El Gobierno nacional superó la «autoimpuesta» prueba legislativa de haber sometido ante el Congreso el acuerdo alcanzado para refinanciar la deuda de más de 44 mil millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y, tal como dijo el presidente Alberto Fernández, con el «horizonte más despejado» encarará lo que resta hasta las elecciones de 2023 buscando normalizar las cuentas públicas, un objetivo que a esta altura parece difícil de lograr dado el estado de debilidad de su administración, que quedó expuesto especialmente en las últimas semanas.

El presidente Alberto Fernández anunció este viernes por la noche la creación de «un fondo de estabilización» para combatir la suba de precios y convocó a todos los sectores productivos y de la economía popular a alcanzar acuerdos que permitan «luchar contra la inflación y proteger la mesa de los argentinos». A través de un discurso grabado desde la Quinta de Olivos, el mandatario destacó que la guerra entre Rusia y Ucrania provocó un aumento de los precios de las materias primas, y «esto claramente nos afecta y se suma a los muchos problemas que ya tenemos y que ya todos conocemos».

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En ese sentido, la portavoz de la Presidencia, Gabriela Cerruti, destacó este viernes que «ahora, después del acuerdo con el FMI, más una cantidad de medidas y decisiones que está tomando el presidente Alberto Fernández, ponemos a la lucha contra la inflación como la prioridad del Gobierno«.

Por su parte, el ministro de Economía, Martín Guzmán, destacó este viernes la aprobación en el Senado del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para reestructurar la deuda contraída por el gobierno anterior, y aseguró que “no pagar implicaba ajuste, caída de la producción y el empleo”.

Nuestra responsabilidad era dar tranquilidad y certeza de rumbo”, indicó Guzmán en su cuenta de la red social Twitter, y subrayó que se logró “un acuerdo radicalmente diferente de todos los que históricamente se tuvieron con el FMI. No hay quita de derechos ni a trabajadores ni a jubilados”.

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Además, indicó que “se expande la inversión en infraestructura y conocimiento”, y subrayó que se logró “poner por delante a los intereses de la economía real”.

En la misma línea, dirigentes del oficialismo, la oposición, organismos multilaterales y empresarios destacaron la importancia del entendimiento con el FMI, ya que “despeja incertidumbres” y “genera un horizonte de previsibilidad”.

Mientras tanto, una lógica de prioridades impera -según dejaron trascender desde el Palacio de Hacienda- en los equipos del Ministerio de Economía que conduce Martín Guzmán, quien en reiteradas ocasiones ha sostenido como objetivo final la necesidad de «normalizar las cuentas» nacionales luego de llegar a un acuerdo con los fondos privados y ahora con el FMI.

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La fijación de un límite al financiamiento del Tesoro, la búsqueda de tasas de interés positivas, la retracción paulatina del déficit fiscal, todos objetivos del acuerdo con el FMI, son pasos en ese sentido y esperan en el Gobierno que puedan servir para contener expectativas.

De hecho, en la Casa Rosada algunos sostienen que la mención a una «guerra contra la inflación» por parte del Presidente días atrás debe entenderse como ese «próximo paso» a dar luego de haber prácticamente cerrado el capítulo de la deuda externa.