Desde hace ya muy largos meses, la inflación pasó a ser la soga permanente en el cuello de gran parte de la población y, quienes más la sufren son, como siempre los sectores más vulnerables de la sociedad. Así vuelve a quedar evidenciado en el informe elaborado por el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz y la diputada Lucila De Ponti que registra y compara regularmente el consumo en barrios populares. Del estudio se desprende que, en el mes de marzo, una familia que vive en Casiano Casas, Bella Vista, República de la Sexta o el Mangrullo, por nombrar sólo a algunos de esos barrio, necesitó $259.696. Dicho monto implica un aumento del 27% del costo de vida en los últimos 3 meses y del 97% comparado de forma interanual.

El informe detalló que para cubrir las necesidades indispensables de alimento, un hogar debe destinar como mínimo $105.307. En tanto, un adulto rosarino necesita $34.080 para no caer debajo de la línea de indigencia. Y remarca que los alimentos básicos siguen liderando los aumentos muy por encima de la inflación general, superando en promedio el 117% de forma interanual.

El dossier muestra que los precios de muchos productos básicos crecieron por encima de la inflación nacional -que este mes registró un 7,7% según el Indec. Por ejemplo, el azúcar aumento 213%, los fideos secos tipo tallarín 186%, el aceite 142%, las galletitas 131%, los huevos 128% y la leche 115%. Sin embargo, el mayor signo de alarma es la distancia entre los precios de productos básicos y el poder adquisitivo.

“La brecha entre ingresos y el costo de vida se amplía y esto repercute fuerte en los sectores populares, lo que se traduce en una mayor desigualdad”, aseguró la diputada Lucila De Ponti.

“Lo más preocupante es la suba de los alimentos esenciales, porque esto impacta principalmente en los sectores de menores recursos, quienes deben aportar la mayor parte de sus ingresos para garantizar sus necesidades básicas”, explicó la legisladora. “Aunque estamos en un contexto de inflación sostenida, muchos de los aumentos no se explican por este fenómeno, sino más bien por la especulación y concentración de la cadena productiva”.

El informe del Ceso da cuenta de que el salario mínimo, vital y móvil, $69.500 cubre apenas el 27% del costo de vida. Y tampoco lo cubre el salario promedio de un obrero de la construcción, $165.375, o el de un empleado de comercio, $142.500 o trabajadores de casas particulares, $83.483 que cubren respectivamente el 64%, el 55% y el 32%.

“La inflación sigue siendo el principal problema en las familias de nuestro país, hay millones de argentinas y argentinos que viven en la pobreza y significa toda una generación obligada a encontrar estrategias de supervivencia en la informalidad. Nuestra responsabilidad es reconocer lo que existe e intentar transformarlo”, explicó la diputada.

“Rescatamos las experiencias de los mercados de la economía popular que demuestran que el camino de acercar a productores y consumidores, eliminando a los eslabones especulativos en la formación de precios, lo que permite cuidar el poder adquisitivo y avanzar hacia modelos más justos de comercio. Todos los esfuerzos deben concentrarse en acompañar esta situación que ya no admite demoras”, finalizó.

Desde el Centro de Estudios Scalabrini explicaron que el informe se elaboró tomando como referencia una canasta de alimentos pensada para este sector y relevando precios en barrios representativos como son Casiano Casas, La Sexta, Bella Vista y Mangrullo (a diferencia del Indec que toma una canasta pensada para clase media y releva precios en el Gran Buenos Aires).

El indicador del costo de vida de sectores populares corresponde a la medición y seguimiento de una canasta de 37 alimentos, para el resto de los componentes del consumo de las familias (indumentaria, servicios, etc.), se efectúa un cálculo indirecto mediante Coeficientes de Engel.