Por Gisela Gentile

Desde que empezó la pandemia se ha escuchado la palabra salud, más específicamente “priorizar la salud”; pero lamentablemente siempre se realiza sobre una mirada parcial o segmentada, en donde no son contemplados todos los aspectos que la conforman.

Uno de ellos es la salud mental, relegada una y otra vez por el Estado y lamentablemente durante el proceso pandémico siguió por el mismo camino. Si bien muchas medidas adoptadas por los diversos gobiernos no tuvieron reparo en la misma, ha sido la fuerza de sus trabajadores y trabajadoras lo que mantuvo en pie muchos servicios y prestaciones.

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Lamentablemente en este marco de acción, Rosario se quedará desde este martes sin el dispositivo Residencial Integral para personas en situación de vulnerabilidad social. Un espacio donde los derechos de los más vulnerables han sido el motor de lucha. “Con profunda tristeza, les contamos que a partir de hoy nuestra ciudad no contará más con dicho Dispositivo que empezó con la fuerza de la convicción, con la insistencia de la verdad, con los derechos de los más vulnerables como bandera. Pero lamentablemente no sigue”, dijeron a Conclusión desde Programa Andrés.

Desde sus comienzos propusieron una confluencia de saberes y de prácticas. “Una articulación tripartita que nos esperanzaba (y aún nos esperanza): El estado como garante y fiscalizador, una organización militante, desde los territorios y PAR (Programa Andrés Rosario) desde la experiencia en salud, consumos y vulnerabilidades. El Estado y las organizaciones libres del pueblo, gestionando coordinadas, proponiendo, dando respuesta a una problemática aciaga que se lleva puestos a nuestros jóvenes todos los días”, enfatizaron.

Una propuesta profesional y responsable, pero por sobre todas las cosas, genuina. “No solo una casa, un dispositivo desde donde jóvenes hostigados por el sistema, pueden dormir tranquilos, charlar con los acompañantes, concurrir a un tratamiento, llorar sin vergüenza. Un lugar donde existe la posibilidad de pensarse desde sus potencias, desde sus posibilidades con otros”.

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La pandemia los apuró a reformular el Centro de Noche nacido en el año 2014. Este a su vez fue producto de la adecuación de la Comunidad Terapéutica a la ley de Salud Mental 26.657.  “Experiencia entrañable, donde cada noche, una decena de jóvenes y no tan jóvenes, llegaba para poder dormir, bañarse, descansar y sobre todo cuidarse. «Casa con Todes», aumentó la apuesta. Una propuesta llena de dificultades, llevada adelante por compañeros dispuestos a hacerles frente. Un gran equipo de acompañantes que entienden por qué los jóvenes están tan enojados, tan molestos y con tanto miedo al otro. Instituciones y laburantes que tienen la certeza de que los jóvenes pueden todo, cuando se los acompaña y escucha. Tan simple y complejo como eso, compañeros que quieren trabajar, compartir y luchar con quienes han tenido menos suerte”.

“Casa con Todes” (ex Centro de Noche), tan necesaria y compleja confluencia, no se puede llevar a cabo de cualquier manera. Necesita indefectiblemente que las instituciones y el Estado se elijan mutuamente.  “Vamos a encontrar o inventar otros espacios de lucha, siempre con el Estado, la salud pública, con «todes». Nuestras fuerzas están intactas y nuestras convicciones también”, concluyeron desde Programa Andrés Rosario.