patadas en seco». Pero si volvemos al capítulo médico, y no se encuentran lesiones compatibles con las versiones de las supuestas golpizas que mencionan algunos de los presos. «Después de las 2 o 3 de la madrugada no se escuchó más nada, fue un silencio total. La séptima tiene un patio atrás, capaz que lo llevaron ahí, viste». En cambio, en la audiencia oral dijo: «No sé como escuché, pero te pegan 3 o 4 de la mañana te pegan, siempre te pegan y después silencio total. Sacamos conclusiones, al otro día salió en los noticieros», dijo el testigo. «Insostenible», refutó Gesino.

Para considerar la credibilidad de Diego M., el defensor explicó que «este testigo fue a robar la óptica que está en la esquina de la comisaría y lo agarraron, sonó la alarma y la policía ni siquiera puso en marcha el móvil, fueron caminando». Pero lo insólito fue que «Diego M. se puso unos Ry Ban y se quedó inmóvil como un maniquí». Conocido caso que en su momento salió hasta en medios nacionales. 

«Apenas lo meten en la jaula le preguntamos al pibe si quería algo, ¡nos pidió agua y el covani no nos dejó pasar nada!, dijo el testigo. Pero Darío N. había declarado que «el muchacho pedía cosas y se la mandaban con la autoridad». Finalmente, Diego M. habló con el detenido, «ese chico, esa noche, que ya sabemos que no es ni esa noche ni Franco Casco». Según el testimonio de Diego M., «ese chico», le dijo que «vino a ver a la novia y lo agarraron por doble A, se comentaba, se corría, se divulgaba. Fue de un baile y lo trajeron por doble A. ¿De quién hablaba? ¿Quién le pasó esa información?, se preguntó el defensor. «Ni Franco, ni Casco, ni 6 de octubre». afirmó Gesino.

Uno de los testigos que más se contradijo fue Matías E. Fue quien con su testimonio generó la detención de Cecilia Contino y Walter Benítez. Pero fue el mismo que los sacó de la escena en la audiencia oral.

En su declaración escrita, dijo «llegué aproximadamente un mes antes de que llegara este chico Franco», pero si se calcula «estamos hablando de 21 días antes de la fecha que sostiene la Fiscalía que ocurrieron los hechos», no hay posibilidad de coincidencia. Y continúa «lo único que sé es que era corte, la madrugada, debe haber sido 3 o 4 de la madrugada que estuvo detenido ese chico». Pero en audiencia oral, sobre el mismo episodio, dijo: «Se ve que lo detuvieron», y agrega: «A esa hora salen de cacería», frase de cabecera que utilizará luego la Fiscalía.

«No puedo decir si es ese Franco, pero combina todo, después de eso salió el noticiero», pero todos ya habían dicho que se enteraron «por la tele». ¿Otra muestra de relato inventado?

El rey de las contradicciones, en audiencia oral dijo «le preguntamos el nombre y dijo Franco Casco, yo dije Casco, me acuerdo de todo lo que digo». En este contexto, la Fiscalía Federal estarían en la misma situación que Siscaro y Escobar que recibieron información y no la consignaron, porque si todo lo que dijo incluye Franco Casco. «Inexplicable».

En la declaración escrita dijo «primero me metieron en la cuadra», pero estaba ocupada por Pablo A., y él dijo haber estado solo. O acaso Pablo A., estuvo en el mismo lugar que Franco Casco, y en realidad no lo vio por la hendija. La declaración continuó: «En el momento que le dejaron de pegar le preguntamos el nombre y nos dijo Franco», le preguntaron «por qué había caído» y dijo «por averiguación de antecedentes», y que «se quería ir». Sobre esta situación en la audiencia oral, dijo: «uno de los milicos le preguntó el nombre y dijo Franco Casco» agregó».

Otra comparación entre declaraciones del mismo testigo, en la escrita dijo: «no escuchamos más nada y al otro día tampoco lo escuchamos, así que creímos que lo habían dejado ir», pero donde quedaron «el golpe seco que dijo Pablo A y las corridas de la policía», se preguntó el defensor. Pero enseguida aclaró Pablo A. habla de seis fechas diferentes, y donde quedó el corte de luz de Miguel N., fue a fin de mes, el 28.

La acusación pretende con esta base probatoria situar la detención, tortura y muerte de Franco Casco, entre la noche del 6 y madrugada del 7 de octubre del 2014, con estos testimonios totalmente diferentes entre sí en relación a las personas, circunstancias y momentos de los hechos. Como ya se dijo en su momento, tantas versiones como personas presas declararon en este juicio.

El testigo Jorge E. dijo en audiencia que «sabe leer, pero no podía leer, de hecho, la propia presidencia -juez- le tuvo que leer la denominación de cada cuarto porque él parado enfrente no podía decirlo», identificó los lugares en el plano de la comisaría, dijo que leyó la declaración antes de firmar, pero no se acuerda porque pasó mucho tiempo, estaba detenido por estafa.

Este testigo dijo que era «amigo de Franco Godoy», la teoría acusatoria requiere de «casualidades y complicidades y todas atadas unas a las otras para que esto prospere», dijo Gesino. Una de esas casualidades es que «hay un amigo de este testigo que se llama Franco Godoy de barrio La Cerámica», también dijo que «escuchó, pero concluyó que era Franco Casco el que estaba ahí». «Este testigo es el héroe que logró que no lo maten, porque lo estaban golpeando hasta matarlo y gracias a él estos desalmados no lo mataron». También dijo que «me enteré por las noticias y la manifestación», con lo cual se puede inferir que «no vio ni escuchó nada». En la misma declaración dijo que «con los chicos que estábamos ahí fuimos sacando cuentas por el tiempo que había pasado y como coincidía el nombre del chico nos dimos cuenta que había sido un chico que había gritado unos días atrás en el lugar identificado con el número 3», del plano de la comisaría. Pero cuando se le consultó en audiencia oral sobre este punto, dijo: «Nunca vi ese lugar, no estuvo con nosotros, ni siquiera en el freezer».

Nuevamente, en la declaración escrita, «habla de una madrugada de lunes para martes, a lo largo de ese mes tenemos del 6 al 7; 13 a 14; 20 a 21 y 27 a 28, dice que no recuerda bien la fecha, pero fue un miércoles porque yo estaba pidiendo trasladado, entonces cambió el día de la semana». Y agregó que «cuando pidió traslado lo pasaron a la cuadra, esto ocurrió el 1 de diciembre, en el libro de guardia aparece». Pero continúa «al otro día o a los dos días aparece Asuntos Internos, si sacamos cuentas es el 4, sin embargo, el día anterior fue jueves», pero había dicho que «me quedé contra la pared desde el fondo escuchamos con otro interno que desde un sótano una persona pedía auxilio o socorro y que lo ayude». «Dos, tres, cuatro días pintaron tres o cuatro personas que eran de Asuntos Internos que nos tenían que tomar declaración por una persona desaparecida. Unos días después vino la autoridad se dio lo de la caja de provisiones», algo que la acusación utilizó para decir que quisieron comprar la voluntad de los detenidos por una caja de mercadería, Jorge E. fue el único que contó esto.

«Nosotros no lo vimos, pero escuchamos como lo golpeaban, después lo colgaron de la reja», dijo, pero si no lo veían, como supo que lo colgaron «bueno, se decía», esa es la calidad de información con la que pretenden 14 perpetuas, volvió a reclamar el defensor.

«Lo que siempre se decía es que los engrillaban, los colgaban de la reja como una bolsa de boxeo, les tiraban agua, es lo que siempre se decía», había declarado en su testimonial escrita, pero cuando se le consultó en la audiencia oral sobre este punto, dijo: «Si escribieron eso por mí, yo no recuerdo que haya dicho eso, pasaron ocho años».

Cuando se le consultó sobre el horario de detención del chico, en la declaración escrita dijo «era de madrugada», pero en la audiencia oral: «no, eran las 22.30 en adelante, no sé a qué hora». Y agregó «uno de los chicos del penal de al lado le preguntó el nombre y dijo Franco, entonces creí que podía ser mi amiguito que se llama Franco Godoy, entonces presté atención para ver el apellido porque le preguntaron y dijo Franco Casco. Como no era el que conocía, me acosté de nuevo». En la audiencia oral al ser consultado sobre este punto dijo: «Me parecía que era la voz de Franco Godoy», a lo que el defensor agrega, las casualidades son completas, también tenía la voz parecida. ¿Muchas casualidades? «Me pedía ayuda, que le estaban pegando», agregó el testigo. «Comparte nombre, apellido materno y la voz», repitió Gesino ¿y ustedes -tribunal- le tienen que creer. El fiscal ya le creyó. Para demostrar más aún las inconsistencias del relato, el defensor siguió leyendo la declaración: «Le pregunto si es Godoy y me dice, no yo soy Franco Casco y le siguieron pegando», pero más tarde dice: «bueno, nosotros concluimos que era Franco Casco».

Como si todo esto fuera poco, dijo «nosotros discutimos con la poli y le dejaron de pegar. Después del altercado conmigo y todas las autoridades y los presos, llegaron a un acuerdo y se callaron todos y dejaron de golpearlo», este señor pretende que ustedes le crean, remarcó Gesino.

Al analizar este testimonio, Gesino explicó que el día antes, al que hizo referencia el testigo fue jueves, día de visita. Había dicho que por respeto se quedaba contra la pared para no molestar al resto de los internos, y que desde el fondo o un hueco escuchaban que pedían auxilio, esto no lo replicó ningún otro detenido, y tampoco coinciden las fechas. «Insostenible», nuevamente el pilar de la acusación.

“Estos son los testigos mencionados por la Fiscalía, con esa prueba testimonial sustenta los hechos, pasando por arriba con toda velocidad, el resto de los testigos que son muchos más los que no vieron ni escucharon nada de esto que dijeron estos ocho”, dijo Gesino. “No aportaron nada sobre esa noche y ese chico”.   

Los 12 invisibles 

Estos testigos son los que no dijeron nada de lo que manifestaron los otros once, pero que fueron invisibilizados por la Fiscalía, porque sus declaraciones fueron contrarias a la teoría acusatoria.

El primero, Lucas B., a quien durante el interrogatorio se lo hostigó sobre Franco Casco y niega, y sigue negando, a pesar que fue uno de los detenidos por la comisaría séptima. Estuvo en el transitario, lo llevaron a Tribunales, vio a su abogado y cuenta en la versión escrita que estuvo desde el 2 de octubre hasta noviembre, aunque se equivoca en la fecha. Contó que «me enteré cuando me sacaron por mi causa, solo por la tele», eso ocurrió el 2 de octubre a las 12, es decir que se refiere a otra persona porque recién estaba llegando a Rosario Franco Casco. Y agrega, «yo no lo vi, creo que estuvo en el penal 2», pero en la audiencia oral dice «no estuvo en el penal, si estuvo habrá sido adelante», en alusión a la jaulita. Ante otra pregunta sobre el chico, dijo: «Se que entró después que yo, por la tele», y ante otra consulta, manifestó «no lo recuerdo, no lo vi nunca. Entré un miércoles a la madrugada y por la tele me entero que Franco Casco entró días después». Vale aclarar que «en la tele salió el 30 del 10 y él entró en 1 del 10», aclaró Gesino. Le vuelven a preguntar, ¿vio o tomó contacto?, «no lo vi, ni hablé». Nuevamente, ¿qué personal había el día que estuvo Franco Casco? «no recuerdo». ¿Dónde estuvo?, insistió la Fiscalía, » a Franco nunca lo vi entrar en el penal 1, creo que estuvo en el 2, no sé». Para que diga todo lo que sabe de Franco Casco, volvió a insistir la Fiscalía, «reitero, no lo vi ahí». Una nueva pregunta: ¿sabe o escuchó que Franco haya recibido un golpe?, «no se si Franco Casco pasó por ahí», contestó. Por último, insistió la Fiscalía ¿cuándo recupero la libertad Franco Casco? «no lo sé». Diez preguntas realizó la Fiscalía a un testigo que desde un principio había manifestado que nunca vio a Franco Casco y no sabía nada. Otra vez, «ni esa noche ni ese chico».

Otros testigos, Ariel S., no da precisiones de fecha, pero «era un testigo privilegiado», según Gesino porque dijo que «su padrastro era pariente de Franco Casco», sin embargo, no fue citado a declarar el padrastro y ningún familiar. Al ser consultado por su declaración escrita donde manifestaba «a Franco le pegaron un montón, y respondió «una vez declaré» por el caso «pero ni me acuerdo lo que dije». Le consultaron si fue amenazado y afirmó «no». Y continuó, «al otro día pensamos que se había ido en libertad, justo lo vimos en la tele y dijimos no puede ser tanta casualidad, que venga un pibe que caiga adentro y después aparezca muerto».

Lo mismo ocurrió con Jonatan Z., «ni esa noche ni ese chico». «Se que estuvo allí por lo que dijeron en la tele. No recuerdo ni Franco ni Godoy. No tenía conocimiento hasta después que fue público». Dónde quedaron los gritos desgarradores, el golpe seco final y el silencio total y las corridas, se preguntó el defensor.

Reinaldo M.L., ni lo vio ni lo escuchó, salió y no supo nada más del caso. » A los dos o tres días fueron hombres y mujeres de investigaciones», estamos hablando dos o tres días de los de Derechos Humanos, hablamos del 25 o 26 de octubre, siempre se repite esta fecha.

Jorge G., «no tengo conocimiento de que haya entrado, nos enteramos por el noticiero», y lo mismo repite en audiencia oral. Y agregó, «no lo vi ni lo escuché. Nadie de los que estaban ahí sabían que lo habían detenido», ¿y los otros once por qué sabían? Cuando le consultaron por los gritos dijo «ahí siempre pedían cosas, lloraban porque no se aguantaban estar adentro, supongo, porque es muy chico el lugar, no lo sé».

Eric G. estuvo dos años detenido en la séptima, vivió los dos motines. «Me enteré por la tele, también porque vinieron fiscales a preguntarnos. No recuerdo lo de Godoy Casco, escuchamos por tv que habían matado a una persona y nosotros ni enterados». Sobre la jaulita dijo que «estaba bastante gente por doble A, sabíamos porque gritaban y pedían cosas, piden agua o algo para comer. Era constante que metieran gente de la terminal, mayormente de madrugada, casi la mayoría de la gente gritaba, nada extraño, le pegaban a la puerta, se querían ir, Gritaban por la locura, por la droga».

Carlos I., el siervo, estuvo dos años y diez meses en esa comisaría. «Me enteré por la tele, en canal 5 vimos que estaba toda la gente afuera. Que había desaparecido el chico y la última vez que lo habían visto estaba en la séptima. Nosotros nunca lo vinos al chico ese. Hablábamos que no se había escuchado nada, que nos parecía raro. Nos asombramos de lo que estaba pasando afuera. Después de eso vinieron los de Derechos Humanos y Asuntos Internos».

Claudio V., «Me enteré porque vinieron de investigaciones a preguntarnos por una persona de nombre Franco Casco, eso fue una semana después que por la tv había pasado que lo habían matado al chico. No sabía nada, me sorprendí». Sobre los maltratos dijo «no, para nada». Sobre el transitorio dijo que «ahí ponían a los borrachos de la terminal, el lugar tenía rejas cruzadas y no se veía para adentro», en contradicción a lo que dijo otro testigo que sacaban espejitos para ver, lo cual era imposible.

Gonzalo P., venía de la comisaría 3°, porque era un penal iglesia, algo que destacaron los presos invisibles. «Conozco el caso porque se armó un quilombo bárbaro, me enteré por la tv que teníamos en el penal. Nos sorprendimos por la noticia de la desaparición que vimos en la tele y estaba vinculada a la comisaría en la que estábamos detenidos», dijo en su declaración escrita, y en la audiencia oral ratificó: «Tomé conocimiento por la tv, no comentamos nada con los internos, estábamos sorprendidos porque nadie sabía nada. El trato siempre fue el mismo, en el tiempo que yo estuve nos trataron bien, era un penal iglesia, no hubo ninguna agresión y nada cambió. Los gritos eran de los que se querían ir».

Roberto S., pidió ser alojado en la séptima por cercanía familiar. «Lo vi por las noticias, no escuche que hubo un detenido», y en la audiencia dijo lo mismo. Dijo además que «nunca me pegaron». Raúl G., dijo «No escuché nada».

Yo no dije eso 

«Estos cinco testigos son los más especiales, porque son aquellos que no reconocen lo que está escrito o directamente lo desmienten», explicó Gesino. Y con esto «ponemos a prueba las incorporaciones por lectura porque en audiencia desconocieron todo lo que estaba escrito.

Eduardo E. dijo en su declaración escrita: «vi en la tele que había desaparecido un tal Franco Casco y que había estado en la séptima». En audiencia «no recuerdo de Casco, me enteré por la TV y después no sé nada más. Unos días antes de ver en la tele, escuché en horas de la madrugada, tipo 1 o 2 de la mañana, cuando siempre caen chicos o chicas, un chico que gritaba mucho. Y escuché que se golpeó la cabeza contra la pared», en la audiencia, «gritos siempre. Si no caían drogados, borrachos, eran boliches de alrededor. Quieren salir. No vi quienes pegaban o si pegaban. No sé cuántos estaban detenidos ahí. Siempre golpes, boliches, borrachos, alcoholizados, se escuchaban gritos, pero no sé de dónde», ¿golpe de la pared?, le preguntan específicamente, «no, eso no recuerdo», dijo. Volvemos a la anterior cuando terminaron los gritos le hablamos y él decía que se quería ir, que no había hecho nada. Nosotros creemos que estaba borracho porque siempre los que caen a esa hora son borrachos», En audiencia dijo «había mucho baile, boliche, unas dos de la mañana». Dijo además que «unos días antes vi en la tele que había desaparecido el chico», unos días antes, es toda la precisión que da. Si tomamos una semana, estamos hablando de más de 16 días del día clave de la acusación.

Oscar E., es uno de los que hacían la limpieza del lugar junto a Carlos I., el siervo. Y trabajaba junto a él en la carpintería, que los días que no había culto ni día de visita se utilizaba para trabajar con máquinas y herramientas. «Me enteré por la TV, vimos que había manifestaciones por el tema Franco Casco, que lo habían matado y encontrado en el río. Las manifestaciones se hacían ahí, frente a la séptima, porque el chico había estado ahí». Y en audiencia se le preguntó sobre este mismo punto y dijo «no recuerdo nada, tomé conocimiento por tv». De la jaulita había dicho «a veces te pegan porque los pibes se querían revelar contra la policía», y en audiencia manifestó, «siempre se escuchan gritos de noche no sé por qué efectos de las drogas o alcohol a veces pegaban y otras no». Se le preguntó si tenía miedo o estaba condicionado de alguna forma para este cambio de declaración, dijo «no, ningún miedo, no tengo ningún miedo». Pero como había dicho, «cuando pasaban al penal a veces notábamos que estaban golpeados, venían verdes y les hacíamos curaciones», dijo, «no lo recuerdo, creería que no».

En este punto, sumado a la presencia de la doctora Altamirano, jefa del SIES, que contó cómo tenían establecido un sistema de guardias de dos visitas mínimas semanales. Todas las visitas del SIES, médicos, enfermeros y psicólogos están relatadas en la línea de tiempo general. De todas y cada una de las veces que fueron a visitar a presos. A muchos de estos presos con nombre y apellido. Otras veces a la población en general.

Con este panorama, el defensor planteó que «a través de testimonios se investigue qué pasó en esas declaraciones tomadas en absoluta reserva y escondidas a la defensa.

«Los pibes tenían la cara muy hinchada y con golpes internos a veces», dijo en su momento. Y se le preguntó en audiencia si le constaba cuándo y dónde, y respondió: «Venían así o en el cuartito». O sea, ambas son posibles, «por ahí, del momento de la detención, de una resistencia, o en el cuartito. Las dos son posibles». Y eso es todo, remarcó Gesino. «De lo que vemos en la tele y lo que pasaba en el cuartito, algunos pensaban que tal vez se les había ido la mano y después lo tiraron al río a Franco», había declarado, pero en audiencia dijo «no, eso no lo recuerdo». Se le preguntó si recibió algún tipo de recomendación o presión. «No, cada uno es libre de hablar de lo que quiera, no tengo ningún miedo».

Nicolás L., «Me entero de la noticia, primero que había desaparecido, había estado en la séptima, y que lo habían encontrado en el lago. Este chico nunca lo vimos, porque no pasó por el penal. Este pibe debe haber estado en el solitario, transitorio o jaulita». En audiencia dijo «yo escuché en el noticiero, hubo problemas, no lo vi y no entró» al lugar donde estaban ellos. «¿Problemas? Sí, como que hicieron una marcha ahí afuera, pero no, ahí adentro era todo normal. Sobre el transitorio y los golpes dijo: «sí, escuché a veces que golpeaban los policías ahí», dijo por escrito. En audiencia se le leyó este mismo párrafo, y dijo «no sé si golpeaban a la gente. De que los hayan golpeado no. Lo que dije es que caía gente borracha y les decíamos que se callen». Otra vez le preguntan por los golpes. «De que lo hayan golpeado a alguien, no».  La pregunta inevitable es ¿por qué cambió su declaración? «Yo lo que dije es que caía gente, borrachos y hacían quilombo. Le decíamos que se callen porque teníamos visitas». Se le pregunta si recibió amenazas y respondió: «No, tampoco. Nos teníamos que levantar temprano y le decíamos que se callen porque teníamos que dormir». Se le pregunta específicamente por ese día. «Ese día, no. Lo que dije es en general». Insiste la Fiscalía con ese día, y responde: «No. No sé de qué día me dice», no era un día específico.

Christian B., dijo: «Cuando me enteré de la noticia yo ya no estaba en la séptima», había sido trasladado el 10 de octubre. Pero si esto ocurrió el 6 y fue trasladado el 10, cuando me enteré de la noticia ya no estaba en el penal. O sea que estando en el penal no se enteró de nada. La noticia salió a fin de mes, en su nuevo destino se enteró, pero mientras él estuvo no se enteró de nada. «Yo no escuché nada. No estuvo nunca en el penal el chico». Sobre el transitorio, dijo que «a la gente que caía por doble A la dejaban en el cuartito. Yo los podía escuchar. Me despertaban a la noche los ruidos, escuchaba que les pegaban, hasta pibas caían». En la audiencia, sobre el mismo punto dijo: «Si eso es así, al lado del penal, un cuartito». sobre los golpes y las chicas, «no, no lo recuerdo», aseguró. Sobre los gritos dijo «No, no, no, porque después que me sacan a los meses pasó eso», «No lo recuerdo», afirmó.

Jonathan G., «No, te digo la verdad, cuando dicen que estaba este pibe, yo no lo escuché. Me enteré de lo de Franco porque salió en la tele». En audiencia, expresó lo mismo: «No recuerdo de Franco». Sobre el transitorio, dijo: «Si se escuchaba gente que venía del baile, ellos quedaban aparte en la jaulita. Podía escucharlos solamente si gritaban. Te despiertan los gritos. Todos gritan según su estado». En audiencia: «Te reciben bien, no corría riesgo tu integridad. Una o dos horas en la jaulita, estuve, no me golpearon. Escuchaba gritos porque estaban borrachos cuando las personas entraban. Le dije incluso al principio que estaban borrachas y se ponían a gritar porque creo que, al ser zona de boliches, creo, las personas están enteradas». Pero antes había dicho, «se escuchaba que le pegan, pasa cuando la policía tiene ganas. Todos los policías son iguales, si le faltas el respeto te van a pegar». Y esta parte fue específicamente leída porque, es mucha la diferencia entre lo escrito de manera secreta, abscóndita, y lo que ocurre en la audiencia, donde exhibe un video en el que el testigo desmiente lo que está escrito. El testigo dijo categóricamente: «No recuerdo haberlo dicho. No recuerdo las palabras que me está diciendo. Me llama la atención lo que me está diciendo. Me acuerdo bien que cuando me citaron a declarar y les dije que no a todas las preguntas.  Me sorprende bastante todo lo que usted está diciendo». En otro tramo de la declaración escrita le habían preguntado si recordaba los nombres del personal de la comisaría, el fiscal leyó la respuesta escrita: «desconfío de uno, que era petisito, escuche una vez que le estaban pegando un montón a una persona, esa secuencia no me la olvido más», y el testigo aseguró: «De ninguna manera dije todas las cosas que usted está diciendo. He pasado muchas cosas en mi vida y si tengo que ir en contra de la policía lo haré, pero en este caso no». «Sin palabras», manifestó el defensor.

«Más allá remitir los testimonios para investigar lo que realmente ocurrió en aquella Fiscalía de Instrucción. Aún a pesar de esto quieren seguir incorporando por lectura declaraciones testimoniales tomadas en esas condiciones». reclamó el defensor.

Cinco fueron los testigos que negaron haber dicho lo que estaba plasmado en los escritos, «no es eso lo que dije», manifestaron.

En este contexto, Gesino manifestó que aún quedan tres testimonios para incorporar por lectura, es decir que solo se tendrán en cuenta lo que existe en el expediente, pero nunca se presentaron frente al tribunal para ratificar esas declaraciones.

Citó como ejemplo de las irregularidades, «Pablo P., no sabemos si existe esta persona, porque no tiene DNI, cuando supuestamente fue a declarar no recordaba tener un DNI, y tampoco vive en el domicilio que dio». Otro caso es el de Mariano B., «no recuerda su DNI, no sabemos si sabe leer y escribir, pero previa lectura y ratificación, figura en el acta», reclamó.

Cuando le preguntaron por Franco Casco dijo «escuchamos una noche que gritaban, que lo estaban golpeando y al otro día lo pasaron por tele», pero entonces se refiere al 29. «Lo que escuché decir fue «que lo larguen, que no había hecho nada. Lo escuchamos a la noche gritar y al otro día cuando nos levantamos a las 7 de la mañana no lo escuchamos más», a diferencia de Matías E. y sus cinco amigos, aclaró Gesino. «Esto fue cerca del día de la madre y también se jugó el clásico Central Newell’s», 19 de octubre, no el 29 como refirió el testigo. «Para mí era Franco, porque primero estuvo el pibe y a los dos días lo pasaron por tele», entonces concluye que era Franco, aunque dijo que «no hablaba», a diferencia de otras declaraciones. «Cuando vi las noticias enseguida me di cuenta que era él, pero no dije nada».

Lucas G., otra incorporación por lectura condicionada a un informe médico «en el que tampoco nos dejaron participar», se quejó el defensor. Diagnosticado con psicosis. ¿Cómo evaluar la validez testimonial de una persona con ese diagnóstico? No recuerda la fecha, pero fue cerca del día de la madre, otra vez remiten al 19 de octubre. «Después lo pasaron a la cuadra, presumo que a la tarde», decía el testimonio escrito, pero si se refiere a 6, nunca lo dijo, se refiere al día siguiente es el 7, entonces estaba vivo. Esta declaración va en contra de todos los demás presos. Pero si el 7 era día de visitas, no pudieron haberlo pasado a la cuadra porque estaban las visitas. «De tarde lo escuché, a nadie le pegaron tan fuerte como a él por eso creo que era Franco Casco», no se entiende, ¿o le dieron letra de lo que tenía que decir? Será fruto de una investigación. «Yo soy el único que creo te puede decir algo, tengo la certeza que nadie lo va a explicar como yo. Yo sé bien explicarte lo que pasó con el chico. Cuando salió en la tele no sabíamos bien, pero cuando nos vinieron a preguntar yo deduje que era Franco el que había estado gritando», declaró el testigo, y «esta es la fuerza de la prueba testimonial en que hace el cimiento, paredes y techo la acusación», se quejó el defensor. Y ante la consulta sobre cuándo le habían tomado esa declaración dijo: «Creo que tres días después de lo que pasó», es decir el 25 de octubre. ¡Basta!, pidió el defensor.

La duda

«La Fiscalía introdujo al debate la duda, refiriendo a los videos de la madrugada del día 8 de octubre de 2014, sin explicar el día 9, 10 y eventualmente hasta el 15, que son los días de sobrevida según la coincidencia de las pericias médicas. ¿Cuál es la persona? Salinas», explicó el defensor. Entonces, «si el de los vídeos podía ser Salinas, también aquel al que hacen referencia en diferentes fechas podría tratarse de Salinas», agregó.  Matemática pura, dijeron algunos testigos. «Se pierde de la casa, aparece en el río, en el medio la comisaría, matemática pura», reflexionó. Pero, «vamos a ver qué dice la matemática de todo esto. Tenemos tantas referencias temporales, una más una, más una, más una, la matemática tiene la solución, una proyección gaussiana de las fechas indicadas por los testigos». Y detalló: «6 de octubre, supuesta detención. 7 de octubre, detención real. Lo más cercano, el testigo C. versión 1 y el testigo B. Pero, la reiteración de frecuencia de detención encuentra su punto más alto entre los días 26 y 29 con 5, 4, 6 y 5 menciones de detención. Tenemos un montón de testigos. La curva gaussiana encuentra su máxima expresión aquí, muy cerquita del 26 de octubre de 2014», explicó Gesino. 

«¿Saben quién fue detenido el día 26 de octubre de 2014? Salinas. Señalé en su momento que el abordaje de la prueba testimonial tenía dos carriles diferentes, lo que es esa noche ese chico, claro, descartado al cien por cien, ¿Qué sentido tiene hablar de todo lo demás? ¿Qué vamos a hablar de autoría de día 6 si no tenemos día 6? Vamos a hacerlo igual. Porque a pesar de todo esto, las acusaciones insisten.

Presencias y ausencias

«¿Quiénes estaban ausentes la noche del día 6? Contino, que no se le dio salida en el libro. Al igual que la jornada anterior, el día 2, que ya había prestado servicio, tiene ingreso a las 9.25, tampoco tiene salida. Siguiente servicio, le anotaron entrada y salida, el otro, el maldito 6 del 10, tiene ingreso a las 9,20 pero no tiene salida. Por eso, y por la primera versión de Matías E. es que está hoy presa. Pero después, la libera.

Los acusados Benítez y Blanco. Benítez estaba en el adicional, de ahí el cambio de horario que hace la Fiscalía, porque, si se mantenía con el horario de las 21, pierde a Benítez y a Blanco; y la única forma de volver a traerlos a la causa, es decir, no, esto ocurrió más tarde cuando terminaron sus servicios adicionales y vinieron al aquelarre a torturar gente, a cazar y torturar», ironizó Gesino.

Respecto de la ausencia de Contino la noche del 6, «que ya no nos interesa tanto la noche del seis, porque ningún testigo habla de esa noche. Tenemos la prueba testimonial. Han pasado por esta audiencia Natalia V., amiga, que nos contó que desde el embarazo, la primera de sus hijas empezó a trabajar de mañana, muchos años antes. Silvia T., que trabaja en el minimarket que está enfrente de la comisaría, dijo que llegaba 8.30 o 9 de la mañana, era muy gentil con el público. Verónica R., la asistente escolar, nos contó de muchas juntadas a comer, generalmente de noche, y que las hijas de ambas eran amigas. La foto, incluso, rescatada del teléfono que se exhibió aquí en audiencia, son las hijas de ambas con el piso de fondo de la casa de Cecilia Contino. Jéssica A., esposa del sobrino, contó que desde que la conoce siempre trabajó de mañana. Estuvo su cónyuge con las limitaciones de este tipo de declaraciones, nos dijo que trabajaba en el turno mañana desde el embarazo. Lo cual, si uno no lo mira, hasta parece lógico. Cecilia L., docente del Jardín de Infantes, contó que en 2011 nació M. y que en 2014 empezó S. (hijas de la acusada) y que siempre trabajaba de mañana», detalló el defensor para probar la ausencia de Contino «esa noche» en la comisaría.

Para dar cuenta de lo común de esta situación el defensor, refirió que «indagamos acerca de los anteriores libros de guardia, la cantidad de veces que se omitió darle entrada o salida» al personal. Generalmente se omitían las salidas, «por ejemplo, 15 del 8 no tiene salida. Al día siguiente, 16 del 8 tampoco. El 19 del 8, la constancia es tardía, a las 17, cuando en realidad salió 15.30. El 20 del 8 no tiene salida. El 21 del 8 no tiene ingreso. El 28 del 8 no tiene salida. Nuevamente asientan de manera extemporánea el 24 del 9. Como estas hay muchas, muchísimas más, pero hablan de una regularidad, no de que la señora no se daba salida para quedarse trabajando horas extra torturando gente», explicó el defensor.

El reconocimiento que Ramón Casco hace en audiencia de Contino puede deberse a alguna de las cantidades de veces que ha ido ahí lo que sí podemos descartar totalmente es que haya sido el día 13 de octubre, porque ese día Contino estaba en Melincué y tiene sus llamadas telefónicas en Melincué desde las 13.20 hasta las 15.32 porque recordemos nuevamente que era un día feriado.

«Se insiste en la autoría de Walter Benítez. Aquel día 6 de octubre, entre las 14.30 y las 20.30 estuvo cubriendo el servicio adicional en la cancha de Rosario Central, para el partido que ya había sido convocada la comisaría a prestar personal. El fiscal decía que no le prestaría atención a lo que surge del libro de guardia salvo que reciba una corroboración externa. Existe, en el expediente consta la remisión, parte de Inspector Díaz de la planilla de servicio adicional del club Rosario Central correspondiente al 6 de octubre de 2014. Están las firmas del inspector, de Walter Benítez y muchísimos compañeros, era un partido importante. Corroboración, por otra vía, de la misma información que figura en el libro de guardia», explicó el defensor.

Generalmente, las personas que se sientan en el banquillo de los acusados se lamentan de haber usado mucho su teléfono porque accedemos a la conversación, registro de llamadas y palita, droga, las formas que quieran, cuanto más hablan más se hunden. Acá es el único caso donde lamentablemente no han hablado más por teléfono porque tendríamos mejores posibilidades de ubicarlos a través de las antenas impactadas en cada una de esas llamadas.

En el caso específico de Benítez, la importancia del impacto de las antenas es trascendental, ya que el día 6 su teléfono impactó en la antena C, que estaba cerca de la cancha de Central, mientras que los días que está en la comisaría impacta en la antena A, y existe una regularidad en esto.

Del mismo modo Fernando Blanco, que no estaba en la comisaría. «Declaró su hermana que vive arriba de la casa, que tiene una sola entrada, o sea que necesariamente lo ve cuando sube y cuando baja. Contó que trabaja de día en horarios de 12 por 36 y que le cuidaba la hija, porque él trabajaba de día. Su cuñado, contó que trabajaba y hacía guardias adicionales. Le dejaba a la nena y a la nochecita la retiraba. A la nochecita cuando volvía, porque volvía a su casa, no volvía a la comisaría a torturar o a cazar gente. Y su cónyuge, lo mismo que el resto de los testigos, que hacía adicionales que a veces son obligatorios o por elección, que toman presente en el servicio de policía adicional, lo cual es lógico porque si no se le estaría pagando a alguien que no sabemos si estaba o no presente. Y las planillas que se firman.

Contrariamente, Blanco no tiene la misma suerte respecto de la antena el lugar donde prestó el servicio adicional es exactamente a la vuelta de la comisaría. O sea, comisaría Cafferata, Iriondo el club Los Rosarinos Estudiantil, con lo cual impacta la misma antena, llame de donde llame. Pero, esta información, se puede corroborar a través de las planillas del servicio adicional, en este caso con una firma particular de la autoridad del club. Porque es un club real.

Testigos que señalaron a los acusados

Ocho son los testigos que mencionó la Fiscalía para acreditar torturas de parte de los acusados representados por el defensor oficial.

El testigo estrella de la Fiscalía, Pablo A., quien declaró que Derechos Humanos, especialmente Salvador Vera, cumplía con lo que le pedía. Habló de Walter Benítez, y aunque el testigo no lo hizo el fiscal dijo que también habló de Cecilia Contino.

Contó que «tres le pegaban y una mujer sostenía la reja. Era de la guardia. La mujer creo que era Cintia. Pelo largo, castaño claro, media rellenita». ¿Habla de esa noche, de cuál de las seis noches? La respuesta la dio el mismo en audiencia: «No pude ver a quién golpeaba. Eran hombres, cuatro o cinco. No, mujeres», Pero ¿y la que sostenía la reja? Al leerle la declaración escrita, dijo: «La mujer creo que anotaba los libros».

El fiscal en su alegato dijo que, «según Pablo A., las características físicas coinciden con Contino, pero dijo Cintia, pero ello no desincrimina a Contino». «Así como lo escuchan, lo dijo el fiscal. ¿Les leo de vuelta las características físicas?», ironizó el defensor.

Luego agregó en su declaración escrita, que había «Y uno de petisito de lentes. Dejan de pegarle y le pregunto por qué estaba ahí». En audiencia oral dijo: «De lo de Franco no me pude ni acercar, estaba la autoridad ahí y no me permitían hablar, no podía llegar», pero había manifestado que lo vio desde la cuadra, «me pidió agua y le dije al celador, ese día era el morocho». Al consultarle en audiencia sobre esta persona que describe como «morocho, petisito y de lentes «.se preguntó el defensor. «En la segunda golpiza Walter no entró porque supuestamente estaba en adicional», Tenemos una precisión, pero ¿En cuál de las seis fechas? ¿Y en cuál de los adicionales? Más allá de los relevos en los bancos de Urquiza y Dorrego, Rondeau y Superí, también podrían ser los adicionales propios de la comisaría que cubría Walter Benítez. Del libro 15 tenemos el de fecha 7; el de fecha 15, libro 15, folio 197, 18.50 horas; de fecha 16 a las 19.20 horas; pero el 24, estamos cerca de la campana gaussiana, a las 20.16 horas, servicio adicional. Y el 29 a las 19.10, también en fecha cercana, servicio adicional.

Además, contó audiencia que «recibió amenazas, que tiene resguardo, sin embargo, la propia Secretaría de Derechos Humanos de la provincia dijo que no hay nada sobre este testigo, ni denuncia, ni actuaciones».

Aníbal C., detenido por la séptima, no habla de Contino, solo de Benítez, pero el fiscal sostiene que también habla de Contino.

En la declaración escrita, dice de Benítez «había un policía, también era cristiano, era el único, era tuerto y se llamaba Walter», Nunca le preguntaron si ¿Le pegó o no le pegó al chico esa noche? Nada. En blanco. Tampoco se le preguntó en audiencia sobre eso. pero si nos queda todo un tema de credibilidad. Porque cuando declara en Fiscalía, dice que «en esa época estaba en la cárcel, vivía drogado, no me acuerdo». Y como si eso fuera poco dijo: «No me acuerdo que fui a declarar, menos lo que declaré. Fue el año en el que vivía drogado. Lo habré dicho así por efecto de la sustancia». Nunca mencionó a Contino, ni en la declaración escrita ni en la oral en audiencia. «Ni nombre, ni apodo, ni descripción física. Nada. Pero es más fácil creer que pensar».

Darío N., también detenido por la séptima, con lo cual no es ilógico pensar que les tengan bronca a los policías de la séptima. Pero, curiosamente, la ubica a Continuo de día. «Diez veces en nueve meses me llevaron», contó, visitante asido de las comisarías. «La rubia siempre la veía de día», probablemente Contino. Sin embargo, la Fiscalía lo utiliza también para ubicar a Continuo de noche. Si dice, la rubia la veía de día. «Pedían plata por ahí, o se quedaban un porcentaje. Una siempre de noche. Hombre un metro ochenta, narigón», contó. «A la noche los jefes no andaban ninguno y capaz que de guardia quedaba una femenina y un masculino y después el patrullero». En audiencia oral le consultaron sobre el personal de la noche y dijo: «El que siempre aparecía era uno, podía venir otro. Todas las guardias eran rotativas». Pero la Fiscalía insiste con Contino de noche.

Lucas G., el del diagnóstico de psicosis. ¿Por qué el fiscal insiste con ubicar a Contino de noche? En su alegato dijo: «En concordancia con lo afirmado en cuanto a que Contino frecuentaba la comisaría por la noche. Ello se prueba con los testimonios de Daniel E., José I. y Daniel N. Ellos contradicen las constancias de los libros memorándum de guardia donde se registra Contino que dice que trabaja en el horario de 9 a 15 horas aproximadamente. Nuevamente en los libros no se registraron las cosas como realmente ocurrían». Esa es la afirmación del fiscal. Lucas G., dijo al respecto, «la Chechu (Contino), que estaba tenida de rubio, y Walter, están muy bien religiosamente y tiene un problema en el ojo. Ellos se quedaron en la comisaría». ¿Por qué? Porque él nos contó que después del episodio, del escándalo de la televisión, muchos se fueron de la séptima, fueron trasladados, pero ellos, curiosamente, se quedaron. Walter estaba de mañana y nos despertaba a las 6.30 de la mañana. No sé si venía del turno noche o recién llegaba». Como ya se dijo, su horario era de 8 a 20. Pero en alusión a Lucas G., el fiscal dice que por las características físicas es Contino. ¿En base a qué? En base a que Lucas G. dijo una era la colo y la otra una chica que es morocha de pelo largo cutis blanco. ¿Cuál de las dos sería Contino? Según la fiscalía, según relaciona Lucas G. Luego dijo «también está la chica que una vez me apuntó con una escopeta en la puerta de tribunales, es una flaca, cutis blanco, pelo también largo negro, y la colo que es una colorada, las dos son hermosas, pero te ganan a palo». Sin comentarios.

Daniel R., es el que dijo que no fue a la fiscalía sino a un lugar para guardar autos. El que también dijo que Díaz le cobraba, que Benítez le pegaba. No habla de Contino. De Blanco dice que pegaba, pero no a quién. En la versión escrita se habla de «una guardia mala y había una gorda que se llamaba Romina Díaz que era la más brava de todos».  En audiencia oral el juez Paulucci le dijo: ¿Usted relata a alguien como con una definición física de gordita que acompañaba a esa guardia pegadora, qué función cumplía esa mujer la gordita, miraba, observaba, pegaba? Estaba de guardia toda la noche, cuando había tortura estaba presente y se cagaba de risa, se burlaban. Ella me cobraba para no cortarme los permisos. En relación a Contino, dijo «me golpeó a mi varias veces, pero si estuvo en el hecho de Franco Casco no sé exactamente quién estuvo en esa guardia».

Respecto a Benítez, dijo, «Walter me pegaba», eso será investigado por quien corresponda. Pero, no dijo que le pegara a Casco. Tampoco a Casco porque habla del 29 de octubre como esa noche. Los detalles, allí está la verdad. Describe a Benítez como «petisito, morrudito, que lo vi recién». ¿Cómo que lo vi recién? Todos nos asombramos.  Benítez está a 300 kilómetros detenido. «Sí, sí, está acá en el pasillo», afirmó. ¿Con quién lo habrá confundido?, nunca se sabrá. Pero lo más llamativo que ocurrió en la audiencia oral no fue eso, sino para que ustedes lo escuchen y vean si creen en la postulación fiscal o en el propio testigo. En la rueda de reconocimiento no identifica a Benítez y cuando el fiscal le pregunta si pegaba dijo «no todo lo contrario». Sin embargo, perpetua para Benítez.

Lo mismo ocurrió con el reconocimiento de Contino por Daniel R. «Chechu era una buena persona, estaba de día, nunca de noche». Reconoció a Cintia Greiner y a Chechu Contino.

Sobre Fernando Blanco, Daniel R. dijo que «era uno flaquito alto», pero no especificó si era guardia buena o mala, si pegaba o no, o si le pegó a aquel chico de aquella noche, que es el 26 de octubre, fecha que refirió como el momento de los hechos. Dijo que «Fernando andaba en el auto, era uno de los que pegaba, estaba a la tarde y era muy raro que vaya a la noche». Sin embargo, el detenido Cristian O. dijo que «Fernando era muy bueno, no era de los que pegaba, era una persona confiable». Previamente, había manifestado «que usaban una Fiorino blanca con la que salían a vigilar en la zona de los boliches de noche. Un par de chicos me comentaron que los levantaron con un auto particular». Cuando se le preguntó en audiencia oral dijo: «Walter tenía un corsita rojo», sobre la Fiorino blanco dijo: «Si, Sebas y Walter la manejaban, no sé si levantaron gente». Y agregó: «Nunca me dijeron que los hayan levantado con auto particular, y nunca pregunté, eso no lo recuerdo». Pidieron perpetua para Blanco también.

Nuevamente, Matías E., es que trae a Chechu y a Benítez y después los libera, pero el fiscal insiste en perpetua para ambos.

«Soy el único que te puede decir algo porque estamos todos amenazados, Carlos I. vino y nos dijo que el cabo de cuarto «el tuerto», dijo que si alguien hablaba de lo que pasó con Franco Casco le iba a armar una causa», Dicen que dicen.

A diferencia de Jorge E., que dijo «el siervo hizo una reunión con el penal 1 y 2 y dijo que nosotros digamos que estuvo con nosotros en el penal o en el freezer». A quien creerle de los dos, se planteó Gesino.

Al preguntarle en audiencia sobre este punto, dijo: «Carlos I. no estaba asociado con la autoridad, hablaba cuando se necesitaba algo adentro del pabellón. No sé si dijo que no digamos nada». En la declaración escrita dijo: «Me acuerdo de uno que era re ortiva, que tenía un ojo medio tuerto y era religioso, ese fue el que estaba el día que nos mandaban a dormir cuando le pegaban a Franco». Esa noche para él fue el 15 de septiembre. En audiencia oral dijo: «No recuerdo», por esa declaración está preso Benítez.

«Se escuchaba las patadas que le daban, los cabos de cuarto», Walter pegaba patadas mientras otros los mandaban a dormir. «También fue uno de los que me maltrató cuando llegué a la séptima», sobre esto en audiencia oral dijo: «La verdad no me acuerdo», por esta declaración está detenido Benítez.

Respecto de Contino se le preguntó en la versión escrita y dijo: «Las oficiales son re piolas, estaba una milica el día que trajeron a Franco, -15 de septiembre- estaba una gordita que le decían Chechu», era de día. «La Chechu estaba en los dos turnos. son espectaculares, una rubia, pelo más castaño, mediana edad, media gordita, 1.70». En audiencia oral se le preguntó y dijo «de Chechu no escuché nada, mujeres nunca se escuchó». Por esa declaración está presa Contino.

Sobre Blanco dijo que lo reconoció «por la descripción», no la hizo. Ariel S., otro detenido por la séptima. «La policía siempre te pega», ¿le pegaron a usted? «No».  «Se podían escuchar dos o tres voces, eran todas masculinas», ni Díaz ni Contino. «También estaba el chofer, creo que se llamaba Fernando», nunca dio fechas. Pero en audiencia oral dijo «no lo recuerdo».

Lo más curioso fue que durante la lectura del fiscal, dijo «Si bien no lo reconoció, tampoco lo desconoció» a Blanco. «Modo, tiempo, lugar, persona, todos estos datos, dan lo mismo, cambio la hipótesis, la mecánica de la muerte, todas las circunstancias esenciales del hecho delictivo, lo puedo cambiar en el alegato, y si no me cierra no importa. ¿Esto es una acusación o un múltiple choise? Tacho la a, la b o todas son válidas también. Así presenta un caso la acusación y pide 14 perpetuas. ¿Es esto prueba?».

«Walter era el que iba a hablar siempre con el pibe, con Franco. Cuando Walter iba a buscar algo a la cocina como tenía que pasar por el incomunicado le hablaba al pibito, a Franco», pero entonces de ¿qué fecha está hablando? Además, no tiene visión, porque estaba en el penal. Por eso, está preso Benítez.

Sobre Blanco, dijo «el gringo que usaba lentes, era el que manejaba el móvil, se llamaba Fernando». Blanco, pero no usa lentes.

José I. no reconoció su firma. Pero de todos modos ubicó a Continuo de noche, «Trato siempre igual, no muy bueno, no me golpearon, pero normalmente golpean, se escuchan gritos y gemidos al frente de la jaula. El mismo preso también patea la reja, lo normal en los presos, más los fines de semana, hay borrachos». ¿Golpes de puño?, le preguntaron «No, gemidos, no sé si de puño». No conoció a ninguno golpeado, dijo. «Las mujeres gritaban que les apuren la salida, pedían agua, que las larguen. Acá me trajeron a firmar dos o tres años. Me dijeron que terminó el caso. No, no es mi firma», dijo. Y continuó: «A Chechu la veía de noche, estaba de guardia de noche». En la misma declaración: «Chechu, sí, te pasaba las cosas para cocinar». ¿A qué hora iban a cocinar? «Me entregaba la comida a las dos o cuatro de la tarde». Pero eso no es de noche. El horario de trabajo de Continuo, era hasta las 16 horas, y habitualmente, le pasaba la comida.

Los invisibles sobre la autoría

Quedan si los 25 testigos invisibles. de los que solo mencionó los nombres. Pero me voy a detener en Cristian O., otro detenido por la séptima. Cree que Silva es Benítez hasta que nos damos cuenta cuando lo describe. Dijo «mujeres no, por lo cual no Contino, no Díaz, tampoco Blanco, pero el fiscal dice que sí», explicó Gesino. En la versión escrita, dijo «la verdad, el petisito estoy seguro que fue el que le pudo haber pegado a Franco, no había dudas». No Benítez, petisito. Se le recuerda esa frase y en audiencia oral dijo «algo así puede ser que haya dicho, no recuerdo bien. Cuando escuchamos la noticia sacamos cuenta según lo que decía el informe de cuanto hacía que estaba desaparecido. Nos dimos cuenta que era la guardia que había estado el petisito» o sea no Benítez. «Todos sabíamos que el chico había estado ahí, habíamos hecho cuentas que había caído con la guardia del petisito», no, Benítez. Se le lee esto en audiencia y dice, «no recuerdo bien, pero si afirmo eso es porque lo sé, no recuerdo bien lo que declaré, es lo que yo sé». Y agregó, «en esos días hubo golpizas muy fuertes, te esposaban desnudo contra la pared y te daban con fierros. Los otros que estaban de guardia con él no pegaban». Nada de esto replicó en la audiencia oral. «Pidan las declaraciones de cuando quedé detenido y se va a ver la filmación como me dejó la policía. Yo estaba todo desfigurado». Lo pedimos dijo Gesino pero lo negaron, dijo Gesino. «No, no recuerdo bien, no quiero errarle, si había un policía que pegaba, pero sí había un policía que pegaba, a más no poder».

También dijo que «dormía siempre en la cuadra, salvo cuando traían a alguna persona que la golpeaban mucho y la dejaban ahí tirada. Entonces nos pasaban al penal», pero en audiencia oral dijo «No recuerdo nada de esto», dijo.

«Fernando era muy bueno, no era de los que pegaban. Era una persona confiable, Blanco. Usted me pregunta por Fernando, era una excelente persona», declaró.

En su alegato el fiscal Arrigo cita la declaración de Cristian O. al reproducir: «Respecto del imputado Fernando Blanco, cabe mencionar los dichos de Cristian O., quien contó que sufrió amenaza y que se sintió perseguido después de terminar la salida transitoria. Relato en una ocasión, va otro policía a mi casa, me abre la ventana de golpe, frena un Ford Ka y baja y era Fernando. Y me dijo si le podía limpiar el terreno de la casa de la hermana. Hasta que así fui a pesar de que lo que había vivido la comisaría. Me preguntó si iba a declarar, que no escuché nada». En ese momento Cristian O. respondió «en una ocasión, después de declarar, al tiempo, yo tengo domicilio en… En la casa de mi abuelo, pero también tengo mi casa a 15 cuadras, y va otro policía a mi casa. Llego a trabajar, le abro la ventana así de golpe, pero no, me asusté vi que frena un Ford Ka, me parece, baja y era Fernando, un policía, estaba ahí, pero era muy amable él, no era el de los que pegaban, nada que ver, todo lo contrario, era una persona muy buena y me dice si le podía limpiar, como yo manejaba una retroexcavadora, de una cooperativa, limpiar el terreno de la casa de la hermana que quedaba enfrente del autódromo Rosario, a unas cuadras. Lo pensé dos veces hasta que accedí porque era una persona confiable, a pesar de lo que yo había pasado en la comisaría, pero fui porque era una persona buena, nunca sentí presión de nada, de él hacia mí. Fui todo bien, no pasó nada, pero me preguntó si había ido a declarar, si me tomaron una declaración, le dije que no fue nada, lo mismo que cuando vino a buscar, no había nada». Queda en evidencia como el fiscal lo presenta exactamente al revés de lo que dijo el testigo, remarcó el defensor.

Cabe señalar que minutos antes que termine esta audiencia y en plena exposición del defensor oficial sobre el video de Cristian O. el fiscal abandonó la sala de audiencia. 

Jorge E., este testigo, recordemos, es el que logró que no lo maten a ese chico, porque terció entre los presos y los policías y como todos querían que se callarlo, cuando dejaron de pegarle no gritó más. «Se dieron cuenta que hace más de una hora que ya no hablamos más ni de esa noche ni de ese chico», observó Gesino, «con lo cual no hay autoría atribuible, porque no hay ni noche ni chico, estamos hablando ya de guardia mala, me pegó, no me pegó», dijo el defensor.

En la declaración escrita, dijo: «El petiso solo no le estaba pegando, estaba con ayuda de alguien más, pero no vi bien». En la audiencia oral, se le pregunta por primera vez, «se escuchó que ingresaban varios policías, traían a uno a los golpes, gritaba». Segunda vez, «uno, dos, tres golpeaban, no los pude identificar». Tercera vez, objeto. Cuarta, «no sé cuántos golpeaban al muchacho». Quinta vez, ¿Quién podría ser? Le preguntaron, «tampoco lo sé». Sexta vez, ¿qué guardias pegaban? Y ahí objetamos todos juntos al unísono. «Mujeres nada, no he visto mujeres». Díaz, Contino, afuera. También dijo: «Los policías drogados y borrachos pegan. Fácil, siempre fui drogado y borracho, se quieren llevar todo por delante, lo sé aún sin verlos».

Sobre Benítez dijo: «Walter era un cabo de cuarto que era el más accesible de todos, el más bueno. No me acuerdo si estaba la noche que cayó Franco Casco». Si se refiere a la noche del 6 de octubre, no es posible porque estaba en el adicional. Y sobre Blanco, nada. Pero el fiscal lo usó. Y sobre Díaz, nada, pero el fiscal lo usó para indicar autoría.

Jorge G. dijo: «En la jaulita te ponen por doble A, te tienen ahí por poco tiempo, en ese tiempo te pegaban, como en todas las comisarías. A mí no me pasó». Una generalidad, pero en audiencia oral respondió: «Puede ser que lo haya dicho, a mí no me pegaron, pero se escuchaba que te pedían cosas y lloraban no aguantaban estar ahí». Pero, le preguntaron nuevamente: ¿Te pegan como en todas las comisarías? «Puede ser que lo haya dicho. Se escuchaba de vez en cuando. Si molestás, te van a pegar».

Sobre Benítez, dijo: «Recuerdo uno que se llamaba Walter, que era cabo de cuarto». Con ese recuerdo, en audiencia manifestó: «Walter, trato accesible, dentro de todo se podía hablar».

A Claudio V. le preguntaron si había maltrato y en ambas declaraciones dijo «No, para nada». Diego D. dijo sobre los golpes, «pateaban las puertas y se iban en libertad. Venían casi las mismas personas. Los largaban y los volvían a traer. Chicas también, alcoholizadas, consumidas. Los gritos de sacame, sacame, uno o dos por finde caían, más por alcoholizados, o para que se les pasara el efecto». «No fui golpeado» en la séptima, «en otros tiempos sí, en la 24, muchas veces. No sé a quién le han pegado». Sobre Walter Benítez dijo: «Excelente persona, siempre nos hablaba. Nunca me pegó. No vi que le pegara a nadie. Excelente persona».

Jonathan G. dijo respecto a Benítez. «Me acuerdo de él porque lo veía todos los días». No las noches. «Pero de él no desconfío. Era evangelista. Yo desconfío de uno que era petisito, que escuché una vez», se le leyó en audiencia su declaración y respondió «de ninguna manera dije yo todas las cosas que usted me está diciendo».

Eric G. es quien sucedió a Carlos I. en el tema de llevar la palabra. Contó en audiencia tenía 78 personas a cargo. Declaró: «No tenía inconvenientes con el personal policial, tenía la mejor. Los internos también nos llevábamos bien. Era un penal iglesia, yo estaba liderando el penal 1. No se fuma, no hay droga, no hay celulares, no se podía pelear, era un ambiente tranquilo», algo de lo que dan cuenta los testigos invisibles, porque «era el lugar elegido para cumplir lo que les tocaba cumplir». «Si alguno hacía cosas que no estaban bien, nosotros le hablábamos bien y si no querían seguir esos requisitos le buscaban un lugar donde se sintieran bien y cómodos, o sea que ni siquiera juzgaban las preferencias de sus compañeros. No estás cómodo acá, te conseguimos un lugar en otro lado». Ante la consulta sobre la persona, dijo: «Me acuerdo de un petisito, morocho, pelo oscuro», no era Benítez, obviamente. «Cada vez que estaba ese personal no dormía a la noche porque era cuando entraban los de averiguación de antecedentes y gritaban toda la madrugada». Consultado sobre Benítez en audiencia, dijo: «Benítez era uno muy educado. Walter siempre saludaba, lo que necesitábamos. Flaco, alto y un ojo que no sé cómo decirle», tuerto completó el fiscal Arrigo.

El defensor oficial Martín Gesino, continuará su alegato la próxima semana.