Antes de la crisis de 2008, el optimismo y la fe ciega en el sistefa financiero global eran ilimitados. Pocos alzaban la voz para objetar algo y el mercado en general creía que la bonanza y las oportunidades de negocios millonarios perdurarían por siempre sin consecuencia alguna.

Algo similar a lo que sucediera en la previa de la crisis de 1929, cuando antes del «jueves negro» en que colapsó Wall Street desencadenando una crisis de escala mundial y sin precedentes que haria tambalear al sistema capitalista, nadie dudaba de la solvencia de las finanzas globales.

Luego de la crisis de 2008, originada por causas distintas de aquella pero también con algunas coincidencias, son más de uno los economistas, políticos y académicos que advierten sobre el estado de las finanzas globales y su devenir.

Uno de los pocos que se adelantaron para predecir, con buen tino ya que luego sucedió, la crisis financiera de 2008, fue el economista Peter Schiff.

El mismo especialista, casi diez años más tarde, vuelve a advertir sobre el surgimiento de otro cataclismo: el que puede terminar con el dólar estadounidense, desplomar el mercado bursátil y dirigir el interés nuevamente hacia el oro.

Este corredor de bolsa y escritor estadounidense, señaló que la crisis adviniente será «mucho peor» que la última, y a diferencia de ésta, no se desatará por las hipotecas de alto riesgo, sino por la solvencia (o falta de) Estados Unidos.

Schiff aseguró que «si el gobierno estadounidense opta simplemente por imprimir más dinero para pagar su deuda, seguirá inflando una burbuja que tendrá consecuencias catastrófocas cuando explote».

«Todos van a perder; todos los que han estado de fiesta en el mercado de valores, en el de bonos y en el de bienes raíces, van a ser aniquilados», aseveró Schiff. «El dólar se va a hundir por completo y su poder adquisitivo va a desaparecer», añadió, según consigna USA Watchdog.

El inversionista consideró además que el actual sistema financiero tampoco podrá seguir frenando artificialmente los precios de los metales preciosos, más allá de cuánta deuda asuman los gobiernos, en particular el de Estados Unidos.

«No pueden seguir haciéndolo, esto terminará», sentenció. «El precio del oro explotará porque hay compras físicas reales, y todas esas ventas de papel no pueden camuflar eso».

Schiff afirmó que este fenómeno se debe a que las personas están comenzando a desconfiar de los bancos centrales y a inclinarse por otras opciones. «La alternativa real es el oro», afirmó.