Hace 21 años, el Gobierno de Fernando De la Rúa anunció el corralito, mediante el decreto 1570/2001 preparado por el ministro de Economía, Domingo Cavallo. El decreto fue publicado el sábado 1 de diciembre y esto llevó a una situación de disolución e inestabilidad social y política que derivó en su renuncia.

El domingo 2 de diciembre, Cavallo anunció por cadena nacional el «Corralito», con el que se prohibía la extracción de dinero en efectivo de los bancos en sumas superiores a 250 pesos o dólares por semana. Así, durante todo diciembre hubo protestas de ahorristas y movimientos sociales, que ya venían manifestándose por la alarmante pobreza y desempleo.

El objetivo que se perseguía con estas restricciones, era impedir la salida de dinero del sistema bancario, intentando evitar así una ola de pánico bancario y el colapso del sistema. Según Domingo Cavallo, a cargo del Ministerio de Economía cuando anunció la medida aclaró que esta no impedía el uso de medios de pago electrónico ni las transferencias bancarias. La idea era que sea una medida temporal por 90 días mientras se renegociaba la deuda.

Sin embargo, el lunes 3 surtió el efecto. Al restringir bruscamente la liquidez monetaria estas medidas ahogaron todo movimiento económico, paralizando el comercio y el crédito, rompiendo las cadenas de pago y asfixiando a la “economía informal o no formal” de la cual depende la subsistencia cotidiana de una porción significativa de la población. Ante la retención de los ahorros de los argentinos dieron lugar a los cacerolazos.  

El 13 de diciembre, la CGT Oficial, la CGT Disidente y la CTA declararon la séptima huelga general contra la política económica y social del gobierno de De la Rúa, con un alto acatamiento. De esta manera, se sucedieron los piquetes en Capital Federal, a lo que se sumaron saqueos a comercios en diferentes partes del país.

La noche del 19 de diciembre el presidente Entonces, De la Rúa en cadena nacional decretó el estado de sitio, que suspendía las garantías constitucionales. Más tarde el ex presidente diría que fue una medida “simbólica”. Sin embargo, fue la mecha que encendió las llamas de aquellas trágicas jornadas.