Por Alejandro Maidana

Celebrado como una verdadera gesta por algunos, valorado como hecho imprescindible por otros, y resistido por una porción minoritaria dentro del recinto, el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, se legitimó a través de herramientas democráticas, al menos las que permite esta democracia atada con alambre de fardo y amiga de las corporaciones. Lejos estuvo la posibilidad de llamar a una consulta popular, el fantasma del default se encargó de acelerar procesos y alimentar una única salida, el pago de un fraude.

Parecería no haber alternativa alguna para la las mayorías trabajadoras y desvalidas, un intríngulis que carece de colectoras y nos conduce inexorablemente hacia un cadalso renovado, pero que sigue oliendo a viejos procesos de aniquilación. A los altisonantes discursos basados en una rancia retórica derrotista, se le suma el cinismo de quienes, por herencia histórica, siguen insistiendo en una Argentina para pocos argentinos.

La idea de manotear una esencia que pudiese perfumar un acuerdo que huele a cala, solo sirvió para estirar una agonía que se ríe a carcajadas abrazada al cuero de quienes siguen contemplando la fiesta del hampa, fiesta sostenida inescrupulosamente por las cloacas mediáticas. Arietes de un poder económico que, de la timba financiera y la fuga de capitales, construyeron un fortín en donde los sueños de los sectores populares, se siguen esfumando para convertirse en verdaderas pesadillas. Un dato sumamente explícito, tiene como eje la disparada del precio del trigo debido al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, pese a ello, y siendo Argentina un país exportador de este cereal, el comercio del mismo solo representa un gran negocio para quién lo comercializa, y un shock inflacionario para el pueblo.

Los más inescrupulosos, no tuvieron prurito alguno en desacreditar y deslegitimar la movilización popular que copaba las adyacencias del Congreso, como si el derecho constitucional, en este caso a la protesta, solo debería ser patrimonio del statu quo, pero claro, en realidad lo es. Si bien existe una biblioteca que proyecta un crecimiento sostenido que generaría que el dolor social vaya en disminución, existe otra, la popular, la que no entiende de prólogos ni citas de autor, la que lucha cotidianamente para dejar de escribir la parte trágica de esta historia.

La Argentina está de remate, por ello la profundización del modelo extractivista aparece como uno de los puntales a la hora del pacto con lo siniestro. La imperiosa necesidad de atraer dólares para el pago del fraude, impulsará que la volatilización de los recursos naturales que se encentran en profunda crisis, socavando aún más los derechos humanos de los pueblos sacrificables, de los pueblos fumigados, del pobrerío olvidado. Más concentración, más desigualdad, un coctel explosivo que lejos está de incluir mayores controles para evitar el contrabando de cereales, la fuga y la evasión fiscal de quienes siguen capitaneando el barco pirata.

Los grupos económicos por sobre el enorme porcentaje de personas que padecen el día a día en un país que no puede garantizar la comida para los propios, pero si los commodities para los de afuera. Más agrotóxicos, más fracking, la irrupción de megagranjas porcinas, más concentración de tierras para no producir alimentos, más agua para la actividad minera, mientras que el acceso de la misma a los barrios populares, todavía sigue siendo uno de los alfiles de la insostenible deuda interna. Un modelo neocolonial consolidado, pese a la resistencia discursiva de aquellos que han elegido rendirse una vez más a sus pies. La deuda sigue siendo con el pueblo.

La deuda es la grieta

Medardo Ávila Vázquez es coordinador de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados y secretario general de APDH Córdoba, un estoico luchador por los derechos humanos en todas sus ramificaciones, un profesional de la salud comprometido con las causas de los desvalidos. En diálogo con Conclusión, compartió su posición sobre un acuerdo que garantiza la profundización de la práctica extractiva, que terminará por acorralar los días de los pueblos fumigados y sacrificables.

Las deudas externas grandes como la de la dictadura, y como esta, con la participación del Fondo Monetario Internacional, nos moldea la política y limita aún más la democracia. La misma se encuentra sumamente restringida y construye una sociedad muy fragmentada, quebrada, con mucha grieta e injusticia social que se va a ir acentuando. Este acuerdo va a acentuar el tráfico de drogas, la desocupación, la marginalidad, y se profundizará el sálvese como pueda”, indicó Ávila Vázquez.

El FMI ha sometido a su voluntad a las principales facciones políticas del país y lo que están aprobando en estos días va exactamente en la dirección contraria a los intereses populares y solo traerá más sufrimientos para nuestro pueblo. Debemos resistir esta política y construir la unidad de los que buscan otro país sin FMI ni injusticia socioambiental. “Por otro lado se potenciará la ideología neoliberal, reaccionaria, fascista y sumamente individualista, donde la solidaridad y la identidad popular del pueblo se verá destruida. Esto en lo conceptual, después en lo concreto y que tiene que ver con las luchas ambientales, se van a acentuar de manera notable. Este gobierno viene a reafirmar la agricultura tóxica, lo de Vicentín mostró una capitulación absoluta para con el agronegocio. Ese que puede exportar y contrabandear lo que quiera, el manejo del comercio exterior se encuentra en manos de las grandes empresas, mientras que el estado tiene una participación mínima”.

Se consolida un modelo neocolonial donde sobra el 50% de la población o más y que nos condena al yugo del FMI por 20 años. El respeto de los derechos humanos en este contexto es de cumplimiento imposible y la marginación y la represión se profundizarán. “Todos saben que los productores y los comercializadores mienten, contrabandean y dibujan, mientras que el estado se la banca y solo cobra las retenciones de lo que declaran, siendo obviamente una cifra mucho menor a la que correspondería. Cabe destacar que ahora estos recursos, como las retenciones, se van a usar para pagar la deuda, lo mismo va a pasar con el fracking, el offshore, la megaminería y las granjas porcinas. Ósea, los problemas ambientales, el calentamiento global, la destrucción ecosistémica, la crisis hídrica que nos atraviesa, el Paraná seco y los incendios, se van acentuar debido a este rumbo político. No es casual que tengamos un plan de manejo del fuego que no considera en su doctrina, parar el fuego, y evitar que el fuego destruya los bienes naturales, el monte, los pajonales y las praderas. Esta doctrina de manejo del fuego diseñada en la época de María Julia Alzogaray, solo está orientada a cuidar las propiedades y las infraestructuras, pero no el monte”.

De un lado el país en clave colonial que provee insumos básicos a los países centrales, con una amplia mayoría de la población en la miseria y un sector de privilegiados ensoberbecidos en un clasismo fascista que se palpa en los discursos de los medios masivos de comunicación. “Esta deuda viene a reconfigurar las políticas en Argentina, y demuestra quiénes están de un lado, y quiénes están del otro. Por ello debemos avanzar en un proyecto que nos incluya a todos los argentinos construyendo la alternativa a esta política donde se reproducen los desposeídos, desposeídos de trabajo, desposeído de educación, de salud, de ambiente sano y de futuro. Con el FMI no hay”, concluyó el coordinador de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados y secretario general de APDH Córdoba.