La Argentina fue el segundo país de América Latina en cuanto a pérdida de horas de trabajo durante la pandemia, con el 21% y solamente fue superada por Perú, en el marco de una caída del Producto Bruto Interno y como resultado de «una cuarentena mal administrada», según la Fundación Libertad y Progreso.

«La Argentina perdió 4 puntos porcentuales más de horas laborales que el promedio de la región latinoamericana y triplicó al del promedio de pérdidas de horas laborales a nivel mundial», del 8,8%, señaló al respecto Natalia Motyl, economista de la entidad.

Por otra parte, la recuperación del empleo que se lleva a cabo en 2021 está motorizada en el país por el trabajo informal, al punto que la Argentina también en este caso es el segundo de la región por su proporción de trabajadores no registrados.

LyP se basó en datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para remarcar que después de Perú, con el 27,5% de pérdida de horas de trabajo, la Argentina fue el segundo país en la región en esa clasificación, con el 21%, superando por escaso margen a Colombia (20,9%) y Bolivia (20,5%).

Con menores niveles de pérdida de horas de trabajo en la pandemia de coronavirus se anotaron Ecuador (17,6%); Costa Rica (17,5%); Chile (16,7%); Brasil (14,9%); México (12,5%); Paraguay (11,4%) y Uruguay (11,2%).

Si bien no puede realizarse una relación directamente proporcional, la pérdida de horas de trabajo tuvo una coincidencia con la caída del PBI en cada país, si se tiene en cuenta que los países con mayores retrocesos en ese sentido también fueron Perú y Argentina, con 11,1% y 9,9%, respectivamente.

El deterioro del producto en 2020 del resto de los países seleccionados fue del 1% en Paraguay, 4,1% en Brasil, 5,8% en Chile, 5,9% en Uruguay, 6,8% en Colombia y 7,8% en Bolivia y Ecuador.

«Ante este contexto, el mercado laboral se vio fuertemente afectado con una pérdida de horas de trabajo 4 veces mayor que en la última crisis financiera del 2009, con cuantiosas pérdidas de empleos; reducciones de ingresos laborales y persistentes cifras de informalidad», indicó LyP en su informe.

En la Argentina, la caída del empleo en 2020 fue del 9,2%, con un 9,5% para hombres y 8,7% para mujeres, aunque la ratio por sexo de empleo sobre el total se mantuvo en 56% para hombres y 44% para las mujeres.

Al respecto, Motyl explicó que el fenómeno se dio porque las medidas de sostenimiento del empleo implementadas por el gobierno «favorecieron la reducción de horas de trabajo o incluso con horas nulas de trabajo» y que «el sistema de indemnización por despido desalentó el trabajo y le colocó una gran mochila al sector privado».

Por tipo de ocupación, las caídas más importantes se observaron en el sector del agro, la silvicultura y la pesca con una pérdida del empleo del 56%; en Gerentes del 43%; en Operadores de plantas y máquinas y ensambladores hubo una caída del empleo del 36% y en profesionales del 33%.

«Estas cuatro actividades explican más del 16% del empleo total en nuestro país», advirtió LyP, que agregó por otra parte que «el sector de los servicios tuvo una merma del 29,8% y sólo ese sector explica más del 17% del empleo total en la Argentina».

Otro punto destacado por la entidad fue que la recuperación del empleo total en la región del último período estuvo impulsada más por el informal más que del formal.

«Es más, en la Argentina, el empleo formal en el cuarto trimestre de 2020 fue inferior al valor del segundo trimestre de ese año, contribuyendo negativamente a la generación neta de empleo en ese período», subrayó.

En ese sentido, la Fundación advirtió que desde antes de la pandemia la Argentina ya presentaba altas tasas de informalidad y que ya en 2010 la tasa llegaba al 49%, con una leve reducción de tres puntos porcentuales en una década.

«Si comparamos con el resto de la región vemos que la tasa de informalidad de nuestro país es la más alta de la región, después de Perú (68%), duplicando la tasa de informalidad de Chile que es del 25%», señaló la entidad, al tiempo que destacó que los trasandinos tienen un mercado laboral que «se adapta más a las condiciones del siglo XXI y permiten la rápida inserción laboral de los chilenos».