Por Alejandra Ojeda Garnero

La baja de la edad de imputabilidad es un reclamo que surge de la sociedad cada vez que ocurre un homicidio en manos de chicos menores de 16 años, y aquí se plantea un dilema que tiene que ver con determinar si el menor es imputable y/o punible. En este sentido la legislación actual establece que los menores de 16 años no son punibles, es decir que no se le puede aplicar una pena, tal como la recibe un mayor por el mismo delito. Por otro lado, existe el planteo en relación con la capacidad del menor de comprender la criminalidad y el alcance del ilícito que cometió y en este sentido los especialistas indican que un chico de esa edad puede discernir perfectamente entre lo que está bien y mal.

Para ampliar sobre la problemática de la delincuencia juvenil, por qué se produce y las consecuencias que genera en la sociedad y en el menor, Conclusión dialogó con el sociólogo Kevin Lehmann, quien planteó su visión del fenómeno, sus posibles causas y consecuencias, además de ensayar posibles soluciones.

Lehman manifestó que “el tema no es nada original, pero hay que separar la imputabilidad de la punibilidad. Esta es la clave para entender estos temas”.

En este sentido, realizó un planteo sobre las distintas posibilidades que existen cuando una persona comete un acto ilícito, así expresó “qué pasa cuando a vos no te imputan un delito y no tenés un reproche. No te podes defender”.

“Entonces a un chico le pasa lo que le pasa a un insano, y lo peor de eso es que tu palabra no vale y no podes explicar contextos, circunstancias, ni decir respecto de otras cosas”, señaló Lehmann.

Siguiendo con el mismo ejemplo, dijo que “cuando a un chico le decís ‘nosotros pensamos que vos hiciste eso’, el chico puede decir ‘yo no era el que hizo eso, el que llevaba el arma era el otro’, ‘yo llegue hasta la esquina y me volví’, es decir tiene la posibilidad de defenderse, de decir algo”.

Como ejemplo, citó que “en la provincia de Buenos Aires hay 63 chicos presos sin condena, porque se le aplica una medida de protección, ese chico nunca pudo argumentar, defenderse. Es una cosa de la cual otros disponen”.

En cambio, aseguró que “otra cosa distinta es la punibilidad, el castigo. El chico tiene derecho a ser escuchado, con todas las garantías del debido proceso y luego se puede optar por no punirlo, por no castigarlo. Esa es la vía para abordar la problemática”, argumentó Lehmann.

«Nuestro problema de inseguridad no son los chicos»

En este sentido indicó que es necesario “tener en cuenta tres cuestiones, la primera y como marco de la problemática, nuestro problema de inseguridad no son los chicos. Ningún problema estructural de la sociedad  se resuelve por los resultados, ni con la represión o con el castigo. No se resuelven ni con el ministerio de Seguridad, ni con el de Justicia, se resuelven en el resto del presupuesto, educando, integrando, dando oportunidades, mostrando modelos, permitiendo proyecciones personales”.

“La solución a los problemas del delito no está en el momento del delito, tanto para chicos como para grandes, y mucho menos para los chicos”, señaló el sociólogo, en referencia a que es necesario atacar las causas y no las consecuencias.

“La segunda cuestión es que nosotros tenemos que escuchar al chico, permitirle que se defienda y permitirle que entienda lo que le están planteando. El chico debe entender que no es porque la insultó sino porque tenía un arma y que no es lo mismo. La diferencia está en que si el chico le falta el respeto a alguien, está mal pero no es un delito. El chico debe comprender qué es un delito y qué es una falta, que son cosas diferentes”.

Por todas estas razones, “hay que permitirle al chico que diga, que pueda defenderse, que pueda argumentar”, en relación al delito que se le pretende endilgar.

Por otra parte, Lehman cuestionó que “todos los modelos de comunicación dejan de lado al imputado, no hacemos ningún esfuerzo para que el imputado entienda, entonces cómo podemos esperar que cambie su conducta si no entiende lo que pasó. No significa que no entiende que está bien y qué está mal. Pero bien y mal no es el Derecho, el hecho no califica bien y mal sino responsabilidad respecto de delitos de tipo penales preexistentes, es decir que violaste una ley y la violaste de esta manera”, eso es lo que debe comprender el menor, de lo contrario, la aplicación de una pena no tiene sentido en sí misma.

«Hay que permitirle al chico que pueda defenderse»

Por añadidura, “en este punto hay que decir que los chicos son más víctimas de delitos que agentes de delitos”, y en el mismo sentido, agregó que “por otra parte no se les puede pedir heroísmo a los chicos. Hoy hay miles de chicos que no estudian ni trabajan y otros tantos miles en situaciones de explotación, entonces le estamos pidiendo que sean buenos como víctimas y que además no ingresen ni siquiera minoritariamente en el lugar de victimario. Hay muchas cosas por resolver antes, y creo que la punibilidad no debería ser un tema de discusión, aunque es importante que se debata, como sociedad no deberíamos estar considerando bajar la edad de la punibilidad”, subrayó el sociólogo.

En cuanto a las garantías constitucionales, aclaró que “es importante que todo el que ingresa al sistema tiene derecho al debido proceso, a ser escuchado, pero sin llegar a la punibilidad, en el caso de los menores”.

El tratamiento de los menores en conflicto con la ley penal, es aceptable, siempre “que no se le aplique una pena, pero que entienda que se puede iniciar un proceso en el cual él sea un sujeto”, ahora bien, “en este punto hay una hipocresía enorme porque lo internás, como medida de protección y al lado internás a otro que si está condenado, entonces cuál es la diferencia”.

Con este panorama, Lehman aseguró que “este debate no se puede dar en el contexto de la lucha contra la inseguridad. Se debe dar en el contexto de los Derechos Humanos”.

Por ende, “lo que hay que ver son los derechos de los niños a ser escuchados y no ver cuando los castigamos, porque la mayoría de esos chicos los vienen castigamos desde que nacieron”.

Entonces les pedimos que “sea pobre, no tenga acceso a los bienes y servicios públicos de calidad pero no moleste. Este es nuestro ideal, es un sueño social porque esto parte de gente que es pobre y gente que no es pobre, no es una circunstancia, es como si fuese una secta”, planteó.

«Ningún chico deja de jugar a la play para ir a pintar los trenes»

Para graficar la situación, y cómo actúa la sociedad y el Estado ante esta problemática contó que  “el mismo día que nació mi hijo, nació un chico (en otro lugar)  que tenía el 90 por ciento más de posibilidades de ir preso, pero ese chico no había hecho nada, pero tenía un hermanito preso, otro hermanito preso, el padre con antecedentes o sin trabajo o en una situación de exclusión, un tío abusador, entonces las posibilidades de ese chiquito de ir preso era altísima, entonces vamos a esperar 12 o 16 años para castigarlo”.

“Ningún chico deja de jugar a la play o de tomar la leche caliente en la casa para ir a pintar los trenes, eso no sucede. Entonces no podemos iniciar el debate en el fracaso, tenemos que hacernos cargo que nosotros como sociedad hemos generado ese fracaso”, sentenció.

“Pero existen otras cuestiones, si un chico mata a otro chico y eso dispara en qué momento lo podemos meter preso, estamos mal. Porque es un chico muerto o la impunidad y ya estas marcando la manera de cómo se muestran la problemática y eso define una los resultados posibles”, reveló en relación a la repercusión que genera un hecho de esta naturaleza.

“Le pedimos heroísmos a los pobres, que no se la pedimos a los empresarios. A estos chicos hay que reconocerles derechos desde que nacen, porque después a los empresarios que vaciaron empresas, no delinquen por estas razones delinquen por otra”, y para ellos nadie sale a las calles a pedir prisión, porque “a los chicos que consumen paco y delinquen a los 12 años no lo hacen de la misma forma que el empresario que vació una empresa y a esos no les pedimos heroísmos”, se quejó.

Foto: ilustrativa

“La amenaza de pena no impide la conducta, habilita el aparato punitivo”