El negocio de la venta de estupefacientes no sólo revela pingües ganancias, sino también rastros de sangre en los territorios donde se disputan los puestos de venta. Desde el 2014 hasta el 2023, la provincia de Santa Fe contabilizó más de 3800 homicidios en su territorio, siendo que la mayoría se perpetraron en el casco urbano del departamento Rosario. Un infome de la ONG Fundación de Investigaciones en Inteligencia Financiera (Finint) determinó las causas de la proliferación del narcomenudeo detrás de la ola de muertes en Rosario y cuáles son las bandas criminales que actúan en cada barrio.

La organización, dirigida por el abogado especialista en delitos económicos, Juan Félix Marteau, publicó un extenso paper referido a las “Bandas criminales, drogas ilícitas y violencia homicida”. Allí, la organización hizo un relevamiento de cuáles son los agrupamientos criminales que controlan determinadas zonas o barrios de la ciudad y realizó un análisis sobre la cantidad de homicidios ocurridos en los últimos dos años, los más agersivos en términos nominales. Durante el año 2022 fueron perpetrados 287 homicidios dolosos “relacionados con el accionar de las bandas criminales”, el 70% de los crímenes contra la vida que fueron perpetrados en territorio santafesino. Es decir, la mayoría de los asesinatos estuvieron relacionados con el accionar delictivo.

Ahora bien, si se hace una comparación entre los mapas de calor de los homicidios en la ciudad de Rosario, los espacios con mayor cantidad de muertes en su haber son los vecinadrios disputados o controlados por los grupos criminales. Los investigadores hacen un punteo de los jefes de las bandas, entre los cuales se encuentran Ariel Máximo “Guille” Cantero, su padre Máximo Ariel “el Viejo” Cantero y su sobrino Luciano “Lucho” Cantero, hijo de Claudio “el Pájaro” Cantero, los principales nombres de la banda de Los Monos. Todos los cabecillas que aparecen en el infome como responsables de los territorios señalados están cumpliendo condena en la cárcel.

Los quince nombres que aparecen en el documento son Guille Cantero, que es quien controla la mayor cantidad de territorio, con influencia en Empalme Graneros y Ludueña (noroeste), Tiro Suizo, La Cerámica (noroeste), Las Delicias y Hume (zona sur), Godoy y Triángulo Moderno (zona sudoeste) Casiano Casas, 7 de Setiembre y Larre y en las localidades de Villa Gobernador Gálvez, Granadero Baigorria, Capitán Bermúdez, Fray Luis Beltrán, San Lorenzo y Puerto San Martín. También aparecen su padre, “El Viejo” Cantero maneja varias zonas de los barrios Vía Honda, Tablada, Villa Manuelita, Villa de los Paraguayos, Villa Nueva, Alvear, Bolatti, Bella Vista y Puente Gallegos.

El capo narco local, condenado en primera instancia por el asesinato del exconcejal y militante barrial Eduardo Trasante, Julio Andrés “El Peruano” Rodríguez Granthon, actúa en los barrios Empalme Granero y Ludueña, además de Nuevo Alberdi, todos barrios de la zona norte y noroeste de la ciudad de Rosario.

René “El Brujo” Ungaro, condenado por el asesinato de Roberto “Pimpi” Caminos, líder de la barrabrava de Newell’s, es sindicado como uno de los líderes narco más violentos de la región. Tiene sus intereses en los barrios Tablada, Parque del Mercado y barrio Municipal. Mientras que el Clan Funes, liderados por Alan y Lautaro “Lamparita” concentran sus acciones en Tablada, siendo socios de Esteban Lindor Alvarado.

Gustavo “Toro” Martinotti controla “parte del del barrio 7 de Septiembre”, mientras que cerca de sus dominios se encuentra Tania Rostro, que tiene sus kioscos en algunas zonas de los barrios Nuevo Alberdi, 7 de Septiembre y Parque Casas. Los Sandoval controlan una parte del barrio Parque Casas.

Otros competidores, como Los Romero “dominan parte del norte de Rosario, cercano a la ruta 34, como el barrio Nuevo Alberdi”, mientras que La Tata Medina, quien cumple condena por narcomenudeo, realiza sus operaciones en las zonas de Parque Casas, La Cerámica y barrio Fontanarrosa, ex Zona Cero. Mientras tanto, Los Cavernícolas y La banda de la Crema, según el documento “son menores en el volumen de droga que venden, pero con alto poder de fuego”, tienen sus dominios en los barrios Villa Banana y Bella Vista. La banda de Los Picudos se mantienen operativos en Villa Gobernador Gálvez y pequeños sectores de Rosario como Molino Blanco, Las Flores y Hume.

El informe sostiene que “con el encarcelamiento de los líderes de estas principales bandas criminales, se produce una mutación significativa en el negocio del narcomenudeo con la introducción de las ‘franquicias’ que torna más eficiente la comercialización de los estupefacientes”

El relevamiento apunta que la tercerización en estas franquicias perdura hasta estas fechas y hace que los líderes encarcelados de las bandas criminales le permitan llevar adelante el negocio de la comercialización a terceros con el pago de un canon: “Ello permite que los jefes continúen controlando el mercado desde las cárceles donde se encuentran detenidos, asegurándose de que nadie no autorizado intervenga en los territorios previamente demarcados”.

No obstante, “la eliminación de la competencia, de quienes ejercían el comercio de drogas con anterioridad, es clave para que se desarrolle el sistema de franquicias. Esto deriva en conflictos, muchas veces sostenidos a lo largo del tiempo, que dejan gran cantidad de víctimas muchas de ellas inocentes, como ocurrió durante 2022 y en los tres primeros meses de 2023 en la zona oeste de Rosario, en los barrios Empalme Graneros y Ludueña, donde en ese lapso se produjeron más de 60 homicidios. Una situación similar ocurrió en los barrios Godoy y Triángulo Moderno. En ambas zonas la competencia que enfrentó Guille Cantero fue mayor, porque eran territorios que se disputaba con su principal rival Esteban Alvarado”, dice el documento.

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El relevamiento de la Finint  “arroja un total de ventas anuales por entre 42 y 60 millones de dólares por año». No obstante, los especialistas sostienen que “las cifras mencionadas en los medios de comunicación” son estimaciones económicas “sustancialmente más elevadas”.

Santa Fe reúne varias cualidades que la convierte en una provincia propensa a la instalación de las economías delictivas referidas a la compra y venta de estupefacientes debido a la ubicación geográfica y su servidumbre al río Paraná. Sólo en los 70 kilómetros que separan Timbúes de Arroyo Seco existen 31 terminales portuarias y se despacha el 80% de las exportaciones de productos granarios o derivados de los granos del país.  

El informe advierte que la extrema violencia lesiva que ha cargado con 3800 crímenes desde 2014 “ocurre en el corazón productivo de la Argentina, en un lugar de significativa interconexión con otras provincias, lo que permite predecir que, si el poder de las bandas criminales no se mitiga, es probable que en el mediano y largo plazo termine teniendo repercusiones más allá de las fronteras de esta jurisdicción”.

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