Las producciones del norte argentino soportan una elevada presión impositiva por la gran cantidad de tributos nacionales, provinciales y comunales, ya que en un campo de 300 hectáreas de soja, 40% lo perciben los Gobiernos, 48% representan los costos de implantación y sólo el 12% restante le queda al productor.

Los dos tributos más importantes son las retenciones y el impuesto a las ganancias.

«Haciendo soja en el norte argentino en campo propio, el peso de todos los impuestos actuales equivale a pagar un único Impuesto a las Ganancias del 78%, una cifra realmente importante», indicaron el economista Jefe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), Julio Calzada, y la especialista Sofía Corina.

Consignaron que en el norte existen gravámenes de todo tipo: derechos de exportación, impuesto a las ganancias, a los bienes personales, ingresos brutos, tasa vial para mejora de caminos, tasas comunales, impuesto inmobiliario rural, a los débitos y créditos bancarios, a la transferencia de combustibles (ITC), entre otros».

Los números del estudio muestran que un productor dueño de su campo de 300 hectáreas siembra soja y recibe un ingreso bruto de US$ 611 por hectárea. Luego de pagar todo, le quedan finalmente 104 U$S por hectárea.

«Los gobiernos Nacional, provincial y comunal -con todos sus impuestos y retenciones- recibirían por la actividad de este productor aproximadamente 343 U$S por hectárea.

Otro dato que estima el informe es la magnitud del aporte fiscal de las provincias del norte argentino.
«Si en ellas se siembra cerca de 2,6 millones de hectáreas con soja, los productores de estas jurisdicciones estarían pagando en concepto de retenciones, ganancias, bienes personales y otros impuestos cerca de 892 millones de dólares, casi 900 millones por la producción de la oleaginosa solamente», señalaron los autores del reporte.