Con la nueva movilidad previsional aprobada, los jubilados que cobran el haber mínimo recibirán entre $63 y $235 mensuales menos que lo que les hubiera correspondido de acuerdo a la anterior legislación, estimó la Fundación Mediterránea. Con una visión de más largo plazo, de aplicarse la fórmula entre 2000 y 2017 los haberes habrían caído un 5,6%, en valores reales. En términos acumulados, la variación de los haberes hubiera resultado de 338,6% entre 2000 y 2017, mientras que la inflación fue de 345,3% en ese período. ¿Será que la Administración Macri prepara financiarse en el FMI para impedir costos financieros adicionales en la refinanciación de sus vencimientos?: fue un interrogante que quedó luego del aquellarre previsional. La Casa Rosada festejó porque consiguió alcanzar su objetivo pero cuidado: la oposición festejó la erosión que le provocó a la fuerza gobernante, tanto en imagen exterior como en popularidad doméstica. Al respecto vale la pena desmenuzar lo que ha sucedido:

Por Claudio M. Chiaruttini

MAR DEL PLATA (Sin Saco y Sin Corbata). Después de un jueves de furia y de un lunes de descontrol, violencia y desconcierto; el Gobierno de Mauricio Macri se encamina a terminar el año con gran parte del paquete de proyectos de Ley que fueron presentados para las Sesiones Extraordinarias aprobados, aunque quedaron para Febrero o Marzo la Reforma Laboral y la nueva Ley de Mercado de Capitales.

Este resultado puede parecer engañoso, dado que mientras muchos analistas destacan que, muy en el fondo, la Casa Rosada logró imponer su voluntad y su poder, asegurando la gobernabilidad; la pérdida de imagen, el daño institucional y la dilapidación del capital político ganado en Octubre han sido enormes y con consecuencias de mediano plazo que apenas podemos comenzar a vislumbrar en estos momentos.

La imagen es repetida, pero casi se pueda aplicar a cada supuesto “éxito” parlamentario que han tenido la Casa Rosada para imponer los proyectos de Ley claves del Gobierno de Mauricio Macri: son triunfos pírricos, donde obtener los votos peronistas para conseguir la aprobación implica más giro de dinero a las provincias, más obras públicas para Gobernadores “amigos” y algunas prebendas ocultas para que ciertos Legisladores voten o se ausenten del recinto, lo que resulte más ventajoso para los objetivos del oficialismo.

Así, luego de que se pudo avanzar en el tratamiento de proyectos de Leyes del oficialismo el lunes pasado, la Casa Rosada aumentó en $17.000 millones la partida para atender el rojo fiscal de cajas previsionales provincias, relajó los términos para el pago de las deudas de los gobiernos del Interior al Tesoro Nacional y se sumaron obras públicas a dedo, para un grupo de provincias, por unos $100.000 millones, esto sin contar que a los Diputados se le duplicaron ciertas partidas y gastos, que implicará una suba de hasta 30% en el salario de bolsillo de algunos legisladores. Como se ve, los apoyos se pagan…

Los voceros oficiales, en medio del brindis de fin de año con las periodistas acreditados en la Casa Rosada, no ocultaron su enojo con algunos gobernadores, legisladores o líderes opositores por su accionar durante estos últimos 10 días aciagos, pero eso muestra la inocencia política que tiene en macrismo dado que creen en supuestas “palabras” o “acuerdos firmados” con políticos que están disputando el control de la mayor estructura de poder de la Argentina y la posibilidad de ser candidatos a Presidentes de la Nación en 2 años. El PRO está mal acostumbrado a los peronistas porteños, dóciles ante cajas políticas menores.

Pero medir el éxito del Gobierno en imponer su voluntad por la cantidad de proyectos de Ley votados o por la transferencia de fondos que eso requiere, son parámetros “resultadista” que no necesariamente permiten mensurar mejor las consecuencias políticas a mediano y largo plazo. Por eso, hay que ver otros niveles de análisis para ver si la Casa Rosada tiene tanto para celebrar como, aparentemente, celebran.

Por ejemplo, quedó demostrado que la unión entre kirchneristas y massistas es posible, siempre y cuando el objetivo sea el mismo: esmerilar el poder de Mauricio Macri. Por ahora, este “alianza en la acción” es puntual y se formar y diluye en minutos; pero puede ser el inicio de un proceso de acercamiento a mediano plazo, siempre y cuando los líderes de ambas agrupaciones peronistas odien más al Presidente de la Nación de lo que se odian entre ellos. ¿Acaso Elisa Carrió no terminó por sentarse con Mauricio Macri luego de criticarlo durante 10 años? En política, todo es posible…

También es claro que el conjunto de votos peronistas que acompañaron (o las convenientes ausencias) en estas intensas jornadas en la Cámara de Diputados puede durar dos años o esfumarse en dos meses. Es decir, no es una construcción política o de poder importante, la unión está basada en un interés de corto plazo y, si aparece un interés mayor, no habrá forma de volver a repetirla. En el fondo, es como intentar construir un castillo en las arenas de las playas de un mar agitado, el final es obvio.

Las encuestas son claras: La pérdida de imagen del Gobierno de Mauricio Macri cada vez que tiene que recurrir a las fuerzas de seguridad para recuperar la calle es abrupta entre los votantes independientes, merma que no es neutralizada por la suba de imagen que hay entre los votantes macristas ortodoxos. Y recordemos que fueron esos votantes independientes lo que permitieron que Mauricio Macri fuera electo Presidente de la Nación, en vez de Sergio Massa. He aquí el peligro.

Es repetido el fracaso de la estrategia del “si pasa, pasa” que aplica la Casa Rosada en los proyectos de Ley que presenta al Congreso. Son normas redactadas sin pasar por el tapiz político necesario para sumar consenso antes de que ingresen formalmente al Parlamento. Así, el Gobierno de Mauricio Macri termina por lanzar una propuesta que, para lograr su aprobación, hay que hacerle muchos cambios. Por ejemplo, esta semana, ni una de las propuestas que ingresaron en Extraordinarias quedaron indemnes, todas fueron modificadas hasta en un 30% de sus textos originales. Así, el “si pasa a pasa” se convierte en “veamos que podernos hacer pasar”.

Hacerse el valiente para recular no es bueno en política. Pero el Gobierno de Mauricio Macri ha pasado por esto en demasiadas ocasiones, eso hace que los enemigos políticos no les teman y que los observadores externos (como los operadores financieros o los inversores que hunden capital) no generen la suficiente confianza en el “modelo” que se trata de imponer desde hace dos años.

Hoy, nadie a ciencia cierta sabe cuántas inversiones potenciales que se analizaban para la Argentina se retiraron de la mesa de negociación o de estudio ante el espectáculo bochornoso de militantes de la izquierda más violenta apedreando despiadadamente a efectivos de la Policía de la Ciudad que fueron entregados como “carne de cañón” o “víctimas propiciatorias” para defender la corrección política de la Casa Rosada; o el espanto que causa tener toda la ciudad trabada durante horas por manifestaciones, cortes, obras desordenadas y ausencia de efectivos que ordenen al tránsito.

Sólo los inversores carroñeros apuestan a países en guerra, territorios donde no existen reglas claras, en lugares donde el violento se impone y el que produce es perseguido por la AFIP, ahogado por los sindicalistas, criticado por los medios y están desprotegidos por la Justicia. La Argentina es un país maravilloso, pero para los inversores, hay 3 docenas de países mejores para invertir antes que la Argentina.

Otro problema que tiene el macrismo, pese a que hace dos años está en la Casa Rosada, es que minimiza los problemas o enemigos que enfrenta o los fenómenos que lo paraliza, como el caso del conflicto con grupos mapuches o la desaparición del ARA ‘San Juan’. “El mejor Gabinete de los últimos 50 años” no está preparado para las crisis. Quedan petrificados, son erráticos en las respuestas primarias, intentan desviar la atención y, cuando la situación se fue de las manos, arman un plan y salen a neutralizar el problema o situación. No solucionan la situación, sólo la “encapsulan” y hacen que el tiempo reduzca sus efectos negativos.

Hay dos fenómenos que ocurrieron en estos 15 días que tomaron al Gobierno por sorpresa, más allá de lo que sucedió dentro del propio Congreso.

  • El primero fue el grado de rechazo social que tiene la Reforma Previsional, la masividad de las marchas y la violencia de aquellos que enfrentaron a las fuerzas de seguridad.
  • El segundo fueron los cacerolazos que se armaron por redes sociales y que terminaron por ganar la Plaza de Mayo y el Congreso en las noches del lunes y martes pasado. Ambos fenómenos confirman que el “antimacrismo activo” ha nacido.

Es sabido que diversos grupos de ultraizquierda, sobre todo el Partido Obrero, tienen en claro que la estrategia foquista de desorden urbano es clave para alcanzar sus objetivos políticos de visibilización y primacía sobre otros grupos de izquierda más moderados; y que el macrismo, por ser un partido capitalista, liberal y de derecha, está estigmatizado por cualquier tipo de accionar represivo que realice.

“Destacar e incrementar las contradicciones ideológicos del enemigo” es uno de los pilares del trotskismo. ¿Qué puede ser más contradictorio de que un Mauricio Macri que manda a la Gendarmería a reprimir, al mismo tiempo que lanza un Programa de Derechos Humanos que intenta despolitizar y sacar de los años ’70 el tratamiento de estos derechos sociales? Pues eso logró el Partido Obrero la semana pasada, al tiempo que emitió un comunicado de prensa no sólo ratificando el uso de la violencia para enfrentar al Gobierno, sino que además, mitificó el accionar de ciertos elementos de su agrupación al enfrentar fuerzas de seguridad. Todo ganancia para el PO, todo pérdida para el Gobierno.

Pero políticamente hablando, el fenómeno más grave fueron los “cacerolazos” que protagonizaron aquellos que hace 5 años criticaron los “cacerolazos” antikirchnerista. Hoy, la Casa Rosada dice lo mismo que en 2012 decía el kirchnerismo: Que nadie capitaliza ese descontento popular, que son anomalías de un grupo muy limitado de votantes y que no tendrá efectos políticos o electorales a futuro.

No entender que el camino para que Mauricio Macri fuera electo Presidente de la Nación se inició en los cortes y las marchas contra la Resolución 125 en 2008, el triunfo de Francisco de Narváez en la Provincia de Buenos Aires en 2011, el 12S y el 8N de 2012, el triunfo de Sergio Massa en territorio bonaerense en 2013 y el nacimiento de “Cambiemos” en 2015 es no comprender cómo el antikirchnerismo se aglutinó para terminar votando a una figura que sacara al kirchnerismo del poder.

Desde la Resolución 125 a la Jura de Mauricio Macri como Mandatario pasaron 7 años. En el medio, Cristina Fernández de Kirchner fue reelecta con una mayoría abrumadora de votos y murió Néstor Kirchner. Nadie puede asegurar que aquello que se observó en las calles en los últimos 10 días no va a termina dentro de dos, cuatro o seis años creando un nuevo movimiento político que saque al macrismo y a “Cambiemos” del poder. Quizás, la construcción de la derrota del oficialismo en algunos años comenzó a construirse esta semana. Creer que se ganó, puede ser el peor error.

Le ganarán a la inflación, pero serán menores

Con la nueva movilidad previsional aprobada, los aumentos en el poder adquisitivo de las jubilaciones en 2018 resultarían mayores que la inflación del período, aunque levemente por debajo de lo que ocurriría con la anterior movilidad. Los jubilados de la mínima con 30 años de aportes tendrían una suba real de 4,6% promedio. Los beneficiarios de la AUH alcanzarían un aumento real del 4,0%, mientras que los jubilados por las moratorias incrementarían su poder adquisitivo en 2,2%.

Los jubilados que cobran la mínima con 30 años de aportes sólo perderían $63 mensuales en promedio, con respecto a la regla vieja (lo que, en términos relativos, representa una caída del 0,8%). Por su parte, los beneficiarios de la mínima y que accedieron por moratoria previsional resignarían $235 por mes (2,9% respecto a la fórmula antigua). Por último, el sacrificio mensual de ingresos de los beneficiarios de la AUH alcanzaría unos $20,6 (1,3% menos que con la movilidad anteriormente vigente).

Con una visión de más largo plazo, con la nueva fórmula los haberes habrían caído un 5,6%, en valores reales, entre los años 2000 y 2017. En términos acumulados, la variación de los haberes hubiera resultado de 338,6% entre 2000 y 2017, mientras que la inflación resultó 345,3% en ese período.

Si sólo se toma en cuenta el lapso en que estuvo vigente la anterior fórmula de movilidad (2009-2017), los efectos de la nueva norma resultarían prácticamente neutros en materia de poder adquisitivo, pues tanto la variación nominal de los haberes como la inflación se ubicarían en torno a 630%.